Las ofensas que recibimos de nuestros semejantes pueden dejar una huella tan profunda que nos impida perdonar. Haz esta oración para que Dios te ayude a hacerlo
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Los seres
humanos somos frágiles. Demostrar nuestros sentimientos puede ser todo un reto,
pero cuando las ofensas aparecen, pedir perdón resulta ser más complicado. Sin
embargo, cuando se trata de perdonar a quienes nos han ofendido puede ser una
decisión poco menos que imposible.
Así, el Señor
Jesús que conoce al ser humano profundamente, entendía todo el esfuerzo que
implica deshacernos de nuestro rencor y por eso nos dejó el Padre nuestro.
La quinta
petición del Padre nuestro
Encontramos en
el Catecismo de la Iglesia católica la siguiente
explicación sobre la quinta petición que hacemos a Dios cuando rezamos la frase
"perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden":
"Esta
petición es sorprendente. Si solo comprendiera la primera parte de la frase,
—'perdona nuestras ofensas'— podría estar incluida, implícitamente, en las tres
primeras peticiones de la Oración del Señor, ya que el Sacrificio de Cristo es
'para la remisión de los pecados'. Pero, según el segundo miembro de la frase,
nuestra petición no será escuchada si no hemos respondido antes a una
exigencia. Nuestra petición se dirige al futuro, nuestra respuesta debe haberla
precedido; una palabra las une: 'como'" (CEC 2838).
¿De verdad
perdonamos así, entendiendo lo que pedimos a Dios? Seguramente no. Por eso, no
nos cansemos de rezar la oración que nos dejó nuestro Señor Jesucristo tantas
veces como nos sea posible. Podemos también agregar la siguiente:
Oración
"Amado
Señor Jesús, Te doy gracias porque Tú eres un Dios misericordioso y
compasivo, que siempre estás dispuesto a amar y perdonar la maldad, pasando por
alto nuestros delitos.
Reconozco que
por medio de Jesús me has anunciado el perdón de los pecados, justificándome
por la fe en el sacrificio de tu Hijo en la cruz.
Consciente de
esta inmensa gracia, te pido que me ayudes a reflejar Tu carácter en mis
relaciones cotidianas. Dame la fuerza para comprender a mis hermanos
y perdonar a quienes tienen queja contra mí o me han ofendido, tal
como el Señor Jesús me perdonó a mí.
Entendiendo
que el que perdona la ofensa cultiva el amor en lugar de dividir a
los amigos, elijo actuar con misericordia y olvidar el rencor.
Sé que si yo
perdono a otros el mal que me han hecho, Tú, mi Padre celestial, también me
perdonarás. Ayúdame a vivir este principio de corazón, volviéndome siempre a
Ti, sabiendo que jamás me abandonarás.
Amén".
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia
