Todos, realmente todos, deben sentirse acogidos en esta gran casa: los que tienen fe y los que la buscan; los que vienen a contemplar las muchas bellezas artísticas de Roma y los que quieren descifrar sus códigos culturales
Francisco
recibe en audiencia a técnicos y colaboradores de la Fábrica de San Pedro y,
elogiando el trabajo realizado a través de nuevos proyectos y colaboraciones,
recomienda utilizar las nuevas tecnologías y los instrumentos de vanguardia
«con un estilo misionero, no turístico», sin buscar «efectos especiales» sino
relatando la fe de la Iglesia. La invitación a los confesores: « Den siempre la
bendición a todos y perdonen a todos».
«Todos,
realmente todos deben sentirse bienvenidos» en la «gran casa» que es la
Basílica de San Pedro. Tanto «los que tienen fe y los que buscan la fe», como
«los que vienen a contemplar las muchas bellezas artísticas de Roma», y los que
vienen a buscar a los sacerdotes para confesarse. Esta es una de las
indicaciones del Papa en su discurso a los socios y técnicos de la Fábrica de
San Pedro recibidos esta mañana, 11 de noviembre, en el Palacio Apostólico
Vaticano.
En primer
lugar, el Papa les agradece «la laboriosidad» con la que se han iniciado
«nuevos proyectos y colaboraciones en beneficio de la Basílica de San Pedro».
Algunos son presentados al Pontífice a través de una pantalla en la Sala del
Consistorio. «Estuve allí el otro día para ver, es maravilloso lo que están
haciendo», dice fuera de texto, recordando que la Basílica es «una casa de
oración para todos los pueblos» y «nos fue confiada por quienes nos han
precedido en la fe y en el ministerio apostólico».
Es un don y
una tarea cuidarla, tanto en sentido espiritual como material, también a través
de las tecnologías modernas.
Gobernar la
técnica
Estos
instrumentos interpelan especialmente a la «creatividad» y a la
«responsabilidad». «De nosotros, en efecto -subraya el Papa Francisco- depende
el uso correcto y constructivo de un potencial ciertamente útil, pero
ambivalente». A veces sucede, sin embargo, que «el instrumento prevalece sobre
la finalidad a la que debe servir: es como si el marco se volviera más
importante que el cuadro». «Es necesario, por tanto, gobernar la técnica»,
recomienda el Pontífice, «recordando que sus productos son buenos no sólo
cuando funcionan bien, sino sobre todo cuando nos ayudan a crecer».
Morada
hospitalaria para los que vienen de todo el mundo
Este principio
es aún más válido para la Basílica de San Pedro y las diversas intervenciones
que requiere, para que «sea para todos los visitantes un lugar vivo de fe y de
historia, una morada hospitalaria, un templo de encuentro con Dios y con los
hermanos y hermanas que vienen a Roma de todo el mundo».
Todos,
realmente todos, deben sentirse acogidos en esta gran casa: los que tienen fe y
los que la buscan; los que vienen a contemplar las muchas bellezas artísticas
de Roma y los que quieren descifrar sus códigos culturales.
Tres
criterios
A propósito, el
Papa recuerda que el núcleo originario de la Basílica es la tumba de Pedro,
como atestiguan las enormes inscripciones en griego y latín que desde lo alto
acompañan a los fieles hasta el altar de la Cátedra. «Las obras que se
proyecten deben tener la misma finalidad: acompañar a los hombres y mujeres de
hoy; sostener su camino de discípulos, siguiendo el ejemplo de Simón Pedro».
Tres son, por tanto, los criterios que el Papa confía a los técnicos y
colaboradores de la Fábrica para guiar su trabajo: «La escucha de la oración,
la mirada de la fe, el tacto del peregrino».
Estilo
misionero
Francisco, como
primer punto, anima «el compromiso de la Fábrica y de sus colaboradores en la
adopción de tecnologías que favorezcan no sólo una participación interactiva de
las personas, sino sobre todo su toma de conciencia del lugar sagrado, que es
un espacio de meditación». En segundo lugar, la mirada de la fe, «para utilizar
las herramientas de vanguardia con un estilo misionero, no turístico, sin
buscar la atracción de los efectos especiales, sino invirtiendo en nuevos
medios para contar la historia de la fe de la Iglesia y de la cultura que ha
plasmado», subraya el Papa. Por último, el tacto del peregrino: «A lo largo de
los siglos, el arte escultórico, pictórico y arquitectónico se ha puesto al
servicio del pueblo de Dios utilizando las mejores tecnologías de la época.
¡Nuestros
predecesores han trabajado maravillosamente! Que cada nuevo proyecto esté en
continuidad con la misma intención pastoral.
La misión de
los confesores
Mirando siempre
a la Basílica, el Papa Francisco se detiene en «otra obra de arte» escondida en
ella: los confesores. «Por favor, que estén siempre, a mano, los confesores»,
pide. «La gente va, escucha algo, incluso los no cristianos se acercan para
pedir una bendición... En este mundo tan artístico y bello, existe también el
arte de la comunicación personal». Y «por favor», insiste el Papa, «digan a los
confesores que perdonen todo, ¡todo!».
Todo debe
ser perdonado. El Señor quiere esto y no hacer discursos: 'Debes...'. No, nada
de 'debes'. Te perdono y sigue adelante, con el Señor. Perdonar, no tanto
predicar; hay que decir algunas palabras, pero perdonar; que nadie salga [sin
bendición]. Incluso los que no son cristianos, los confesores me dicen que
muchas veces son musulmanes o de otras religiones, los vienen a pedir una
bendición. Den siempre la bendición a todos, y a los que quieran confesarse,
¡perdonen a todos, a todos!
Fuente: Vatican News