El segundo libro de los Macabeos nos regala la historia de un hombre anciano con el que comprobamos que los adultos mayores siempre serán un ejemplo inspirador
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En todas las
épocas encontramos historias que dejan enseñanzas nutritivas; y en la Sagrada
Escritura, leemos en el segundo libro de los Macabeos el testimonio de Eleazar,
un anciano que elige la muerte antes que dar un mal ejemplo, como muchos de
nuestros adultos mayores.
Un
testimonio de fe
La historia
comienza de este modo:
Había un hombre
llamado Eleazar, de edad avanzada y aspecto muy digno. Era uno de los
principales maestros de la ley. Querían obligarlo a comer carne de puerco y
para ello le abrían a la fuerza la boca. Pero él, prefiriendo una muerte
honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente hacia
el suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares
prohibidos, aun a costa de la vida (2 Mac 6, 18-20).
Eleazar amaba
tanto a Dios que no podían forzarlo a comer carne de puerco, pero los amigos
que presidían el sacrificio pagano le proponían fingir con carne permitida,
solamente para librarse de la muerte.
Una conducta
intachable
Sin embargo,
eso no era lo que él deseaba. El libro continúa:
Pero Eleazar,
adoptando una actitud cortés, digna de sus años y de su noble ancianidad, de
sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre
todo, digna de la ley santa, dada por Dios, respondió enseguida:
“Envíenme al
sepulcro, pues no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer los jóvenes que
Eleazar, a los noventa años, se ha pasado al paganismo. Y si por miedo a perder
el poco tiempo de vida que me queda, finjo apartarme de la ley, se van a
extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar y deshonrar mi vejez. Y aunque
por el momento me librara del castigo de los hombres, ni vivo ni muerto me
libraría de la mano del Omnipotente. En cambio, si muero ahora como un
valiente, me mostraré digno de mis años y dejaré a los jóvenes un gran ejemplo,
para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a
nuestra santa y venerable ley”(2 Mac 6, 23-28) .
Una muerte
digna y un gran ejemplo
Después de
pronunciar estas palabras, los amigos endurecieron su actitud. Él fue
valientemente al suplicio y estando a punto de morir a causa de los golpes,
pudo decir entre suspiros:
“Tú, Señor, que
todo lo conoces, bien sabes que pude librarme de la muerte; pero, por respeto a
ti, sufro con paciencia y con gusto, crueles dolores en mi cuerpo y en mi
alma”.
De esta manera,
Eleazar terminó su vida y dejó no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un
ejemplo memorable de virtud y heroísmo (2 Mac
30-31).
Que Dios
bendiga siempre a los adultos mayores.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia
