El Pontífice subrayó el gran patrimonio humano de
Europa pero no tolera indiferencia: “No se puede tolerar que el Mediterráneo se
convierta en un gran cementerio de inmigrantes”
En un discurso histórico, el Papa Francisco ante el Pleno del Parlamento Europeo
en la sede de Estrasburgo invitó a una Europa desorientada a dejar de ser una
“abuela” y volver a dar vida. “Por lo que los grandes ideales que han inspirado
Europa parecen haber perdido fuerza de atracción, en favor de
los tecnicismos burocráticos de sus
instituciones”aseguró.
El Pontífice fue recibido con gran
calidez por 751 parlamentarios de los 28 países miembros de la Unión Europa que
representan los intereses de 500 millones de personas.
El Papa Francisco
les exhortó a trabajar por los derechos humanos, a repeler el egoísmo y el
Individualismo que además dejan víctimas entre los más débiles remarcando la
soledad de los ancianos y los jóvenes ante una crisis económica y social que
hace perder los orígenes de solidaridad y subsidiaridad queridos por los padres
fundadores.
En en su alocución, el Papa es directo y habla del
“cementerio” en el cuál se ha convertido el mediterráneo ante la indiferencia de
la Unión Europa al dolor de los migrantes que buscan un futuro mejor escapando
de la guerra y el hambre.
El primer Sucesor de Pedro venido del
continente americano invitó a los líderes europeos a volver a la firme
convicción de los “los Padres fundadores de la Unión Europea, los cuales
deseaban un futuro basado en la capacidad de trabajar juntos para superar”:
divisiones, favorecer la paz y la comunión entre todos los pueblos del
Continente y del mundo.
En este noble propósito político nacido después
del 1946, el Papa rememoró que en el centro se “encontraba la confianza en el
hombre, no tanto como ciudadano o sujeto económico, sino en el hombre como
persona dotada de una dignidad trascendente”.
Entretanto, confirmó que
“los intereses económicos no pueden ir contra la dignidad de la persona que
significa reconocer “derechos inalienables”.
En ese momento, la platea
interrumpió el discurso del Papa Francisco en un aplauso
apoteósico.
La soledad
Hablando de un hombre
relacional y "no adsoluto" denunció la soledad como una enfermedad continental.
“Una de las enfermedades que veo más extendidas hoy en Europa es la soledad-
lamentó el Pontífice - propia de quien no tiene lazo alguno. Se ve
particularmente en los ancianos, a menudo abandonados”, también en los “jóvenes
sin puntos de referencia y de oportunidades” y “en los numerosos pobres que
pueblan nuestras ciudades” y en los “inmigrantes”.
Sobre este último
argumento el Papa Francisco le jaló las orejas a la Unión. “No se puede tolerar
que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio. En las barcazas que
llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan
acogida y ayuda”. Además, surayó que la soledad que aqueja a las personas en
Europa se ha agudizado “por la crisis económica”.
Desconfianza en
las instituciones, egoísmo insostenible
El Santo Padre advirtió
que en la Unión Europea, “ha ido creciendo la desconfianza de los ciudadanos
respecto a instituciones consideradas distantes, dedicadas a establecer reglas
que se sienten lejanas de la sensibilidad de cada pueblo, e incluso
dañinas”.
“A eso se asocian - continuó- algunos estilos de vida un
tanto egoístas, caracterizados por una opulencia insostenible y a menudo
indiferente respecto al mundo circunstante, y sobre todo a los más pobres. Se
constata amargamente el predominio de las cuestiones técnicas y económicas en el
centro del debate político, en detrimento de una orientación antropológica
auténtica”.
El ser humano usado y descartado
El
ser humano corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de un mecanismo
que lo trata como un simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que –
lamentablemente lo percibimos a menudo –, cuando la vida ya no sirve a dicho
mecanismo se la descarta sin tantos reparos, como en el caso de los enfermos
terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños
asesinados antes de nacer.
Responsabilidad de los parlamentarios para proteger la
vida
Luego , realizó un apelo a los “parlamentarios” a preocuparse de la fragilidad de los pueblos y de las personas. “Cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la «cultura del descarte” sostuvo.
¿Cómo dar esperanza al futuro a las nuevas generaciones?
El Papa Francisco habló de dar esperanza a las nuevas
generaciones. Al respecto, realizó una metáfora de Europa y el célebre fresco de
Rafael que representa la Escuela de Atenas. “En el centro están Platón y
Aristóteles. “Me parece una imagen que describe bien a Europa en su historia,
hecha de un permanente encuentro entre el cielo y la tierra, donde el cielo
indica la apertura a lo trascendente, a Dios, que ha caracterizado desde siempre
al hombre europeo, y la tierra representa su capacidad práctica y concreta de
afrontar las situaciones y los problemas” afirmó.
Europa abrirse a la dimensión trascendente
“Una Europa que no es capaz de abrirse a la dimensión trascendente de la vida es una Europa que corre el riesgo de perder lentamente la propia alma y también aquel «espíritu humanista» que, sin embargo, ama y defiende” constató.
Entrentato, señaló que la cristiandad no atenta contra los ideales de la Unión Europea que persigue también “la paz, la subsidiariedad, la solidaridad recíproca y un humanismo centrado sobre el respeto de la dignidad de la persona. Por ello, quisiera renovar la disponibilidad de la Santa Sede y de la Iglesia Católica”.
A este respecto, también pidió de no “olvidar aquí las numerosas injusticias y persecuciones que sufren cotidianamente las minorías religiosas, y particularmente cristianas, en diversas partes del mundo”.
Lamentó que el silencio es complice de los extremismos de la violencia. “Comunidades y personas que son objeto de crueles violencias: expulsadas de sus propias casas y patrias; vendidas como esclavas; asesinadas, decapitadas, crucificadas y quemadas vivas, bajo el vergonzoso y cómplice silencio de tantos”.
Diversidad
Por otro lado, resaltó que “Europa es ‘una familia de pueblos’, que podrán sentir cercanas las instituciones de la Unión si estas saben conjugar sabiamente el anhelado ideal de la unidad, con la diversidad propia de cada uno, valorando todas las tradiciones”.
En tal caso, recordó que la Unión Europea está construida “sobre los principios de solidaridad y subsidiariedad, de modo que prevalezca la ayuda mutua y se pueda caminar, animados por la confianza recíproca”
El Papa Francisco invitó al Parlamento Europeo a “mantener viva la democracia de los pueblos de Europa” pero saliendo del “reino de la idea, de la mera palabra, de la imagen, del sofisma…” Y pidó, más bien “mantener viva la democracia” sin caer en “este momento histórico, que “desplazada” los derechos de las personas “ante las presiones de intereses multinacionales no universales”.
Derechos humanos y la dignidad de la persona
En este sentido, remarcó la importancia de los derechos humanos como resultado de un camino de “sufrimientos y sacrificios” que ha contribuido a la conciencia del “valor de la persona, única e irrepetible”.
El Papa lamentó las “demasiadas situaciones en las que los seres humanos son tratados como objetos, de los cuales se puede programar la concepción, la configuración y la utilidad, y que después pueden ser desechados cuando ya no sirven, por ser débiles, enfermos o ancianos”.
Entretanto, cuestionó que no hay dignidad cuando las personas no pueden expresar su “pensamiento” o profesar su “propia fe religiosa”. No hay dignidad ante la tiranía, la discriminación, cuando se pasa hambre o todavía peor no hay trabajo, que “le otorga dignidad” a la persona.
Individualismo, no confundir con derechos fundamentales
Asimismo, habló de un uso no correcto de los derechos humanos que se confunden con los “derechos individuales” desligados de un “contexto social”. En un tipo de individualismo que “se desconecta de los demás y del bien común de la sociedad”.
Luego , realizó un apelo a los “parlamentarios” a preocuparse de la fragilidad de los pueblos y de las personas. “Cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la «cultura del descarte” sostuvo.
¿Cómo dar esperanza al futuro a las nuevas generaciones?
El Papa Francisco habló de dar esperanza a las nuevas
generaciones. Al respecto, realizó una metáfora de Europa y el célebre fresco de
Rafael que representa la Escuela de Atenas. “En el centro están Platón y
Aristóteles. “Me parece una imagen que describe bien a Europa en su historia,
hecha de un permanente encuentro entre el cielo y la tierra, donde el cielo
indica la apertura a lo trascendente, a Dios, que ha caracterizado desde siempre
al hombre europeo, y la tierra representa su capacidad práctica y concreta de
afrontar las situaciones y los problemas” afirmó.Europa abrirse a la dimensión trascendente
“Una Europa que no es capaz de abrirse a la dimensión trascendente de la vida es una Europa que corre el riesgo de perder lentamente la propia alma y también aquel «espíritu humanista» que, sin embargo, ama y defiende” constató.
Entrentato, señaló que la cristiandad no atenta contra los ideales de la Unión Europea que persigue también “la paz, la subsidiariedad, la solidaridad recíproca y un humanismo centrado sobre el respeto de la dignidad de la persona. Por ello, quisiera renovar la disponibilidad de la Santa Sede y de la Iglesia Católica”.
A este respecto, también pidió de no “olvidar aquí las numerosas injusticias y persecuciones que sufren cotidianamente las minorías religiosas, y particularmente cristianas, en diversas partes del mundo”.
Lamentó que el silencio es complice de los extremismos de la violencia. “Comunidades y personas que son objeto de crueles violencias: expulsadas de sus propias casas y patrias; vendidas como esclavas; asesinadas, decapitadas, crucificadas y quemadas vivas, bajo el vergonzoso y cómplice silencio de tantos”.
Diversidad
Por otro lado, resaltó que “Europa es ‘una familia de pueblos’, que podrán sentir cercanas las instituciones de la Unión si estas saben conjugar sabiamente el anhelado ideal de la unidad, con la diversidad propia de cada uno, valorando todas las tradiciones”.
En tal caso, recordó que la Unión Europea está construida “sobre los principios de solidaridad y subsidiariedad, de modo que prevalezca la ayuda mutua y se pueda caminar, animados por la confianza recíproca”
El Papa Francisco invitó al Parlamento Europeo a “mantener viva la democracia de los pueblos de Europa” pero saliendo del “reino de la idea, de la mera palabra, de la imagen, del sofisma…” Y pidó, más bien “mantener viva la democracia” sin caer en “este momento histórico, que “desplazada” los derechos de las personas “ante las presiones de intereses multinacionales no universales”.
Derechos humanos y la dignidad de la persona
En este sentido, remarcó la importancia de los derechos humanos como resultado de un camino de “sufrimientos y sacrificios” que ha contribuido a la conciencia del “valor de la persona, única e irrepetible”.
El Papa lamentó las “demasiadas situaciones en las que los seres humanos son tratados como objetos, de los cuales se puede programar la concepción, la configuración y la utilidad, y que después pueden ser desechados cuando ya no sirven, por ser débiles, enfermos o ancianos”.
Entretanto, cuestionó que no hay dignidad cuando las personas no pueden expresar su “pensamiento” o profesar su “propia fe religiosa”. No hay dignidad ante la tiranía, la discriminación, cuando se pasa hambre o todavía peor no hay trabajo, que “le otorga dignidad” a la persona.
Individualismo, no confundir con derechos fundamentales
Asimismo, habló de un uso no correcto de los derechos humanos que se confunden con los “derechos individuales” desligados de un “contexto social”. En un tipo de individualismo que “se desconecta de los demás y del bien común de la sociedad”.
Fuente: Aleteia
