TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN - CAPÍTULO III

San Luis María Grignion de Montfort muestra la perfecta consagración a Jesucristo

6. Transformación en María a imagen de Jesucristo.

218. Sí María, que es el árbol de la vida, está bien cultivada en ti mismo por la fidelidad a las prácticas de esta devoción, dará su fruto en tiempo oportuno, fruto que no es otro que Jesucristo.

Veo a tantos devotos y devotas que buscan a Jesucristo. Unos van por un camino y una práctica, los otros por otra. Y, con frecuencia, después de haber trabajado pesadamente durante la noche, pueden decir: "Hemos trabajado toda la noche sin pescar nada".

Y se les puede contestar: "Han trabajado mucho pero recogido poco" Jesucristo es todavía muy débil en ustedes. Pero por el camino inmaculado de María y esta práctica divino que les enseño, se trabaja de día, se trabaja en un lugar santo, se trabaja poco.

En María no hay noche, porque en Ella no hay pecado ni aún la menor sombra de él. María es un lugar santo. Es el santo de los santos, en donde son formados y moldeados los santos".

219. Escucha bien lo que digo: los santos son moldeados en María. Existe gran diferencia entre hacer una figura de bulto a golpes de martillo y cincel y sacar una estatua vaciándola en un molde. Los escultores y estatuarios trabajan mucho del primer modo para hacer una estatua y gastan en ello mucho tiempo. Más, para hacerla de la segunda manera, trabajan poco y emplean poco tiempo.

San Agustín llama a la Sma. Virgen molde de Dios: el molde propio para formar y moldear dioses. Quien sea arrojado en este molde divino quedará muy pronto formado y moldeado en Jesucristo y Jesucristo en él: con pocos gastos y en corto tiempo se convertirá en Dios, porque ha sido arrojado en el mismo molde que ha formado a Dios.

220. Paréceme que los directores y devotos que quieren formar a Jesucristo en sí mismos o en los demás, por prácticas diferentes a ésta, pueden muy bien compararse a los escultores que, confiados en su habilidad, industria y arte, descargan infinidad de golpes de martillo y cincel sobre una piedra dura o un trozo de madera tosca para sacar de ellos una imagen de Jesucristo.

Algunas veces, no aciertan a representar a Jesucristo al natural, ya por falta de conocimiento y experiencia de la persona del Señor, ya a causa de algún golpe mal dado que echa a perder toda la obra.

Pero a quienes abrazan este secreto de la gracia que les estoy presentando, los puedo comparar con razón a los fundidores y moldeadores que habiendo encontrado el hermoso molde de María en donde Jesús ha sido natural y divinamente formado sin fiarse de su propia habilidad sino únicamente de la excelencia del molde, se arrojan y pierden en María, para convertirse en el retrato al natural de Jesucristo.

221. ¡Hermosa y verdadera comparación! Mas, ¿quién la comprenderá? ¡Ojalá tú, hermano mío! Pero, acuérdate de que no se echa en el molde sino lo que está fundido y líquido; es decir, que ¡es necesario destruir y fundir en ti al viejo Adán para transformarte en el Nuevo, en María!

7. La mayor gloria de Jesucristo.

222. Por medio de esta práctica, observada con toda fidelidad, darás mayor gloria a Jesucristo en un mes, que por cualquier otra por difícil que sea en varios años.

Estas son las razones para afirmarlo:

1º si ejecutas tus acciones por medio de la Sma. Virgen como enseña esta práctica abandonas tus propias intenciones y actuaciones, aunque buenas y conocidas, para perderte por decirlo así en las de la Sma. Virgen, aunque te sean desconocidas. De este modo entras a participar en la sublimidad de sus intenciones, siempre tan puras que por la menor de sus acciones por ejemplo, hilando en la rueca o dando una puntada con la aguja dio mayor gloria a Dios que San Lorenzo sobre las parrillas y aun, que todos los santos con las acciones más heroicas. Esta es la razón de que durante su permanencia en la tierra la Sma. Virgen haya adquirido con cúmulo tan inefable de gracias y méritos, que antes se contarían las estrellas del firmamento, las gotas de agua de los océanos y los granitos de arena de sus orillas que los méritos y gracias de María y que haya dado mayor gloria a Dios de cuanta le han dado y darán todos los ángeles y santos. ¡Qué prodigio eres, oh María! ¡Sólo tú sabes realizar prodigios de gracias en quienes desean realmente perderse en ti!

223. 2º quien se consagra a María, por esta práctica como quiera que no estima en nada cuanto piensa o hace por sí mismo ni se apoya ni complace sino en los méritos de María para acercarse a Jesucristo y dialogar con El ejercita la humildad mucho más que quienes obran por sí solos. Estos, aun inconscientemente, se apoyan y complacen en sus disposiciones. De donde se sigue que el que se consagra totalmente a María, glorifica más perfectamente a Dios, quien nunca es tan altamente glorificado como cuando lo es por los sencillos y humildes de corazón.

224. 3º la Sma. Virgen a causa del gran amor que nos tiene desea recibir en sus manos virginales el obsequio de nuestras acciones, comunica a éstas una hermosura y esplendor admirables y las ofrece por sí misma a Jesucristo.

Es, por lo demás, evidente, que el Señor es más glorificado con esto que si las ofreciéramos directamente con nuestras manos pecadoras;

225. 4º finalmente, siempre que piensan en María, Ella piensa por ti en Dios. Siempre que alabas y honras a María, Ella alaba y honra a Dios por ti. María es toda relativa a Dios. Y yo me atrevo a llamarla "la relación de Dios", pues sólo existe con relación a El, o "el eco de Dios", ya que no dice ni repite sino Dios. Si tú dices María, Ella dice Dios.

Cuando santa Isabel alabó a María y la llamó bienaventurada por haber creído, Ella el eco fiel de Dios exclamó: "Proclama mi alma la grandeza del Señor". Lo que en esta ocasión hizo María, lo sigue realizando todos los días: cuando la alabamos, amamos, honramos o nos consagramos a Ella, alabamos, amamos, honramos y nos consagramos a Dios por María y en María.

 Fuente: Mercabá