Prosigue en lo mismo y trata de las
sequedades en la oración y de lo que podría suceder a su parecer, y cómo es
menester probarnos y prueba el Señor a los que están en estas moradas.
1. Yo he conocido algunas almas, y aun
creo puedo decir hartas, de las que han llegado a este estado, y estado y vivido
muchos años en esta rectitud y concierto, alma y cuerpo, a lo que se puede
entender, y después de ellos que ya parece habían de estar señores del mundo,
al menos bien desengañados de él, probarlos Su Majestad en cosas no muy
grandes, y andar con tanta inquietud y apretamiento de corazón, que a mí me
traían tonta y aun temerosa harto. Pues darles consejo no hay remedio, porque,
como ha tanto que tratan de virtud, paréceles que pueden enseñar a otros y que
les sobra razón en sentir aquellas cosas.
2. En fin, que yo no he hallado remedio
ni le hallo para consolar a semejantes personas, si no es mostrar gran
sentimiento de su pena (y a la verdad se tiene de verlos sujetos a tanta
miseria), y no contradecir su razón; porque todas las conciertan en su pensamiento
que por Dios las sienten, y así no acaban de entender que es imperfección; que
es otro engaño para gente tan aprovechada; que de que lo sientan, no hay que
espantar, aunque a mi parecer, había de pasar presto el sentimiento de cosas
semejantes. Porque muchas veces quiere Dios que sus escogidos sientan su
miseria, y aparta un poco su favor, que no es menester más, que a osadas (1)
que nos conozcamos bien presto. Y luego se entiende esta manera de probarlos,
porque entienden ellos su falta muy claramente, y a las veces les da más pena
ésta de ver que, sin poder más, sienten cosas de la tierra y no muy pesadas,
que lo mismo de que tienen pena. Esto téngolo yo por gran misericordia de Dios;
y aunque es falta, muy gananciosa para la humildad.
3. En las personas que digo, no es así
sino que canonizan como he dicho (2) en sus pensamientos estas cosas, y así
querrían que otros las canonizasen. Quiero decir alguna de ellas, porque nos
entendamos y nos probemos a nosotras mismas antes que nos pruebe el Señor, que
sería muy gran cosa estar apercibidas y habernos entendido primero.
4. Viene a una persona rica, sin hijos
ni para quién querer la hacienda, una falta de ella, mas no es de manera que en
lo que le queda le puede faltar lo necesario para sí y para su casa, y sobrado.
Si éste anduviese con tanto desasosiego e inquietud como si no le quedara un
pan que comer, ¿cómo ha de pedirle nuestro Señor que lo deje todo por El? (3)
Aquí entra el que lo siente porque lo quiere para los pobres. Yo creo que
quiere Dios más que yo me conforme con lo que Su Majestad hace y, aunque lo
procure, tenga quieta mi alma, que no esta caridad. Y ya que no lo hace, porque
no ha llegádole el Señor a tanto, enhorabuena; mas entienda que le falta esta
libertad de espíritu, y con esto se dispondrá para que el Señor se la dé,
porque se la pedirá.
Tiene una persona bien de comer, y aun
sobrado; ofrécesele poder adquirir más hacienda: tomarlo, si se lo dan,
enhorabuena, pase; mas procurarlo y, después de tenerlo, procurar más y más,
tenga cuan buena intención quisiere (que sí debe tener, porque como he dicho
(4) son estas personas de oración y virtuosas), que no hayan miedo que suban a
las moradas más juntas al Rey.
5. De esta manera es si se les ofrece
algo de que los desprecien o quiten un poco de honra; que, aunque les hace Dios
merced de que lo sufran bien muchas veces (porque es muy amigo de favorecer la
virtud en público porque no padezca la misma virtud en que están tenidos, y aun
será porque le han servido, que es muy bueno este Bien nuestro), allá les queda
una inquietud que no se pueden valer, ni acaba de acabarse tan presto. ¡Válgame
Dios! ¿No son éstos los que ha tanto que consideran cómo padeció el Señor y
cuán bueno es padecer y aún lo desean? Querrían a todos tan concertados como ellos
traen sus vidas, y plega a Dios que no piensen que la pena que tienen es de la
culpa ajena y la hagan en su pensamiento meritoria.
6. Pareceros ha, hermanas, que hablo
fuera de propósito y no con vosotras, porque estas cosas no las hay acá, que ni
tenemos hacienda ni la queremos ni procuramos, ni tampoco nos injuria nadie.
Por eso las comparaciones no es lo que pasa; mas sácase de ellas otras muchas
cosas que pueden pasar, que ni sería bien señalarlas ni hay para qué. Por éstas
entenderéis si estáis bien desnudas de lo que dejasteis; porque cosillas se
ofrecen, aunque no de esta suerte, en que os podéis muy bien probar y entender
si estáis señoras de vuestras pasiones. Y creedme que no está el negocio en
tener hábito de religión o no, sino en procurar ejercitar las virtudes y rendir
nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de nuestra vida sea
lo que Su Majestad ordenare de ella, y no queramos nosotras que se haga nuestra
voluntad, sino la suya (5). Ya que no hayamos llegado aquí como he dicho (6)
humildad, que es el ungüento de nuestras heridas; porque, si la hay de veras,
aunque tarde algún tiempo, vendrá el cirujano, que es Dios, a sanarnos.
7. Las penitencias que hacen estas
almas son tan concertadas como su vida; quiérenla mucho para servir a nuestro
Señor con ella, que todo esto no es malo, y así tienen gran discreción en
hacerlas porque no dañen a la salud. No hayáis miedo que se maten, porque su
razón está muy en sí; no está aún el amor para sacar de razón; mas querría yo
que la tuviésemos para no nos contentar con esta manera de servir a Dios,
siempre a un paso paso, que nunca acabaremos de andar este camino. Y como a
nuestro parecer siempre andamos y nos cansamos (porque creed que es un camino
abrumador), harto bien será que no nos perdamos. Mas ¿paréceos, hijas, si yendo
a una tierra desde otra pudiésemos llegar en ocho días, que sería bueno andarlo
en un año por ventas y nieves y aguas y malos caminos? ¿No valdría más pasarlo
de una vez? Porque todo esto hay y peligros de serpientes. ¡Oh, qué buenas
señas podré yo dar de esto! Y plega a Dios que haya pasado de aquí, que hartas
veces me parece que no.
8. Como vamos con tanto seso, todo nos
ofende, porque todo lo tememos; y así no osamos pasar adelante, como si
pudiésemos nosotras llegar a estas moradas y que otros anduviesen el camino.
Pues no es esto posible, esforcémonos, hermanas mías, por amor del Señor;
dejemos nuestra razón y temores en sus manos; olvidemos esta flaqueza natural,
que nos puede ocupar mucho. El cuidado de estos cuerpos ténganle los prelados;
allá se avengan; nosotras de sólo caminar a prisa para ver este Señor; que,
aunque el regalo que tenéis es poco o ninguno, el cuidado de la salud nos
podría engañar; cuánto más que no se tendrá más por esto, yo lo sé; y también
sé que no está el negocio en lo que toca al cuerpo, que esto es lo menos; que
el caminar que digo es con una grande humildad; que si habéis entendido, aquí
creo está el daño de las que no van adelante; sino que nos parezca que hemos
andado pocos pasos y lo creamos así, y los que andan nuestras hermanas nos
parezcan muy presurosos, y no sólo deseemos sino que procuremos nos tengan por
la más ruin de todas.
9. Y con esto este estado es
excelentísimo; y si no, toda nuestra vida nos estaremos en él y con mil penas y
miserias. Porque, como no hemos dejado a nosotras mismas, es muy trabajoso y
pesado; porque vamos muy cargadas de esta tierra de nuestra miseria, lo que no
van los que suben a los aposentos que faltan. En éstos no deja el Señor de
pagar como justo, y aun como misericordioso, que siempre da mucho más que
merecemos, con darnos "contentos" harto mayores que los podemos (7)
tener en los que dan los regalos y distraimientos de la vida; mas no pienso que
da muchos "gustos" (8) si no es alguna vez, para convidarlos con ver
lo que pasa en las demás moradas, porque se dispongan para entrar en ellas.
10. Pareceros ha que contentos y gustos
todo es uno, que para qué hago esta diferencia en los nombres. A mí paréceme
que la hay muy grande; ya me puedo engañar. Diré lo que en esto entendiere en
las moradas cuartas que vienen tras éstas; (9) porque como se habrá de declarar
algo de los gustos que allí da el Señor, viene mejor, y aunque parece sin
provecho, podrá ser de alguno, para que, entendiendo lo que es cada cosa,
podáis esforzaros a seguir lo mejor; y es mucho consuelo para las almas que
Dios llega allí y confusión para las que les parece que lo tienen todo, y si
son humildes moverse han a hacimiento de gracias; si hay alguna falta de esto,
darles ha un desabrimiento interior y sin propósito; pues no está la perfección
en los gustos, sino en quien ama más, y el premio lo mismo, y en quien mejor
obrare con justicia y verdad.
11. Pareceros ha que de qué sirve
tratar de estas mercedes interiores y dar a entender cómo son, si es esto
verdad, como lo es. Yo no lo sé; pregúntese a quien me lo manda escribir, que
yo no soy obligada a disputar con los superiores, sino a obedecer, ni sería
bien hecho. Lo que os puedo decir con verdad es que, cuando yo no tenía ni aún
sabía por experiencia ni pensaba saberlo en mi vida (y con razón, que harto
contento fuera para mí saber o por conjeturas entender que agradaba a Dios en
algo), cuando leía en los libros de estas mercedes y consuelos que hace el
Señor a las almas que le sirven, me le daba grandísimo y era motivo para que mi
alma diese grandes alabanzas a Dios.
Pues si la mía, con ser tan ruin, hacía
esto, las que son buenas y humildes le alabarán mucho más; y por sola una que
le alabe una vez, es muy bien que se diga, a mi parecer, y que entendamos el
contento y deleites que perdemos por nuestra culpa. Cuánto más que si son de
Dios, vienen cargados de amor y fortaleza, con que se puede caminar más sin
trabajo e ir creciendo en las obras y virtudes. No penséis que importa poco que
no quede por nosotros, que cuando no es nuestra la falta, justo es el Señor
(10), y Su Majestad os dará por otros caminos lo que os quita por éste por lo
que Su Majestad sabe, que son muy ocultos sus secretos; (11) al menos será lo
que más nos conviene, sin duda ninguna.
12. Lo que me parece nos haría mucho
provecho a las que por la bondad del Señor están en este estado (que, como he
dicho (12), no les hace poca misericordia, porque están muy cerca de subir a
más), es estudiar mucho en la prontitud de la obediencia; y aunque no sean
religiosos, seria gran cosa como lo hacen muchas personas tener a quien acudir
para no hacer en nada su voluntad, que es lo ordinario en que nos dañamos; y no
buscar otro de su humor (13), como dicen, que vaya con tanto tiento en todo,
sino procurar quien esté con mucho desengaño de las cosas del mundo, que en
gran manera aprovecha tratar con quien ya le conoce para conocernos (14), y
porque algunas cosas que nos parecen imposibles, viéndolas en otros tan
posibles y con la suavidad que las llevan, anima mucho y parece que con su
vuelo nos atrevemos a volar, como hacen los hijos de las aves cuando se
enseñan, que aunque no es de presto dar un gran vuelo, poco a poco imitan a sus
padres. En gran manera aprovecha esto, yo lo sé.
Acertarán, por determinadas que estén
en no ofender al Señor personas semejantes, no se meter en ocasiones de
ofenderle; porque como están cerca de las primeras moradas, con facilidad se
podrán tornar a ellas; porque su fortaleza no está fundada en tierra firme,
como los que están ya ejercitados en padecer, que conocen las tempestades del
mundo, cuán poco hay que temerlas ni que desear sus contentos y sería posible
con una persecución grande volverse a ellos, que sabe bien urdirlas el demonio
para hacernos mal, y que yendo con buen celo, queriendo quitar pecados ajenos,
no pudiese resistir lo que sobre esto se le podría suceder.
13. Miremos nuestras faltas y dejemos
las ajenas, que es mucho de personas tan concertadas espantarse de todo; y por
ventura de quien nos espantamos, podríamos bien deprender en lo principal; y en
la compostura exterior y en su manera de trato le hacemos ventajas; y no es
esto lo de más importancia, aunque es bueno, ni hay para qué querer luego que
todos vayan por nuestro camino, ni ponerse a enseñar el del espíritu quien por
ventura no sabe qué cosa es; que con estos deseos que nos da Dios, hermanas, del
bien de las almas podemos hacer muchos yerros; y así es mejor llegarnos a lo
que dice nuestra Regla: "en silencio y esperanza procurar vivir
siempre" (15), que el Señor tendrá cuidado de sus almas (16). Como no nos
descuidemos nosotras en suplicarlo a Su Majestad, haremos harto provecho con su
favor. Sea por siempre bendito.
NOTAS
MORADAS III, c. 2
1 A osadas: la Santa prefiere la forma popular
"a usadas": equivale a nuestro "osaría apostar", "a fe
que"...
2 Lo ha dicho en el n. anterior.
3 Sigue la alusión al "joven rico" del
evangelio (M III, 1, 6): Mt 19, 21.
4 En el n. 3; cf. c. 1, n. 5.
5 Referencia implícita a Mt 6, 10, o a Lc 22, 42.
6 Humildad, como he dicho: en el n. 4, y ante en el
c. 1, n. 7.
7 Es decir: "mayores que los que nos dan los
regalos".
8 Contentos y gustos: con acepción propia en el
léxico teresiano. Los definirá enseguida: M IV, 1 (ver el título) y c. 2, 9-12.
9 En las moradas cuartas, el c. primero "trata
de la diferencia que hay de contentos y ternura en la oración, y de
gustos" (título); cf. además M IV, 1, 4. De los "gustos" hablará
especialmente en el c. 2 y parte del 3 (nn. 9-14).
10 Alusión al Salmo 118, 137, texto intensamente
vivido por la Santa: cf. V 19, 9.
11 Cf. Rom 11, 33.
12 En el c. 1, nn. 1. 5. 8.
13 Otro de su humor: de su mismo genio o talante.
14 Tratar con quien le (nos) conoce, para
conocernos: consigna que forma parte del llamado "socratismo
teresiano" (cf. M I, 2, nota 17). Y véase V 7, 20-22: "que no hay
quien tan bien se conozca a sí como (nos) conocen los que nos miran, si es con
amor...".
15 Ese texto de la Regla del Carmelo está tomado de
Is 30, 15.
16 Eco de las palabras de 1 Pet 5, 7: "que Dios
tiene cuidado de vosotros".
Fuente: Mercaba