El pintor sevillano José María Méndez entrará después de Navidad en el monasterio cisterciense de Nuestra Señora de las Escalonías. «Rezar es ahora lo mejor a lo que puedo dedicar mi vida», afirma
José María Méndez. Foto cedida por José María Méndez. Dominio público |
Todo comenzó cuando, aquella noche, Alejandro y unos amigos se dirigían a una discoteca cercana atravesando el parque. Unos chicos les lanzaron una botella y en medio de la discusión se desató una pelea que acabó con Alejandro en el suelo, desangrándose a causa de un navajazo.
«Fue un cambio brutal para nuestra familia, todo nos saltó por los aires», recuerda hoy a Alfa y Omega su hermano José María. Los Méndez eran una familia «de hondas creencias y muy salesianos», afirma. Por ese motivo, cuando conocieron el asesinato de Alejandro, «disponíamos de unas convicciones que nos ayudaron mucho en ese momento».
Más allá de ese consuelo, su padre especialmente dio «un testimonio de fe y de perdón público e inmediato» que asombró a toda la sociedad sevillana. «Mi padre solía contar que cuando acudió a ver el cuerpo sin vida de Alejandro se sorprendió de su cara de placidez y que eso significaba que había perdonado y que teníamos que hacer nosotros lo mismo», dice hoy su hijo. «Mi madre y mi padre nos hicieron ver a todos alrededor, que la única forma de tener serenidad en esos momentos tan duros era tener fe y perdonar», añade. Concretamente, «para mí no supuso ningún trabajo porque vi que ellos lo vivían de manera natural», rememora.
Un amor de juventud
Al culpable del crimen lo detuvieron y fue juzgado y condenado. Al ser menor de edad fue internado en un centro durante ocho años, hasta que salió en libertad. El padre de Alejandro no quiso presentarse en el juicio ni pedir indemnización alguna, pues quería borrarlo todo con el perdón y no causar más dolor. José María, a sus 28 años, comenzaba por entonces su carrera como pintor y profesor en distintas academias y asociaciones. Dice que la muerte de su hermano «supuso para mí un cambio» que también se vio reflejado en su obra. En estos 25 años ha pintado sobre todo imágenes de carácter religioso, especialmente santos, en un estilo figurativo con mucha carga simbólica.
Hoy, 25 años después de todo aquello, José María Méndez se prepara para entrar después de Navidad en el monasterio cisterciense de Nuestra Señora de las Escalonías, en Córdoba. Dice que para él ha sido «un amor de juventud que he reencontrado ahora, a mis 53 años», pero que el detonante ha sido la película Libres, en la que aparecen distintos testimonios de monjas y monjes contemplativos. «Después de verla me fui a las Escalonías a ver qué pasaba y lo que ha pasado es que me voy para allá», dice entre risas. «He comprendido que “solo Dios basta”, como decía santa Teresa, y que rezar es ahora lo mejor a lo que puedo dedicar mi vida, aunque no esté de moda y a muchos no les parezca una opción. Pero sí que lo es».
Juan
Luis Vázquez Díaz-Mayordomo,
Fuente:
Alfa y Omega