¿OLVIDASTE REZAR? AQUÍ TIENES EL CONSEJO AMISTOSO DE UN SANTO

Ninguno de nosotros es perfecto y, a menudo, incluso con las mejores intenciones, nos olvidamos de orar. San Francisco de Sales nos ofrece algunos consejos sobre cómo remediar la situación

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Muchos de nosotros nos entusiasmaremos al orar diariamente e incluso podremos proclamar con valentía que oraremos todas las mañanas durante una hora.

Sin embargo, después del primer día nuestro entusiasmo puede flaquear y luego, al tercer día, empezamos a olvidarnos de orar.

La vida puede volverse agitada y, aunque queramos orar todos los días, nuestra voluntad puede no ser tan fuerte como imaginamos.

¿Qué debemos hacer?

El consejo de un santo

San Francisco de Sales reconoció esta situación en su Introducción a la Vida Devota y animó a los laicos a no darse por vencidos.

La primera clave es orar tan pronto como podamos :

Si ocurriera que tu mañana transcurriera sin la meditación acostumbrada, ya sea por la presión de los negocios o por cualquier otra causa (interrupciones que debes tratar de evitar en lo posible), intenta reparar la pérdida por la tarde.

Básicamente, una vez que lo recuerdes, haz un esfuerzo intencional para orar en el próximo momento disponible.

San Francisco de Sales también nos da un consejo un tanto humorístico , aunque también práctico: No reces inmediatamente después de una comida :

Pero no inmediatamente después de una comida, porque tal vez te dé sueño, lo cual es malo tanto para tu meditación como para tu salud.

Él reconoció nuestras tendencias humanas y sugiere que escojamos un momento en el que no nos quedemos dormidos durante nuestras oraciones.

Nuevamente, la clave principal es orar tan pronto como sea posible, pero también tomar la firme resolución de orar al día siguiente:

Pero si no puedes suplir la omisión durante todo el día, debes remediarla en lo que sea posible con una oración jaculatoria y con la lectura de algún libro espiritual, junto con un acto de penitencia por la negligencia, junto con una firme resolución de hacerlo mejor al día siguiente.

Si con frecuencia te olvidas de orar, no caigas en la desesperación y abandones tu vida de oración.

En lugar de eso, deja que Dios te levante y vuelve a intentarlo siempre. Puede que no seamos perfectos, pero siempre podemos esforzarnos por ser mejores.

Philip Kosloski 

Fuente: Aleteia