Mensaje
del Santo Padre para la jornada de estudio sobre la Apostolicam Actuositatem organizada
por el Pontificio Consejo de Laicos, en colaboración con la Universidad
Pontificia de la Santa Cruz
El Concilio Vaticano II no mira a los laicos
como si fueran miembros de “segundo orden”, al servicio de la jerarquía y
simples ejecutores del “orden de lo alto”, sino como discípulos de Cristo, que
en la fuerza de su Bautismo y de su inclusión natural “en el mundo” están
llamados a animar todo ambiente, actividad y relación humana según el espíritu
evangélico, llevando la luz, la esperanza, la caridad recibida por Cristo en
los lugares que, de otra manera, permanecerían ajenos a la acción de Dios y
abandonados a la miseria de la condición humana.
Tal y como
indica Francisco, esta jornada se ubica en el marco del 50º aniversario de la
conclusión del Concilio Vaticano II, evento extraordinario de gracia, que como
afirmó el beato Pablo VI tuvo el carácter "de un gran y triple
acto de amor: hacia Dios, hacia la Iglesia, hacia la humanidad”.
Esta
renovada actitud de amor -- explica Francisco-- que inspiraba a los padres
conciliares ha llevado también, entre sus múltiples frutos, a una nueva forma
de mirar a la vocación y a la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo,
que ha encontrado una magnífica expresión sobre todo en las dos grandes
Constituciones conciliares la Lumen gentium yGaudium et spes.
Estos
documentos “consideran a los fieles laicos dentro de una visión de conjunto del
Pueblo de Dios, al que pertenecen junto a los miembros del orden sagrado y a
los religiosos, y que participan en la forma que les es propia, de la función
sacerdotal, profética y real de Cristo mismo”. A propósito del documento,
asegura que esta enseñanza conciliar ha hecho crecer en la Iglesia la formación
de los laicos, que tantos frutos ha dado ya hasta ahora.
Pero el
Concilio Vaticano II, como cada Concilio, “interpela a cada generación de
pastores y de laicos porque es un don inestimable del Espíritu Santo que va
acogido con gratitud y sentido de responsabilidad: todo lo que se nos ha donado
por el Espíritu y transmitido por la santa Madre Iglesia va siempre entendido
de nuevo, asimilado y bajado a la realidad”, explica el Pontífice en el
mensaje.
Fuente: Zenit