Trata de la diferencia que hay de
contentos y ternura en la oración y de gustos, y dice el contento que le dio
entender que es cosa diferente el pensamiento y el entendimiento. Es de
provecho para quien se divierte mucho en la oración (1).

2. Como ya estas moradas se llegan más adonde está el Rey,
es grande su hermosura y hay cosas tan delicadas que ver y que entender, que el
entendimiento no es capaz para poder dar traza cómo se diga siquiera algo que
venga tan al justo que no quede bien oscuro para los que no tienen experiencia;
que quien la tiene muy bien lo entenderá, en especial si es mucha.
Parecerá que para llegar a estas moradas se ha de haber
vivido en las otras mucho tiempo; y aunque lo ordinario es que se ha de haber
estado en la que acabamos de decir, no es regla cierta, como ya habréis oído
muchas veces; porque da el Señor cuando quiere y como quiere y a quien quiere,
como bienes suyos, que no hace agravio a nadie (5).
3. En estas moradas pocas veces entran las cosas ponzoñosas,
y si entran no hacen daño, antes dejan con ganancia. Y tengo por muy mejor
cuando entran y dan guerra en este estado de oración; porque podría el demonio
engañar, a vueltas de los gustos que da Dios, si no hubiese tentaciones, y
hacer mucho más daño que cuando las hay, y no ganar tanto el alma, por lo menos
apartando todas las cosas que la han de hacer merecer, y dejarla en un
embebecimiento (6) ordinario. Que cuando lo es en un ser, no le tengo por
seguro ni me parece posible estar en un ser (7) el espíritu del Señor en este
destierro.
4. Pues hablando de lo que dije que diría aquí (8), de la
diferencia que hay entre contentos en la oración o gustos, los contentos me
parece a mí se pueden llamar los que nosotros adquirimos con nuestra meditación
y peticiones a nuestro Señor, que procede de nuestro natural, aunque en fin
ayuda para ello Dios, que hase de entender en cuanto dijere que no podemos nada
sin El; (9) mas nacen de la misma obra virtuosa que hacemos y parece a nuestro
trabajo lo hemos ganado, y con razón nos da contento habernos empleado en cosas
semejantes.
Mas, si lo consideramos, los mismos contentos tendremos en muchas
cosas que nos pueden suceder en la tierra: así en una gran hacienda que de
presto se provea a alguno; como de ver una persona que mucho amamos, de presto;
como de haber acertado en un negocio importante y cosa grande, de que todos
dicen bien; como si a alguna le han dicho que es muerto su marido o hermano o
hijo y le ve venir vivo. Yo he visto derramar lágrimas de un gran contento, y
aun me ha acaecido alguna vez. Paréceme a mí que así como estos contentos son
naturales, así en los que nos dan las cosas de Dios, sino que son de linaje más
noble, aunque estotros no eran tampoco malos. En fin, comienzan de nuestro
natural (10) mismo y acaban en Dios.
Los gustos comienzan de Dios y siéntelos el natural y goza
tanto de ellos como gozan los que tengo dichos y mucho más. ¡Oh Jesús, y qué
deseo tengo de saber declararme en esto!; porque entiendo, a mi parecer, muy
conocida diferencia y no alcanza mi saber a darme a entender. Hágalo el Señor.
5. Ahora me acuerdo en un verso que decimos a Prima (11), al
fin del postrer salmo, que al cabo del verso dice: Cum dilatasti cor meum (12).
A quien tuviere mucha experiencia esto le basta para ver la diferencia que hay
de lo uno a lo otro; a quien no, es menester más. Los contentos que están
dichos no ensanchan el corazón, antes lo más ordinariamente parece aprietan un
poco, aunque con contento todo de ver que se hace por Dios; mas vienen unas
lágrimas congojosas, que en alguna manera parece las mueve la pasión. Yo sé
poco de estas pasiones del alma que quizá me diera a entender, y lo que procede
de la sensualidad (13) y de nuestro natural, porque soy muy torpe; que yo me
supiera declarar, si como he pasado por ello lo entendiera. Gran cosa es el
saber y las letras (14) para todo.
6. Lo que tengo de experiencia de este estado, digo de estos
regalos y contentos en la meditación, es que si comenzaba a llorar por la
Pasión (15), no sabía acabar hasta que se me quebraba la cabeza; si por mis
pecados, lo mismo. Harta merced me hacía nuestro Señor, que no quiero yo ahora
examinar cuál es mejor lo uno o lo otro, sino la diferencia que hay de lo uno a
lo otro querría saber decir. Para estas cosas algunas veces van estas lágrimas
y estos deseos ayudados del natural y como está la disposición; mas, en fin,
como he dicho (16), vienen a parar en Dios, aunque sea esto. Y es de tener en
mucho, si hay humildad para entender que no son mejores por eso; porque no se
puede entender si son todos efectos del amor, y cuando sea, es dado de Dios.
Por la mayor parte, tienen estas devociones las almas de las
moradas pasadas, porque van casi continuo con obra de entendimiento, empleadas
en discurrir con el entendimiento y en meditación; y van bien, porque no se les
ha dado más, aunque acertarían en ocuparse un rato en hacer actos y en
alabanzas de Dios y holgarse de su bondad y que sea el que es, y en desear su
honra y gloria. Esto como pudiere, porque despierta mucho la voluntad. Y estén
con gran aviso cuando el Señor les diere estotro no lo dejar por acabar la
meditación que se tiene de costumbre.
7. Porque me he alargado mucho en decir esto en otras partes
(17), no lo diré aquí. Sólo quiero que estéis advertidas que, para aprovechar
mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en
pensar mucho, sino en amar mucho; (18) y así lo que más os despertare a amar,
eso haced. Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no
está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar en
todo a Dios y procurar, en cuanto pudiéremos, no le ofender, y rogarle que vaya
siempre adelante la honra y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia
Católica. Estas son las señales del amor, y no penséis que está la cosa en no
pensar otra cosa, y que si os divertís un poco va todo perdido.
8. Yo he andado en esto de esta barahúnda del pensamiento
bien apretada algunas veces, y habrá poco más de cuatro años que vine a
entender por experiencia que el pensamiento (o imaginación, porque mejor se
entienda) (19) no es el entendimiento, y preguntélo a un letrado (20) y díjome
que era así, que no fue para mí poco contento. Porque, como el entendimiento es
una de las potencias del alma, hacíaseme recia cosa estar tan tortolito (21) a
veces, y lo ordinario vuela el pensamiento de presto, que sólo Dios puede
atarle, cuando nos ata a Sí de manera que parece estamos en alguna manera
desatados de este cuerpo. Yo veía, a mi parecer, las potencias del alma
empleadas en Dios y estar recogidas con El, y por otra parte el pensamiento
alborotado: traíame tonta (22).
9. ¡Oh Señor, tomad en cuenta lo mucho que pasamos en este
camino por falta de saber! Y es el mal que, como no pensamos que hay que saber
más de pensar en Vos, aun no sabemos preguntar a los que saben ni entendemos
qué hay que preguntar, y pásanse terribles trabajos, porque no nos entendemos,
y lo que no es malo, sino bueno, pensamos que es mucha culpa. De aquí proceden
las aflicciones de mucha gente que trata de oración y el quejarse de trabajos
interiores, a lo menos mucha parte en gente que no tiene letras, y vienen las
melancolías y a perder la salud y aun a dejarlo del todo, porque no consideran
que hay un mundo interior acá dentro; y así como no podemos tener el movimiento
del cielo, sino que anda a prisa con toda velocidad, tampoco podemos tener nuestro
pensamiento (23), y luego metemos todas las potencias del alma con él y nos
parece que estamos perdidas y gastado mal el tiempo que estamos delante de
Dios; y estáse el alma por ventura toda junta con El en las moradas muy
cercanas, y el pensamiento en el arrabal del castillo padeciendo con mil
bestias fieras y ponzoñosas y mereciendo con este padecer; y así, ni nos ha de
turbar ni lo hemos de dejar, que es lo que pretende el demonio. Y por la mayor
parte, todas las inquietudes y trabajos vienen de este no nos entender.
10. Escribiendo esto, estoy considerando lo que pasa en mi
cabeza del gran ruido de ella que dije al principio (24), por donde se me hizo
casi imposible poder hacer lo que me mandaban de escribir. No parece sino que
están en ella muchos ríos caudalosos, y por otra parte, que estas aguas se
despeñan; muchos pajarillos y silbos, y no en los oídos, sino en lo superior de
la cabeza, adonde dicen que está lo superior del alma. Y yo estuve en esto
harto tiempo, por parecer que el movimiento grande del espíritu hacia arriba
subía con velocidad. Plega a Dios que se me acuerde en las moradas de adelante
decir la causa de esto, que aquí no viene bien, y no será mucho que haya
querido el Señor darme este mal de cabeza para entenderlo mejor; porque con
toda esta barahúnda de ella, no me estorba a la oración ni a lo que estoy
diciendo, sino que el alma se está muy entera en su quietud y amor y deseos y
claro conocimiento.
11. Pues si en lo superior de la cabeza está lo superior del
alma (25), ¿cómo no la turba? Eso no lo sé yo; mas sé que es verdad lo que
digo. Pena da cuando no es la oración con suspensión (26), que entonces hasta
que se pasa no se siente ningún mal; mas harto mal fuera si por este
impedimento lo dejara yo todo. Y así no es bien que por los pensamientos nos
turbemos ni se nos dé nada; que si los pone el demonio, cesará con esto; y si
es, como lo es, de la miseria que nos quedó del pecado de Adán con otras
muchas, tengamos paciencia y sufrámoslo por amor de Dios, pues estamos también sujetas
a comer y dormir, sin poderlo excusar, que es harto trabajo.
12. Conozcamos nuestra miseria, y deseemos ir adonde
"nadie nos menosprecia"; que algunas veces me acuerdo haber oído esto
que dice la Esposa en los Cantares (27), y verdaderamente que no hallo en toda
la vida cosa adonde con más razón se pueda decir; porque todos los menosprecios
y trabajos que puede haber en la vida no me parece que llegan a estas batallas
interiores. Cualquier desasosiego y guerra se puede sufrir con hallar paz
adonde vivimos como ya he dicho; (28) mas que queremos venir a descansar de mil
trabajos que hay en el mundo y que quiera el Señor aparejarnos el descanso, y
que en nosotras mismas esté el estorbo, no puede dejar de ser muy penoso y casi
insufridero. Por eso, llevadnos, Señor, adonde no nos menosprecien estas
miserias (29), que parecen algunas veces que están haciendo burla del alma.
Aun en esta vida la libra el Señor de esto, cuando ha
llegado a la postrera morada, como diremos, si Dios fuere servido (30).
13. Y no darán a todos tanta pena estas miserias ni las
acometerán, como a mí hicieron muchos años por ser ruin, que parece que yo
misma me quería vengar de mí. Y como cosa tan penosa para mí, pienso que quizá
será para vosotras así y no hago sino decirlo en un cabo y en otro, para si
acertase alguna vez a daros a entender cómo es cosa forzosa, y no os traiga
inquietas y afligidas, sino que dejemos andar esta tarabilla de molino (32) y
molamos nuestra harina, no dejando de obrar la voluntad y entendimiento.
14. Hay más y menos en este estorbo, conforme a la salud y a
los tiempos. Padezca la pobre alma, aunque no tenga en esto culpa, que otras
haremos por donde es razón que tengamos paciencia. Y porque no basta lo que
leemos y nos aconsejan, que es que no hagamos caso de estos pensamientos, para
las que poco sabemos no me parece tiempo perdido todo lo que gasto en
declararlo más y consolaros en este caso; mas hasta que el Señor nos quiera dar
luz, poco aprovecha. Mas es menester y quiere Su Majestad que tomemos medios y
nos entendamos, y lo que hace la flaca imaginación y el natural y demonio no
pongamos la culpa al alma.
NOTAS
MORADAS IV, c. 1
1 Sobre
el léxico teresiano empleado en este capítulo obsérvese: contentos y ternura
son sinonimos y significan toda clase de experiencias gratas (paz,
satisfacción, agrado) "no infusas" sino "adquiridas" (cf.
n. 4 y c. 3, n. 3), es decir, psicológicamente similares a las naturales,
aunque percibidas en la oración y práctica de las virtudes sobrenaturales. En
cambio, gustos son todas las experiencias infusas, no adquiridas ni homogéneas
a las naturales. - Pensamiento y entendimiento: en el léxico teresiano:
pensamiento equivale aproximadamente a imaginación (cf. n.8). - Recuérdese que
divertirse equivale a distraerse.
2
Sobrenatural, en la acepción teresiana ya conocida de "infuso o
místico". - Comienza a ser cosas sobrenaturales: con el recogimiento
infuso (c. 3), la oración de quietud o gustos (c. 2), comienzan las moradas
místicas. En realidad la Santa presenta las Moradas IV como moradas de
transición, mezcla de "natural y sobrenatural" (adquirido e infuso)
dirá ella misma al epilogarlas (c. 3, n. 14).
3 Como en
otra parte se escribió: en el libro de la Vida (alude a los numerosos capítulos
dedicados a las gracias y estados místicos: cf. 14-32 y 37-40). - Hasta donde
yo había entendido: de hecho la experiencia y el saber místicos de la Santa,
cuando escribió la vida, eran muy incompletos; no llegaría personalmente al
estado de "matrimonio místico" descrito en las séptimas moradas, sino
en 1572; la "cuarta agua" y (Vida cc. 18-22); los fuertes ímpetus
místicos (cc. 23-32); y las "grandes mercedes" de los cc. finales
(37-40) corresponden a las moradas VI; las M VII no tienen correspondencia en
el libro de la Vida. De ahí la insistencia de la Autora en decirnos que aquí
corregirá o completará mucho de lo afirmado en aquel libro (cf. M I, c. 2, n.
7; M IV, c. 2, n. 4). - Catorce años ha, poco más o menos: Terminó la primera
redacción de la Vida en 1562; y escribe estas páginas a fines de 1577.
4 Es
diferente: (= es otra cosa). Saberlas decir: ya en Vida 17, 5, distinguió la
Santa entre la gracia de la experiencia mística y las subsiguientes de su
"comprensión" y "expresión".
5 Cuando
quiere y a quien quiere: fórmula utilizada por la Santa (y por san Juan de la
Cruz) para subrayar la absoluta gratuidad del don de Dios en sus gracias
místicas. Cf. V 34, 11: "son dones que da Dios cuando quiere y como
quiere, y ni va en tiempo ni en servicios". Aquí relaciona esa su tesis
con la parábola de los jornaleros llamados a la viña: Mt 20, 13. Otros pasajes
de Moradas que reiteran esa "tesis" teresiana: IV, 2, 9; V, 1, 12; VI,
4, 12; VI, 7, 9: VI, 8, 5...
6
Embebecimientos: embelesamiento, atención intensa y prolongada (cf. V 5, 4; y
Fund 6, 1-8).
7 Estar
en un ser y poco antes, "cuando (el embebecimiento) lo es en un ser:
embeleso prolongado, ininterrumpido, total... Cf. M VI, 2, 4; y V 17, 6; 40, 18.
8 Lo que
dije que diría: lo prometió en M III, 2, 10.
9
Reiterada alusión a la palabra de Jesús en Jn 15, 5.
10
Nuestro natural: nuestro ser natural, el sujeto humano, en contraposición al
plano de la gracia: uno y otro en cuanto fuente de dinamismos espirituales
humanos. Cf. nn. 5 y 6.
11 Prima:
hora matinal del Oficio divino, entonces rezada coralmente al amanecer.
12
Versísulo del Salmo 118, 32.
13
Sensualidad: con acepción especial en el léxico teresiano. Sería una parte de nuestro
"ser natural": la parte "sensitiva" y desordenada.
14 Las
letras: estudios o cultura filosófica y teológica.
15 La
Pasión, por antonimasia, son los acontecimientos que preceden a la muerte de
Jesús.
16 Lo ha
dicho en el n. 4.
17 Lo ha
dicho (= escrito) en otras partes: V 13, 22; C 16, 20; 26-29.
18 Es un
axioma teresiano: "el aprovechamiento del alma no está en pensar mucho,
sino en amar mucho": Fund 5, 2.
19 La
aclaración contenida en el paréntesis fue añadida por la Santa al margen del
autógrafo. Gracián tuvo el mal gusto de tacharla y escribir entre líneas:
"o imaginación, que así la llamamos ordinariamente las mujeres". Tras
Gracián vino Ribera, que tachó la nota marginal de aquél y advirtió al margen:
"¡no se borre nada!". - A pesar de la presente declaración de la
Santa, su ignorancia en este punto no era absoluta: cf. V c. 17, n. 5.
20
Preguntélo a un letrado: ¿San Juan de la Cruz? Efectivamente, hacía "poco
más de cuatro días" era él confesor y asesor de la Santa en la Encarnación
de Avila.
21 Tan
tortolito: atolondrado y versátil, o "alborotado" como dice luego.
22 Estos
desvaríos de la imaginación preocuparon insistentemente a la Santa. En Vida c.
17, n. 7 escribía: "El postrer remedio que he hallado, a cabo de haberme
fatigado hartos años..., es que no se haga caso de ella más que de un loco,
sino dejarla con su tema". Sin embargo, en Camino c. 31, n. 8 vuelve sobre
ello: "por ventura es sólo el mío [su imaginación, la que sufre tales
distracciones], y no deben ser así los otros. Conmigo hablo, que algunas veces
me deseo morir, de que no puedo remediar esta variedad del entendimiento".
(Nótese la instabilidad del léxico teresiano: aquí entendimiento equivale a
imaginación). En las Moradas ha llegado ya a una alta seguridad doctrinal sobre
este punto; esa instabilidad y rebeldía de la imaginación es pura consecuencia
del desorden producido en nosotros por el pecado de origen (cf. n. 11. Véanse
además las Fundaciones c. 5, n. 2).
23 Tener
el movimiento equivale a "detener"; lo mismo en la frase siguiente:
tener nuestro pensamiento, detenerlo, refrenarlo.
24 En el
prólogo, n. 1.
25 Teoría
vulgarizada pr la filosofía y medicina de su tiempo. Pudo leerla ella en F. DE
OSUNA, Tercer Abecedario, tratado 17, c. 4.
26
Suspensión, en acepción mística: cese de la actividad de sentidos y potencias:
éxtasis.
27 Cantar
de los Cantares 8, 1.
28 Lo ha
dicho en M II, n. 9.
29 Deseos
de liberación absoluta, muchas veces expresados por ella: cf C (Escorial), c.
42.
30 Lo
dirá en M VII, 2.
31 Esta
tarabilla de molino: la imaginación, "la loca de la casa".
Fuente: Mercaba