Nada más honroso para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo
Dominio público |
En
sus libros, sobre todo "Diálogo con el Judío Tifón" nos cuenta que
tuvo un largo camino filosófico de búsqueda de la verdad,luego del cual, llegó
a la fe cristiana. Fundó una escuela en Roma, donde enseñaba gratuitamente a
los alumnos en la nueva religión, considerada como la verdadera filosofía.
En
ella, de hecho, había encontrado la verdad y por tanto el arte de vivir de
manera recta. Por este motivo fue denunciado y fue decapitado en torno al año
165, bajo el reino de Marco Aurelio, el emperador filósofo a quien Justino
había dirigido su «Apología».
Justino
y su obras demuestran cómo la Iglesia celebraba el culto desde sus inicios. Las
actas que se conservan acerca del martirio de Justino son uno de los documentos
más impresionantes que se conservan de la antigüedad. Justino es llevado ante
el alcalde de Roma, y empieza entre los dos un diálogo emocionante:
Alcalde. ¿Cuál es su
especialidad? ¿En qué se ha especializado?
Justino. Durante mis primero
treinta años me dediqué a estudiar filosofía, historia y literatura. Pero
cuando conocí la doctrina de Jesucristo me dediqué por completo a tratar de
convencer a otros de que el cristianismo es la mejor religión.
Alcalde. Loco debe de estar para
seguir semejante religión, siendo Ud. tan sabio.
Justino. Ignorante fui cuando no
conocía esta santa religión. Pero el cristianismo me ha proporcionado la verdad
que no había encontrado en ninguna otra religión.
Alcalde. ¿Y qué es lo que enseña
esa religión?
Justino. La religión cristiana
enseña que hay uno solo Dios y Padre de todos nosotros, que ha creado los
cielos y la tierra y todo lo que existe. Y que su Hijo Jesucristo, Dios como el
Padre, se ha hecho hombre por salvarnos a todos. Nuestra religión enseña que
Dios está en todas partes observando a los buenos y a los malos y que pagará a
cada uno según haya sido su conducta.
Alcalde. ¿Y Usted persiste en
declarar públicamente que es cristiano?
Justino. Sí declaro públicamente
que soy un seguidor de Jesucristo y quiero serlo hasta la muerte.
El
alcalde pregunta luego a los amigos de Justino si ellos también se declaran
cristianos y todos proclaman que sí, que prefieren morir antes que dejar de ser
amigos de Cristo.
Alcalde. Y si yo lo mando
torturar y ordeno que le corten la cabeza, Ud. que es tan elocuente y tan
instruido ¿cree que se irá al cielo?
Justino. No solamente lo creo,
sino que estoy totalmente seguro de que si muero por Cristo y cumplo sus
mandamientos tendré la Vida Eterna y gozaré para siempre en el cielo.
Alcalde. Por última vez le
mando: acérquese y ofrezca incienso a los dioses. Y si no lo hace lo mandaré a
torturar atrozmente y haré que le corten la cabeza.
Justino. Ningún cristiano que
sea prudente va a cometer el tremendo error de dejar su santa religión por
quemar incienso a falsos dioses. Nada más honroso para mí y para mis
compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer nuestra vida en sacrificio por
proclamar el amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo.
Los
otros cristianos gritaron que ellos estaban totalmente de acuerdo con lo que
Justino acababa de decir.
Justino
y sus compañeros, cinco hombres y una mujer, fueron azotados cruelmente, y
luego les cortaron la cabeza.
Y
el antiguo documento termina con estas palabras: "Algunos fieles
recogieron en secreto los cadáveres de los siete mártires, y les dieron
sepultura, y se alegraron que les hubiera concedido tanto valor, Nuestro Señor
Jesucristo a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amen".
Fuente: ACI