Trata
de algunos avisos para revelaciones y visiones (1).
1.
Parece hace espanto a algunas personas sólo en oír nombrar visiones o
revelaciones. No entiendo la causa por qué tienen por camino tan peligroso el
llevar Dios un alma por aquí, ni de dónde ha procedido este pasmo. No quiero
ahora tratar cuáles son buenas o malas, ni las señales que he oído a personas
muy doctas para conocer esto; sino de lo que será bien que haga quien se viere
en semejante ocasión, porque a pocos confesores irá que no la dejen
atemorizada; que, cierto, no espanta tanto decir que les representa el demonio
muchos géneros de tentaciones y de espíritu de blasfemia y disparatadas y
deshonestas cosas, cuanto se escandalizará de decirle que ha visto o habládola
algún ángel, o que se le ha representado Jesucristo crucificado, Señor nuestro.
2.
Tampoco quiero ahora tratar de cuándo las revelaciones son de Dios (que esto
está entendido ya los grandes bienes que hacen al alma), mas que son
representaciones que hace el demonio para engañar, y que se aprovecha de la
imagen de Cristo nuestro Señor o de sus santos para esto (2). Tengo para mí que
no permitirá Su Majestad ni le dará poder para que con semejantes figuras
engañe a nadie, si no es por su culpa, sino que él quedará engañado (3). Digo
que no engañará si hay humildad; y así no hay para qué andar asombradas, sino
fiar del Señor y hacer poco caso de estas cosas, si no es para alabarle más.
3.
Yo sé de una persona que la trajeron harto apretada los confesores por cosas
semejantes, que después, a lo que se pudo entender por los grandes efectos y buenas
obras que de esto procedieron, era de Dios; y harto tenía, cuando veía su
imagen en alguna visión, que santiguarse y dar higas, porque se lo mandaban
así. Después, tratando con un gran letrado dominico, el maestro fray Domingo
Báñez (4), le dijo que era mal hecho que ninguna persona hiciese esto, porque
adonde quiera que veamos la imagen de nuestro Señor, es bien reverenciarla,
aunque el demonio la haya pintado; porque él es gran pintor, y antes nos hace
buena obra, queriéndonos hacer mal, si nos pinta un crucifijo u otra imagen tan
al vivo, que la deje esculpida en nuestro corazón.
Cuadróme mucho esta razón,
porque cuando vemos una imagen muy buena, aunque supiésemos la ha pintado un
mal hombre, no dejaríamos de estimar la imagen ni haríamos caso del pintor para
quitarnos la devoción. Porque el bien o el mal no está en la visión, sino en
quien la ve y no se aprovecha con humildad de ellas; que si ésta hay, ningún
daño podrá hacer aunque sea demonio; y si no la hay, aunque sean de Dios, no
hará provecho. Porque, si lo que ha de ser para humillarse viendo que no merece
aquella merced, la ensoberbece, será como la araña que todo lo que come
convierte en ponzoña; o la abeja, que lo convierte en miel.
4.
Quiérome declarar más: si nuestro Señor, por su bondad, quiere representarse a
un alma para que más le conozca o ame, o mostrarla algún secreto suyo, o
hacerla algunos particulares regalos y mercedes, y ella como he dicho (5) con
esto que (había de confundirse y conocer cuán poco lo merece su bajeza) se tiene
luego por santa y le parece por algún servicio que ha hecho le viene esta
merced, claro está que el bien grande que de aquí la podía venir convierte en
mal, como la araña.
Pues digamos ahora que el demonio, por incitar a soberbia,
hace estas apariciones: si entonces el alma, pensando son de Dios, se humilla y
conoce no ser merecedora de tan gran merced y se esfuerza a servir más, porque
viéndose rica, mereciendo aún no comer las migajas que caen de las personas que
ha oído hacer Dios estas mercedes (quiero decir, ni ser sierva de ninguna),
humíllase y comienza a esforzarse a hacer penitencia y a tener más oración y a
tener más cuenta con no ofender a este Señor, que piensa es el que la hace esta
merced, y a obedecer con más perfección, yo aseguro que no torne el demonio,
sino que se vaya corrido, y que ningún daño deje en el alma.
5.
Cuando dice algunas cosas que hagan, o por venir, aquí es menester tratarlo con
confesor discreto y letrado, y no hacer ni creer cosa sino lo que aquél la
dijere. Puédelo comunicar con la priora, para que le dé confesor que sea tal. Y
téngase este aviso, que si no obedeciere a lo que el confesor le dijere y se
dejare guiar por él, que o es mal espíritu, o terrible melancolía. Porque,
puesto que el confesor no atinase, ella atinará más en no salir de lo que le
dice, aunque sea ángel de Dios el que la habla; porque Su Majestad le dará luz
u ordenará cómo se cumpla, y es sin peligro hacer esto, y en hacer otra cosa
puede haber muchos peligros y muchos daños.
6.
Téngase aviso que la flaqueza natural es muy flaca, en especial en las mujeres,
y en este camino de oración se muestra más; y así es menester que a cada cosita
que se nos antoje, no pensemos luego es cosa de visión; porque crean que cuando
lo es, que se da bien a entender. Adonde hay algo de melancolía, es menester
mucho más aviso; porque cosas han venido a mí, de estos antojos, que me han
espantado cómo es posible que tan verdaderamente les parezca que ven lo que no
ven.
7.
Una vez vino a mí un confesor, muy admirado, que confesaba una persona, y
decíale que venía muchos días nuestra Señora y se sentaba sobre su cama y
estaba hablando más de una hora y diciendo cosas por venir y otras muchas.
Entre tantos desatinos, acertaba alguno, y con esto teníase por cierto. Yo
entendí luego lo que era, aunque no lo osé decir; porque estamos en un mundo
que es menester pensar lo que pueden pensar de nosotros para que hayan efecto
nuestras palabras; y así dije que se esperase aquellas profecías si eran
verdad, y preguntase otros efectos y se informase de la vida de aquella
persona. En fin, venido a entender, era todo desatino.
8.
Pudiera decir tantas cosas de éstas, que hubiera bien en qué probar el intento
que llevo a que no se crea luego un alma, sino que vaya esperando tiempo y
entendiéndose bien antes que lo comunique, para que no engañe al confesor, sin
querer engañarle; porque si no tiene experiencia de estas cosas, por letrado
que sea, no bastará para entenderlo. No ha muchos años, sino harto poco tiempo,
que un hombre desatinó harto a algunos bien letrados y espirituales con cosas
semejantes, hasta que vino a tratar con quien tenía esta experiencia de
mercedes del Señor, y vio claro que era locura junto con ilusión, aunque no
estaba entonces descubierto, sino muy disimulado; desde a poco lo descubrió el
Señor claramente, aunque pasó harto primero esta persona que lo entendió en no
ser creída (6).
9.
Por estas cosas y otras semejantes, conviene mucho que se trate (7) claridad de
su oración cada hermana con la priora, y ella tenga mucho aviso de mirar la
complexión y perfección de aquella hermana, para que avise al confesor, porque
mejor se entienda, y le escoja a propósito, si el ordinario no fuere bastante
para cosas semejantes. Tengan mucha cuenta en que cosas como éstas no se
comuniquen, aunque sean muy de Dios, ni mercedes conocidas milagrosas, con los
de fuera, ni con confesores que no tengan prudencia para callar, porque importa
mucho esto, más de lo que podrán entender, y que unas con otras no lo traten.
Y
la priora, con prudencia, siempre la entiendan inclinada más a loar a las que
se señalan en cosas de humildad y mortificación y obediencia, que a las que
Dios llevare por este camino de oración muy sobrenatural, aunque tengan todas
estotras virtudes. Porque si es espíritu del Señor, humildad trae consigo para
gustar de ser despreciada, y a ella no hará daño y a las otras hace provecho.
Porque, como a esto no pueden llegar, que lo da Dios a quien quiere,
desconsolarse hían para tener estotras virtudes; aunque también las da Dios,
puédense más procurar y son de gran precio para la religión. Su Majestad nos
las dé. Con ejercicio y cuidado y oración no las negará a ninguna que con
confianza de su misericordia las procurare.
NOTAS CAPÍTULO 8
1 Tratará en
este capítulo el tema anunciado en el c. 5. Véase la nota al título de éste.
2 El sentido es:
tampoco quiero... tratar de cuando las revelaciones son de Dios..., sino de
cuando son representaciones que hace el demonio y para engarñar... se aprovecha
de la imagen de Cristo...
3 Primero había
escrito: "... engañe a nadie, sino que él quedará engañado". Luego,
entre líneas, completó la primera frase, añadiendo: "si no es por su
culpa". Y por fin añadió al margen: "Digo que no engañará, si hay
humildad". La edición príncipe omitió esta nota marginal.
4 La aclaración
"el maestro fray Domingo Báñez" fue añadida por la Santa al margen
del autógrafo. - Habla de sí misma: cf. Vida, c. 29, n. 5 y ss.: y Moradas VI,
c. 9, nn. 12-13.
5 En el n. 3.
6 Alude a un
campesino avilés, por nombre Juan Manteca, con gran fama de espiritual y
místico por los años de 1565. Presentado a la Santa, hubo de confesar sus
embustes (cf. la deposición de Isabel de S. Domingo en el Proceso de Zaragoza,
1595; B.M.C., t. 19, p. 81.
7 Se trate
claridad: como tratar verdad, es "tener claridad de trato". Los
editores han corregido siempre: trate con claridad.
Fuente: Mercaba
