CUSTODIO BALLESTER: «EL CRISTIANISMO SE HA EXTENDIDO POR LA PALABRA Y LA PREDICACIÓN; EL ISLAM, POR LA ESPADA»

El sacerdote catalán recurre a Benedicto XVI y a Manuel II Paleólogo para advertir sobre «el blanqueo del islamismo en el mundo occidental»

El Debate

Lo suyo fue una cacería en toda regla por firmar un artículo titulado El imposible diálogo con el islam.

En él, el padre Custodio Ballester afirmaba que «en los países donde los musulmanes tienen el poder, los cristianos son brutalmente perseguidos y asesinados. ¿De qué diálogo hablamos, pues?». Quizás habría bastado con investigar un poco para descubrir que lo que este sacerdote barcelonés de 61 años de edad decía era, sencillamente, la verdad. Las naciones musulmanas aparecen siempre en los listados de los países más transgresores en materia de libertad religiosa, y en muchos de ellos –Nigeria, Níger, Sudán...– los cristianos son masacrados por su fe.

Fue denunciado por asociaciones islamistas radicales, y acaba de ser absuelto de los cargos de «delitos de odio».

– Antes que nada, ¿cómo se encuentra usted después de esta sentencia absolutoria y de estos años de acoso por parte de los fundamentalistas?

– No me preocupé, porque este asunto ya lo arrastro desde hace ocho años, y al final me lo cargué a la espalda y viví con ello, porque no puede ser de otra manera. Pero me preocupé realmente en el momento del juicio, esas cuatro horas que tuvimos. Luego, al cabo de 15 días, me llamaron unos compañeros tuyos. Me dijeron: Felicidades por la absolución. ¡Hombre, pues casi no me lo esperaba, me esperaba que llevaría más tiempo! Tres, cuatro meses. Una sentencia de estas que no acaba nunca de salir. Por tanto, me alegré. Me alegré mucho, sobre todo porque mucha gente estuvo rezando por mí y uniéndose a la oración y haciendo novenas. Recuerdo que había un sacerdote malagueño que estuvo en el juicio. Estuvo rezando el rosario durante la vista...

– Si la resolución fue tan rápida, es señal de que estaba muy clara...

– Sí. Mi abogado me dijo que la postura de los tres jueces que habían estudiado el caso ya lo tenían más o menos decidido. Prácticamente no tomaron ningún apunte. Era un asunto que se tenía estudiado ya.

Cuatro horas de juicio

– Durante esas cuatro horas en las que usted escuchaba lo que los acusadores decían sobre usted, ¿qué sentía?

– Bueno, es que ya lo habían dicho otras veces en el escrito de acusación. Lo decían hasta mucho peor. Es decir, era simplemente que mi discurso les había afectado espiritualmente. Hubo uno de los abogados que le preguntaba a una de la Asociación de Musulmanes Contra la IslamofobiaDígame usted qué daño concreto, manifiesto, cuantificable, ha tenido usted por las declaraciones del acusado. Y ella respondió: Bueno, no, es que me he sentido angustiada. He visto cómo la gente me miraba de reojo. Y el abogado insistía. Hasta que el presidente dijo: Déjelo, porque la pregunta está contestada. La señora tenía una afectación espiritual... Imagínate en una audiencia provincial hablando de las afectaciones espirituales...

– Hay en la Iglesia quizás un exceso de discurso buenista, de tender puentes, de diálogo... Pero Cristo era incómodo... Buscaba al pecador y practicaba la misericordia, pero no renunciaba a predicar la verdad. ¿Cómo conjuga usted el vivir conforme al Evangelio sin renunciar a la verdad y, a la vez, vivir en caridad?

– Esa misma gente que hace los discursos buenistas sabe que las cosas son como digo. Tal vez políticamente interese quedar bien con todos y limar asperezas en el discurso del día a día. Pero todos saben que detrás de esa política de blanqueo que tiene el islam en el mundo occidental existe un Corán monolítico en el que hay 200 suras donde se llama a la violencia contra el infiel. Pero eso no es un problema que tenga yo, lo tiene el islam. Que no me hagan culpable a mí de un problema que tienen ellos.

Buenismo o caridad

– Algunos en la Iglesia parecen buscar la paz por encima de la verdad y la caridad...

– Yo diría que, respecto a este buenismo, hay más bien voluntarismo. Quieren creerse ese discurso, pero en el fondo saben que no, que por el mismo hecho de de constituirse, las religiones son excluyentes, se excluyen unas a otras. Es decir, el cristianismo se ha extendido por la palabra y la predicación; el islam se ha extendido por la espada, como dijo Benedicto XVI citando a Manuel II Paleólogo. Son contrapuestas.

El islam quiere expandirse e instaurar la ley islámica, y el cristianismo quiere convertir los corazones para que, al lado de Cristo, pueda recibir la gracia y la salvación. Podemos llegar, podríamos decir, a una mínima convivencia de tal vez soportarnos unos a otros amigablemente. Yo, con un musulmán, puedo tomar un café, puedo hablar del tiempo, puedo hablar de la alineación del Real Madrid para el próximo domingo... pero ponerme a hablar de la Santísima Trinidad y del Concilio de Nicea, que son dos cosas que tienen ellos atragantadas...

Ellos dicen que Jesucristo nunca habló de la Trinidad. Hombre, no hizo ninguna definición dogmática. Pero tú lees el Evangelio y ves perfectamente cómo el Padre lo señala como Hijo, y el Espíritu Santo lo señala como el elegido para una misión. Y en el Concilio de Nicea –que siempre te sacan–, dicen que la Iglesia se inventó la divinidad de Jesucristo. Hombre, claro, si lo fundamental se niega, qué diálogo interreligioso puede haber.

Ni siquiera cuando el islam estaba en España vivían felizmente. Solo podían practicar la fe cristiana los que pagaban el impuesto que, al final, cuando reconquistaron Toledo, los últimos mozárabes eran los que eran ricos y todavía pagaban el impuesto. Todos los demás, o habían muerto, o eran asesinados, o se habían hecho musulmanes. Los mozárabes eran cuatro y el cabo.

– Por sus palabras, me da la impresión de que usted sí ha podido hablar con numerosos musulmanes.

– Bueno, he hablado con algunos que sabían un poquito. Con muchos no, pero yo tuve una conversación muy interesante con Omar, el musulmán, que estaba conmigo en el programa Código Diez de la Cuatro, en el que al final de la entrevista estaba muy enfadado porque no le habían dejado hablar del matrimonio ni de lo que piensan los musulmanes sobre, por ejemplo, la homosexualidad. Me interesó sobre todo lo que me dijo: que si quitamos la Trinidad y la divinidad de Jesucristo, cristianos y musulmanes somos iguales y somos hermanos. Claro, ciertamente, si apretamos un poquito en el plano moral, en el del comportamiento moral, los valores familiares, matrimoniales y hasta un poquito la moral sexual, tal vez estamos más cerca los cristianos de los musulmanes que de los políticos que desde Bruselas están destruyendo la demografía en Europa con el aborto, la eutanasia y todas las mandangas de la ideología de género.

Islam y los homosexuales

– Aunque a los musulmanes no se les tiene tan en cuenta su oposición a la homosexualidad, o su visión sobre la mujer. Con la Iglesia católica, el mundo sí parece ser muy riguroso...

– Sí, sí. Hay ciertamente una doble vara de medir, porque los que controlan todo esto, que es el Gobierno, a través de la Fiscalía de Odio, ha decidido que el islam aquí en España es un colectivo vulnerable, y cualquier respiración demasiado fuerte que tú puedas hacer, cualquier suspiro, puede provocar una ofensa a la religión islámica.

En cambio, el catolicismo es una religión, una comunidad suficientemente fuerte en España para que pueda recibir cualquier tipo de vapuleo. Y no pasa absolutamente nada por eso. Cualquier ofensa al islam es inmediatamente delito de odio, y cualquier majadería contra el cristianismo es libertad de expresión. Ahí tienes al al sacristán de Algeciras, que fue asesinado por aquel musulmán con un machete y que hirió previamente a otro sacerdote, que tuvieron que ser los de Abogados Cristianos quienes introdujesen el agravante de odio, porque el fiscal solo había puesto asesinato. En cambio, si hubiera sido al revés, si hubiera sido un cristiano que hubiera pegado una bofetada con la mano abierta a un musulmán, de oficio se hubiera puesto delito de odio. Se ve claramente que el delito de odio es una arbitrariedad, que no se persigue el odio, sino que se persigue a unas determinadas comunidades en detrimento de otras.

– Pues parece que funciona, porque hay muchos obispos y sacerdotes muy callados. En general, no se atreven a decir nada que suene demasiado estridente...

– Hombre, claro, si tú dices algo que pueda ofender a alguien, a algún colectivo que se declare vulnerable –los musulmanes, el colectivo LGTBI– si te van a meter cuatro años de cárcel, esas penas exageradas que tiene el delito de odio, pues logran callar el discurso.

«Ser más diplomático»

– Le habrán dicho muchas veces –incluso sacerdotes o compañeros– que su discurso es muy catastrofista, que no es para tanto, que a lo mejor uno tiene que ser más diplomático. ¿Usted qué responde?

– Bueno, decía Benedicto XVI que el diálogo siempre llega hasta cierto punto Y, en ese punto, sólo el salto a la verdad nos ayuda a progresar. Claro, es que el salto a la verdad hemos de darlo continuamente. Si los sacerdotes no predicamos continuamente, el mundo predica las 24 horas. Nosotros predicamos –los que más– cinco minutos al día, y a lo mejor el domingo diez minutos más.

Pero si nosotros no predicamos, no damos a nuestra gente el criterio justo, el criterio evangélico para distinguir el bien del mal, la verdad de la mentira, el mundo nos va a comer, y la gente que viene a misa al final acaba pensando y actuando como el que no pisa nunca la Iglesia. Por tanto, hay que contrarrestar ese discurso, que es de la apostasía. Quieren que renunciemos a nuestras más íntimas convicciones, porque, fíjate que la fe que uno profesa, que celebran los sacramentos, ha de vivirla de una determinada manera, no de una manera cualquiera.

Stephen George 

El cristiano tiene que vivir la castidad. El soltero, como soltero; el cura, como cura, y el casado, como casado, que renuncia a todas las mujeres menos a la suya. Los sacerdotes renunciamos a todas. Por tanto, la diferencia no es tanta... La castidad es para todos. Claro, si no hablamos de la castidad a los jóvenes, que tienen que guardar su castidad hasta el matrimonio, entonces estamos desorientando a la gente. No podemos convertir a la gente con cantos piadosos solo, sino con una predicación moral firme.

Benedicto XVI y Ratisbona

– Cita a Benedicto XVI, que también tuvo su particular viacrucis con su discurso en Ratisbona...

–Precisamente yo hablé de él en el debate con el fiscal en el juicio, porque me preguntó por qué decía yo que la inmigración indiscriminada era como una mancha que se extendía, como una termita que destruía todo, y que yo me estaba refiriendo a que en esa inmigración indiscriminada se infiltran elementos radicales que tienen esa intención, la de destruir la civilización occidental.

Pero, sobre todo en mi artículo donde decía que es imposible el diálogo, parafraseaba al Papa Benedicto XVI, que decía precisamente eso, citando a Manuel II Paleontólogo: que el islam se ha extendido por la espada. Y el cristianismo lo ha hecho por la palabra, por la predicación y el convencimiento. Esa es la diferencia fundamental. Es que las cosas son así, y si no las explicamos como son, pues nos estamos equivocando.

El otro día leí un artículo que decía que estas asociaciones islámicas que hay en España, sobre todo estas contra la islamofobia, están financiadas por los Hermanos Musulmanes de Egipto, que tienen la intención de blanquear el islam en Occidente y, de paso, perseguir a todos aquellos que señalen al islam mostrándolo como un peligro. Claro, es que estamos con las manos atadas. Esto no es un juego. No es un juego de verdad, es un juego fraudulento. Hay quien juega con todos los instrumentos y nosotros estamos jugando la pata coja. No puede ser. No es justo esto.

– De hecho, también es interesante constatar que hay datos de numerosas conversiones en todo el mundo de musulmanes al cristianismo, pero que lo tienen que llevar en secreto absoluto, porque se juegan la vida y el ser repudiados por sus familias...

– Precisamente estuve hablando en un canal de Miami, con un grupo de católicos de allí, que tienen como apostolado precisamente esto: la conversión de los musulmanes, la acogida de aquellos musulmanes que se han convertido. Salieron dos musulmanes con el rostro un poco oscurecido para que no se viera quiénes eran. Uno de ellos me dijo: Le felicito, padre, porque con sus palabras ha indicado lo difícil que es para un musulmán convertirse. Para nosotros, cambiar de religión es renunciar a todo lo que ha sido nuestra vida; es renunciar a nuestro país, a nuestra familia, a nuestro pasado, y empezar de nuevo realmente.

Como bien dices, lo tienen que llevar en secreto, porque el musulmán apostata, según ellos, el reo de muerte. Claro, ¿cómo quieres blanquear esa realidad del islam?

Álex Navajas

Fuente: El Debate