El arzobispo de Sevilla pide
"explicar con fina pedagogía" a aquellos con quienes nos relacionamos
la gravedad del aborto y la eutanasia
Acaba de aprobarse en España una modificación de la ley del aborto. Una pequeña
modificación que no tiene nada que ver con la derogación de la Ley Aído (ley
actual del aborto) que prometía el Partido Popular en su programa
electoral.
Según se ha sabido, la derogación no se llevó a cabo por
cuestiones electorales y porque existe una mayoría en España que no ve el aborto
como un crimen y un gran mal. La mayoría de los españoles lo ven,
erróneamente, como una libertad en nombre del progreso y de la libertad de la
mujer.
Sin olvidar su intención de que la ley que permite el
aborto sea derogada, el arzobispo de Sevilla (España) ha escrito una carta
pastoral en la que, bajo el título Defender la vida siempre, pide
sensibilizar y concienciar, “abrir los ojos de aquellas personas con las
que nos relacionamos y explicarles con fina pedagogía la gravedad intrínseca del
aborto o de la eutanasia”.
“La experiencia nos dice que
en muchos casos las posturas cercanas a la cultura de la muerte no son fruto de
la mala voluntad, sino del esnobismo, la irreflexión o la falta de
formación”, afirma monseñor Asenjo y, por eso, pide: “afianzar una
cultura que respete, promueva y acoja la vida, toda vida, desde su concepción
hasta su ocaso natural”.
En su carta pastoral, advierte de las grandes
amenazas que se ciernen hoy sobre la vida: el hambre en el Tercer Mundo, el
terrorismo, la violencia doméstica, los accidentes de tráfico, las drogas y el
aborto.
Sobre esta última amenaza el arzobispo hace hincapié
en “la tragedia de su aceptación acrítica por una parte de nuestra
sociedad, en nombre del progreso y de la libertad de la
mujer”.
Monseñor Juan José Asenjo lo califica como “crimen
abominable” utilizando palabras del Concilio Vaticano II y muestra algunos
datos: “En el año 2014 se han practicado en España más de 120.000
abortos, que totalizan más de 1.750.000 desde que el Parlamento aprobara la ley
que los permite”.
El obispo no habla de cambio de legislación,
sino de cambio de mentalidad, y pide “moldear una conciencia cada vez más
respetuosa con el don de la vida, pues hoy existe el peligro cierto de
confundir el bien y el mal, lo legal y lo moral”.
De igual
manera pide ayuda para las madres en dificultades: “que ni una
sola acuda al procedimiento letal de sofocar la vida que lleva en sus entrañas”,
clama.
El prelado finaliza su carta pidiendo que se utilice el medio más
eficaz del cristiano: la oración. “Las parroquias y comunidades
cristianas deben encomendar cada día al Dios creador y amante de la vida que
libre a nuestra sociedad del flagelo del aborto”, recuerda.
Y añade: “Pidamos al Señor con insistencia que
florezca en nuestra sociedad un respeto creciente por el don sagrado de la vida
y que llegue el día en que el aborto sea suprimido de nuestras leyes”.
Fuente: Aleteia
