«Habíamos abandonado todo nuestro archivo. Como madre superiora del convento mi deber era salvarlo: contenía documentos que representaban un siglo de nuestra historia»
Si el Estado islámico conquistara vuestra ciudad y
os obligara a huir de la noche a la mañana, ¿volveríais atrás para recoger las
cosas más importantes que no os habéis podido llevar, corriendo el riesgo de ser
secuestrados, incluso asesinados?
La mayor parte de los 120.000
cristianos irakís que han sido obligados a huir el verano pasado por los
terroristas, refugiándose en Kurdistán, habrán pensado en hacerlo una vez,
pero Sor Sanaa Hana no solo lo ha pensado sino que lo ha hecho. Tres
veces.
En tres ocasiones la Madre Superiora de las
Hermanas del Sagrado Corazon ha vuelto a Mosul para recuperar registros
importantes dejados en manos del ISIS.
«El Estado islámico hizo
saltar el convento por los aires el 24 de noviembre», relata a la
sección americana de Ayuda a la Iglesia Necesitada desde su nueva “casa” en
Ankawa, barrio de la capital de Kurdistán, Erbil.
«Primero intentaron
hacer saltar por los aires las cuatro cruces del tejado. Después destruyeron
todo el edificio. No sabemos exactamente el porqué».
En junio, las
hermanas de Sor Sanaa, que en ese momento estaba fuera de la ciudad,
consiguieron escapar poco antes de que el Estado islámico tomase Mosul:
«Los disparos ya llegaban al convento, huyeron realmente en el último
instante. Pero antes consumieron el Santísimo Sacramento para no dejarlo
en manos de los yihadistas. Desgraciadamente tuvieron que abandonar el
tabernáculo porque no cabía en el coche».
Aun siendo consciente del «peligro de ser
secuestrada», fue y volvió de Mosul tres veces pasando por puestos de
control llenos de terroristas, pero ninguno la tocó.
Hoy, con otras veinte religiosas ha
reiniciado la vida del convento en Ankawa, donde imparten lecciones en
una escuela para refugiados, producen las hostias para las misas y cosen
hábitos litúrgicos para los sacerdotes.
También para ellas valen
las palabras del padre Janan, fraile siriaco-católico obligado a huir el verano
pasado de su convento: «Podemos haber perdido nuestras casas, pero Dios está con
nosotros en todas partes».
Fuente: Tempi.it/ReL
