Hay muchas maneras de dejar la tristeza a un lado y vivir con alegría la dulce presencia de Dios
Dani D.G. | Shutterstock |
«Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” 1 Tesalonicenses 5
Nos ocurre a
todos en algún momento de nuestras vidas. Sentimos nostalgia durante la Navidad,
sobre todo cuando los hijos se han marchado de la casa y ya no escuchamos sus
risas, ni vemos el jolgorio que se forma alrededor del arbolito de Navidad, los
presentes, o nos ayudan a armar el Nacimiento.
Hay un
silencio que aturde el alma. Nos ocurre también cuando los seres amados se
han marchado para la eternidad y nos hacen falta.
Fueron tantas
las alegrías que las extrañamos, las necesitamos de vuelta.
Una alegría sin
fin
Te diré un
secreto. Esas son alegría maravillosas que llenan la vida, y valen la pena,
pero son pasajeras. Lo sabes bien. Ahora vamos a buscar el gozo de
lo eterno, que nunca acaba, que está siempre en nosotros, y de la presencia
amorosa de Dios.
Te recomiendo
para empezar este camino, una buena confesión sacramental. Restaura tu amistad
con Dios. Vive en gracia.
Puedes y debes
ser plenamente feliz esta Navidad. Sé generoso (a) con todos.
Vívela como si
fuese la única en tu vida.
Haz que
la Navidad sea una gran fiesta espiritual, un
encuentro permanente con Jesús.
Vas a
experimentar su presencia amorosa que lo llena todo, lo abarca todo y podrás
exclamar con santa Teresa de Jesús: “SOLO DIOS BASTA”.
Fuera tristeza
¿Sientes
tristeza? ¿Te parece que caminas en la oscuridad? Busca la luz del mundo,
iluminará tus senderos, te guiará.
“Yo soy la luz
del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz
de la vida».
Juan 8
No puede haber
mucho lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida; la misma que acaba
con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad
prometida.
San León Magno
Actitud
positiva, oración, compartir
Tu actitud
optimista y positiva es importante. Igual que la oración. Este debe
ser para ti un tiempo de oración profunda y gozo por la Revelación de la
verdad.
Esta Navidad
olvídate por un momento de ti y piensa en los menos afortunados.
Comparte lo
que tienes, y no siempre es dinero. A muchos les basta una buena palabra, una
sopa caliente, un abrazo, un rato de compañía.
Deja a un lado
los apuros terrenales, las compras de última hora, los disgustos, los
congestionamientos vehiculares y vive plenamente este Adviento que
te prepara para la Navidad.
Hazlo
sumergiéndote en la oración y la dulce presencia de Dios. ¡Tu vida será
totalmente diferente!
La Navidad, si la vives a plenitud, te cambiará para siempre.
¡Ánimo! Dios va
contigo.
Claudio de
Castro
Fuente: Aleteia