LA MUERTE DE UN HIJO NO ANULA LA PATERNIDAD: LA TRANSFORMA

Padres y madres que han pasado por un duelo gestacional o perinatal comparten en Madrid sus impactantes experiencias

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La muerte de un hijo no anula la paternidad, sino que la transforma. Lo constataron padres y madres que han perdido un hijo durante el embarazo, o poco después de su nacimiento, en un encuentro celebrado en Madrid este miércoles, Día Internacional del Duelo Gestacional y Perinatal.

De la experiencia de perder tan pronto un hijo “surge una paternidad nueva, herida pero fecunda”, destaca a Aleteia la funeraria En Vela, organizadora del encuentro.

Esa nueva paternidad es “capaz de acompañar, consolar y dar sentido a lo que otros padres también han vivido, siendo una luz y un apoyo”, asegura.

¿Qué hago con el cuerpo de mi hijo?

Olatz y José Manuel fueron una de las parejas que explicó su experiencia en el encuentro, celebrado en la Biblioteca municipal Eugenio Trías.

Ellos perdieron a su hijo Jaime durante el primer trimestre del embarazo, concretamente con 11 semanas de gestación.

En una revisión escucharon las palabras: “No hay latido”. Volvieron a casa con las pastillas que se prescriben para “provocar el parto” del bebé. 

Y a los pocos días, Olatz dio a luz en su casa. Ella se preguntaba: “¿Ahora qué hago con el cuerpo de mi hijo? No lo voy a tirar”. 

A José Manuel le impactó mucho ver sin vida ese cuerpecito diminuto y perfecto: “Me eché a llorar, me puse de rodillas y le di un beso”. 

“Puede parecer raro, pero es que es tu hijo, está ahí y, en mi caso, se me activó toda la paternidad del mundo, asegura José Manuel

Olatz y José Manuel lamentan la falta de acompañamiento y de información porque “cuando te dan la medicación, se asume que los restos del bebé van a ir al váter”. 

Reconocer y enterrar

Para la funeraria En Vela, “reconocer el cuerpo de este hijo y enterrarlo va más allá de ser un acto de dignidad”. 

“El dolor, que es real, no tiene la última palabra -afirmó Olatz-. El Cielo se nos hizo más patente que nunca con la certeza de que no estamos solo hechos para este mundo, sino para la eternidad”. 

La muerte y el entierro de este bebé sirvió además para fortalecer el matrimonio y compartir con sus otros hijos la realidad de la vida. 

“Vemos que el ser humano está llamado a esto, a amar a su hijo, a darle un lugar a su hijo, a enterrar a su hijo”, destacó José Manuel. 

El amor que brota del dolor

Varios padres y madres expresaron que, tras oír los testimonios, habían logrado poner palabras a lo que ellos mismos vivieron, un sufrimiento muchas veces silenciado o invisibilizado. 

“Fue conmovedor ver cómo, al compartir sus historias, la herida dejaba de ser un lugar solitario para convertirse en un espacio compartido; cómo el amor, la fuerza y los frutos de vida brotan a raíz del dolor, y no al margen de él”, destaca En Vela. 

“Queremos que el duelo por un hijo que falleció antes de nacer, tan silenciado, se escuche, se mire y se acompañe con la dignidad que le corresponde -añade-, para no buscar el consuelo fuera del dolor y de la realidad, sino en la luz y el amor que se puede descubrir en él”.

Según la funeraria, en España un 20-25% de los embarazos no llegan a término. “Los padres gritan su dolor y con frecuencia ni su hijo, ni su paternidad/maternidad es reconocida por su entorno ni, en muchos casos, por las instituciones”. 

Patricia Navas

Fuente: Aleteia