El
Día de la Iglesia Diocesana se celebra este año de 2015 bajo el lema: Una
Iglesia y miles de historias gracias a ti. ¿Qué se quiere decir con este lema?
La
Iglesia es una gran familia, la de los hijos de Dios, que se enriquece con cada
uno de nosotros, con su historia personal y sus experiencias. Cada uno de
nosotros ha recibido de Dios dones, talentos, carismas para el bien común, como
enseña san Pablo. Esta es la riqueza de la Iglesia: Tenemos una fe, un
bautismo, un Dios Padre que lo gobierna todo y lo invade todo con su amor
manifestado en Cristo. Pero esta unidad no anula la personalidad de cada uno
que contribuye dándose a la Iglesia y a los demás.
Cada
una de nuestras parroquias y comunidades sería distinta sin la aportación de
cada uno. Lo mismo ocurre en las familias: la belleza que poseen depende en
gran medida de cada miembro que la compone.
Unidad
y diversidad son dos notas distintivas de la Iglesia, que hemos de favorecer
viviendo la única fe y reconociendo las miles de historias que se entrelazan
como en un hermoso tapiz que ofrece a la sociedad la riqueza que tenemos
dentro. Oramos individualmente, y también en comunidad. Vivimos nuestra propia
historia y también la historia de los demás. Nos santificamos individualmente pero
también con los demás que nos ayudan en el seguimiento de Cristo y esto
constituye la belleza de la Iglesia.
Decía
el poeta Paul Claudel que «los que se asemejan a Cristo se parecen entre sí con
una admirable diversidad». En la Iglesia hay dos aspectos que no pueden
separarse uno del otro, como ocurre en toda realidad social formada por
hombres. Está la Iglesia que da y la Iglesia que recibe. Recibimos de la
Iglesia mucho más de lo que damos: porque los dones de la Iglesia sólo puede
darlos ella: la gracia y los sacramentos, la eucaristía y el perdón, la
salvación de Cristo y la vida eterna.
Ante
tal efusión de dones, el cristiano está llamado a dar, a ser la Iglesia que se
entrega a los demás: desde su tiempo personal, sus cualidades y talentos, sus
capacidades en los diversos órdenes de la vida profesional y sus ayudas
económicas, con las que toda comunidad debe contar para llevar adelante la
misión evangelizadora de la Iglesia.
Hay
que sostener seminarios, colegios, residencias de ancianos, centros de Cáritas.
Hay que ayudar a los pobres en sus necesidades para que ninguno de nuestros
hermanos quede privado de lo necesario para vivir y llevar una vida digna.
El
Día de la Iglesia Diocesana nos trae el recuerdo de tantas historias, miles y
miles, de personas que sufren y padecen el «descarte» de los pobres, del que el
Papa Francisco ha hablado recientemente en las Naciones Unidas.
La
buena noticia que llevamos a los demás es, en primer lugar, el Evangelio, que
no puede ser sustituido por nada. Pero en la entraña del Evangelio está «la caridad
de Cristo que nos urge» a vivir como vivió en él, es decir, en una contante
donación de nosotros mismos y de nuestros recursos que debemos saber compartir
con los demás en la medida de sus necesidades.
Seamos
generosos con nuestra Madre la Iglesia de la que hemos recibido la vida y a la
que debemos amar y ayudar dando también nosotros la vida.
Fuente: "Iglesia en Segovia"