En sus palabras a los fieles después del rezo a la Madre de Dios, el Santo Padre recordó la beatificación este domingo en Sudáfrica de Samuel Benedict Daswa, padre de familia, asesinado en 1990 por su fidelidad al Evangelio
Al rezar el Ángelus del segundo domingo de
septiembre con varios miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San
Pedro, el Papa Francisco se refirió al Evangelio del día que nos presenta a
Jesús quien, en camino hacia Cesarea de Filipo, pregunta a sus discípulos:
“¿Quién dice la gente que soy yo?” (Mc 8, 27).
Y tras
recordar que ellos respondieron que algunos lo consideran Juan el Bautista,
otros Elías o uno de los grandes Profetas, y que la gente lo apreciaba por
considerarlo un “enviado de Dios”, si bien no lograba reconocerlo como al
Mesías, el Obispo de Roma se detuvo a considerar la pregunta más importante con
la que Jesús se dirige directamente a los que lo seguían, para verificar su fe.
“¿Y ustedes quién dicen que soy yo?”.
Tras la respuesta
de Pedro en nombre de todos, en que con pureza exclama: “Tú eres Cristo” (v.
29), Francisco afirmó que Jesús les reveló lo que le espera en Jerusalén, es
decir, que debía sufrir mucho… ser condenado a muerte y resucitar después de
tres días.
Sin embargo – prosiguió explicando el Pontífice – el mismo
Pedro, que acaba de profesar su fe en Jesús como Mesías, se sintió
escandalizado y regañó al Maestro. Jesús entonces reaccionó
reprendiéndolo severamente, porque sus pensamientos no eran los de Dios, sino
los de los hombres.
El Papa Francisco afirmó que, al igual que en los
demás discípulos, también en cada uno de nosotros se opone a la gracia del Padre
la tentación del Maligno, que quiere apartarnos de la voluntad de Dios.
Y
destacó que Jesús es el Siervo obediente a la voluntad del Padre, hasta el
sacrificio completo de su propia vida. De modo que, tal como él mismo lo
declaró, quien quiere ser su discípulo debe aceptar ser siervo, como Él.
Porque – como recordó el Santo Padre – seguir a Jesús significa tomar la
propia cruz para acompañarlo en su camino, un camino incómodo que no es el del
éxito o de la gloria terrena, sino el que conduce a la verdadera libertad, la
libertad del egoísmo y del pecado.
De ahí la necesidad de rechazar la
mentalidad mundana que pone el propio “yo” y los propios intereses en el centro
de la existencia.
El Papa concluyó pidiendo a la Santísima Virgen María,
que ha seguido a Jesús hasta el Calvario, que nos ayude a purificar siempre
nuestra fe de falsas imágenes de Dios, para adherir plenamente a Cristo y a su
Evangelio.
Recordando a Samuel Benedict
Daswa, asesinado por combatir la brujería
En sus palabras a los fieles
después del rezo a la Madre de Dios, el Santo Padre recordó la
beatificación este domingo en Sudáfrica de Samuel Benedict Daswa, padre
de familia, asesinado en 1990 por su fidelidad al Evangelio.
“En su vida demostró siempre gran coherencia, asumiendo
valientemente actitudes cristianas y rechazando hábitos mundanos y paganos. Que
su testimonio ayude especialmente a las familias a difundir la verdad y la
caridad de Cristo. Y su testimonio se une al testimonio de tantos hermanos y
hermanas nuestros, jóvenes, ancianos, chicos, niños perseguidos, expulsados,
asesinados por confesar a Jesucristo. A todos estos mártires, a Samuel Benedict
Daswa y a todos ellos, les agradecemos por su testimonio y les pedimos que
intercedan por nosotros”.
El Papa Francisco saludó a todos los presentes,
romanos y peregrinos provenientes de diversos países, familias, grupos
parroquiales y asociaciones, a los fieles de la diócesis de Friburgo, a la
asociación “L’Albero di Zaccheo” de Aosta, a los fieles de Corte Franca y
Orzinuovi, a la Acción Católica “Ragazzi di Algapo” y al grupo de motociclistas
de Ravenna.
Saludando a los enseñantes precarios llegados de la isla de
Cerdeña el Papa deseó “que los problemas del mundo del trabajo sean afrontados
teniendo concretamente en cuenta a la familia y a sus exigencias”.
“A todos
les deseo un buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen
almuerzo y hasta la vista!”
Fuente: Radio Vaticano
