Entre tantas escuelas, criterios y métodos de discernimiento, la Iglesia instruye el social con base en los principios que rigen su doctrina social
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El
discernimiento, en tanto ejercicio para distinguir una cosa de otra, señalando
la diferencia que hay entre ambas, ofrece un carácter moral cuando se utiliza
para conocer el bien, distinguiéndolo del mal. La Iglesia enseña que el
discernimiento, junto con la razón y la voluntad libre, es una facultad propia
del ser humano (Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia –CDSI–, n 114).
El
discernimiento y los principios de la Doctrina Social de la Iglesia
A nivel secular
y moral hay una diversidad de criterios y métodos de discernimiento; pero para
el caso social, la Iglesia instruye que los principios de su doctrina social
son “el primer y fundamental parámetro de referencia para la interpretación
y la valoración de los fenómenos sociales, necesario porque de ellos se pueden
deducir los criterios de discernimiento y de guía para la acción social, en
todos los ámbitos” (CDSI, n. 161).
Estos
principios son:
Valorar el
acontecer social desde estos principios permite construir la acción social
teniendo al ser humano como centro y objeto de toda operación social. No se
trata de un humanismo sin alma, sino de una opción eminentemente evangélica que
parte desde la infinita dignidad humana que le viene no solo desde la acción
creadora de Dios, sino también de su acción redentora y santificadora. En
efecto las tres Divinas Personas son un mismo Amor, diferenciado en su obrar:
Dios Padre, es Amor creador; Dios Hijo, Amor redentor; y Dios Espíritu Santo,
Amor santificador.
La
centralidad del ser humano
Esta
centralidad del hombre en la acción pastoral y social de la Iglesia la instruye
la Doctrina Social cuando señala:
“La acción
pastoral de la Iglesia en el ámbito social debe testimoniar ante todo la verdad
sobre el hombre. La antropología cristiana permite un discernimiento de los
problemas sociales, para los que no se puede hallar una solución correcta si no
se tutela el carácter trascendente de la persona humana, plenamente revelado en
la fe. La acción social de los cristianos debe inspirarse en el principio
fundamental de la centralidad del hombre” (CDSI, n. 527).
Cabe agregar
que la “centralidad del hombre” no solo es a nivel personal, sino también
comunitaria: “De ese modo, la Iglesia, mediante su multiforme testimonio
evangélico, promueve la conciencia de que el bien de todos y de cada uno es el
recurso inagotable para desarrollar toda la vida social” (CDSI, n. 527).
Método de
discernimiento social
- “El fiel
laico está llamado a identificar, en las situaciones políticas concretas, las
acciones realmente posibles para poner en práctica los principios y los valores
morales propios de la vida social. Ello exige un método de discernimiento,
personal y comunitario, articulado en torno a algunos puntos claves:
- el
conocimiento de las situaciones, analizadas con la ayuda de las ciencias
sociales y de instrumentos adecuados;
- la reflexión
sistemática sobre la realidad, a la luz del mensaje inmutable del Evangelio y
de la enseñanza social de la Iglesia;
- la
individuación de las opciones orientadas a hacer evolucionar en sentido
positivo la situación presente” (CDSI, n. 568).
La cita
anterior pone de manifiesto que el discernimiento social cristiano conjunta las
posibilidades que brindan las ciencias sociales y las métricas científicas, con
la reflexión moral desde el tamiz del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y
de la moral social de la Iglesia. Y todo ello, en una estrategia que posibilita
y anima una acción concreta y determinada; de lo contrario, el discernimiento
quedaría vocacionalmente trunco.
Luís Carlos Frías
Fuente: Aleteia
