El impacto de este templo está unido a la medalla que lleva su nombre. Evangeliza y ofrece caridad para llegar a todos
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| Procesión con la Milagrosa por las calles del barrio. Foto: Parroquia de la Milagrosa |
Hay veces que
el pueblo hace a las instituciones tan suyas que hasta les da el nombre. Eso es
lo que sucedió con la parroquia de la Milagrosa: al principio se
denominaba iglesia de San Vicente de Paúl, en honor del fundador de los
religiosos que regentan el templo desde su inicio. Pero con el tiempo
los madrileños la empezaron a llamar la Milagrosa y así se ha quedado hasta hoy,
ya de manera oficial.
Los paúles
estuvieron al frente desde su edificación en 1904 y es una de las
iglesias más queridas no solo de Madrid sino de toda España, al ser el templo
nacional de la Asociación
de la Medalla Milagrosa. Por aquí han pasado en algún momento de sus vidas
numerosos santos. De hecho, en una casa adyacente san Josemaría Escrivá recibió
la inspiración para fundar el Opus Dei.
Enclavada en
el castizo barrio de Chamberí, la proyección de la parroquia va más allá no
solo de su territorio y de la misma diócesis, sino del país; de nuevo, sobre
todo gracias a la Medalla Milagrosa. De hecho, hace unos meses la parroquia
realizó un hermanamiento con la capilla de las apariciones de París, en
la rue du Bac, donde se le apareció la Madre de Dios a santa Catalina Labouré. «Lo celebramos con una procesión con la
imagen de la Virgen por las calles, algo que no se hacía desde un siglo atrás»,
afirma Jesús González Antón, el párroco.
Por esos
días, la urna de la iglesia donde la gente deposita sus cartas a María
en agradecimiento por los favores recibidos «se llenó por completo»,
atestigua González Antón. «Fue sorprendente: hubo muchísimos testimonios, unos
más largos y otros más breves, de muchas personas convencidas de que la Virgen
ha actuado a su favor en sus vidas», añade.
Además de
ello, cada mes de noviembre el templo se llena por la novena a la
Virgen de la Medalla Milagrosa. «Este año ni siquiera se podía entrar»,
relata el religioso, que cuenta también que en tan solo nueve días repartieron
50.000 medallas a la gente. «Muchos las compartieron entre sus amigos y
familiares, es un apostolado al que llamamos “el Evangelio de los pobres”»,
afirma.
Tiempo de
celebraciones
Aunque
fue levantada hace más de un siglo, hasta 1965 la Milagrosa no se
convirtió en parroquia. Estos meses está de celebración porque los paúles
conmemoran los 400 años de su fundación, con un lema que coincide a la
perfección con la actividad del templo: Buena Noticia y caridad.
¿Cómo se
anuncia la Buena Noticia en la Milagrosa? «De un modo similar al de otras
parroquias, aunque con características particulares», responde el
párroco. Hay pocos niños en la catequesis de iniciación cristiana,
porque ya la suelen recibir en un cercano colegio de las Hijas de la Caridad o
en algunos de los numerosos centros religiosos que hay en Chamberí.
Sí hay un grupo
de catecumenado de adultos para recibir los sacramentos, un número estable que
oscila entre diez y 15 cada año. Y luego hay otros que llevan la evangelización
adelante, algunos de la familia vicenciana como la Asociación Internacional de Caridad
(AICE) o las antiguas Conferencias de San Vicente de Paúl. Además, están la
Adoración Nocturna, Vida Ascendente, Renovación Carismática, Proyecto Amor
Conyugal, un numeroso grupo de Emaús mujeres y otro de hombres, y los jóvenes
de los retiros de Effetá.
En cuanto al
carisma de la caridad y del servicio, en torno a Cáritas parroquial funcionan
varios proyectos. González Antón destaca el ropero, una iniciativa «que sigue
en pie en un momento en el que algunos de los que había en Madrid están
despareciendo». También hay un economato con alimentos básicos para las
familias más humildes, con los productos a mitad de precio; y el proyecto
Seforis, que ofrece acompañamiento en la misma calle a personas sin hogar;
«sobre todo escucha y apoyo emocional, que es algo que necesitan mucho».
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega
