La santísima Virgen María fue gran protectora de muchos santos, y san Marcelino de Champagnat puede enseñarnos cómo ser más cercanos a ella, para amarla más
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Peter Heidelberg | Shutterstock |
La santísima
Virgen María es camino seguro para llegar a Jesús, por eso los santos se han
encomendado a su cuidado y protección, sabedores de que les concedería muchas
gracias para su santificación. San Marcelino Champagnat puede ayudarnos a mejorar
nuestra relación con Ella.
Fundador de
los Hermanos Maristas
A pesar de que
su educación fue precaria, pues a los 14 años apenas sabía leer y escribir, no
podía decirse lo mismo de su fe porque su familia era profundamente cristiana.
Por eso se entiende bien que, una vez ordenado sacerdote, se interesara en que
los niños y jóvenes recibieran una adecuada instrucción religiosa.
Al formar su
congregación, toma el nombre de "Hermanitos de María" o
"Hermanos Maristas"; y por su honda devoción a la Virgen María,
siempre la nombraba la "Buena Madre", "Recurso Ordinario" y
"Primera Superiora".
Estos consejos
del santo te ayudarán a acercarte más a María santísima y amarla como
a tu verdadera Madre.
1. Difunde
su devoción
Cuando
conocemos a una persona que nos interesa, hablamos mucho de ella. Conocer a la
santísima Virgen María, primero desde el Evangelio,
y luego por sus apariciones y las experiencias de los santos y videntes, te
ayudará a amarla y difundir su devoción.
Esto es lo que
te aconseja san Marcelino:
"La
devoción a María gusta de difundirse, y quien no intenta comunicarla y tiene
poco entusiasmo por extender y propagar el culto de la Virgen, demuestra que
carece de tan preciosa devoción".
2. Conságrate
a María
No hay santo
más poderoso que María santísima, y la razón es simple: nada puede negarle su
amadísimo Hijo Jesús. Escucha al santo Champagnat:
"María no
se queda con nada: cuando la servimos, cuando nos consagramos a ella, nos
recibe para entregarnos a Jesús y llenarnos de Jesús".
3. Acude a
ella como a tu "Recurso Ordinario"
La Virgen
santísima siempre está dispuesta a escuchar a quienes acuden a ella en sus
penas y aflicciones, por eso, recurrir a su influencia debe ser un acto
ordinario, como decía san Marcelino:
"Ya saben
a quién hemos de pedir esas gracias, a nuestro Recurso Ordinario. No temamos
acudir a ella demasiado a menudo, pues su bondad y poder no tienen límites, y
el tesoro de sus regalos es inagotable".
4. Ora y
ponte en sus manos
Y si deseas
comunicarte con ella con una oración sencilla, aprende de memoria la
jaculatoria preferida de san Marcelino Champagnat, que da testimonio de su
inmensa fe en Dios y confianza en la Virgen María:
"Todo a
Jesús por María, todo a María para Jesús".
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia