'LLAMADOS POR SU NOMBRE': LA EXITOSA CAMPAÑA QUE HA CONSEGUIDO 900 POSIBLES CANDIDATOS AL SACERDOCIO

La Archidiócesis de Denver ha hecho una propuesta directa a sus fieles: señalar a los jóvenes en los que ven madera de sacerdote, muchos de los cuales ya han dado un paso al frente
El padre Jason Wallace (arriba, en el centro) con los seminaristas
de la Arquidiócesis de Denver. 
Archdiocese of Denver y Vianney Vocations

«¿Conoce a algún joven (de entre 15 y 30 años) que demuestre cualidades de fe, liderazgo y vocación de servicio? Ayúdenos a animarle en su discernimiento vocacional compartiendo su nombre e información de contacto». Así, sin rodeos, comienza la página web de la campaña Called by Name ('Llamados por su nombre').

El planteamiento recuerda a aquellos míticos carteles de «Se busca», aunque con un giro decisivo: en lugar de entregar a alguien, se propone señalar a un joven. Y quizá ese simple gesto, dar un nombre, pueda ser el inicio de un cambio de vida para esa persona.

Y así ha sido. Según recoge CNA, en apenas unos meses la iniciativa ha logrado que las comunidades parroquiales propongan los nombres de más de 900 jóvenes en la Archidiócesis de Denver como posibles candidatos al ministerio sacerdotal.

«Ya no se percibe como algo reservado para unos pocos o como una llamada extraordinaria recibida por medio de un ángel». Así lo resumió el padre Jason Wallace, director de Vocaciones de la Archidiócesis, al explicar cómo la campaña ha cambiado la conversación sobre el sacerdocio en el norte de Colorado.

Fe, liderazgo y vocación de servicio

El proyecto, puesto en marcha el pasado mes de mayo en colaboración con Vianney Vocations, expertos en comunicación que ayudan y apoyan los esfuerzos vocacionales en las diócesis católicas de Estados Unidos, busca que los fieles propongan nombres de amigos o conocidos suyos—entre 15 y 30 años— que crean que pueden tener las cualidades para convertirse en sacerdotes y demuestren cualidades de fe, liderazgo y vocación de servicio.

Los jóvenes que son nominados por sus comunidades no quedan en el anonimato. Cada uno recibe una carta personal del arzobispo de Denver, en la que se les felicita por haber sido reconocidos como posibles candidatos al sacerdocio. La misiva anima a los destinatarios a estar abiertos a la llamada de Dios en sus vidas y les invita a ponerse en contacto con el padre Jason Wallace.

Desde ese momento, Wallace acompaña el camino de los nominados con un mensaje semanal sobre discernimiento, pensado para ofrecer luz y sostén en la oración. Además, los jóvenes son convocados a pequeños grupos de discernimiento, dirigidos por sacerdotes o diáconos, especialmente formados por Vianney Vocations. La respuesta ha sido significativa: más de 70 ya han confirmado su asistencia. «Incluso hombres que antes no estaban abiertos me dicen ahora: «Padre, ¿podemos reunirnos?», relató Wallace.

Una diócesis con necesidad y esperanza

La Archidiócesis de Denver atiende a unos 600.000 católicos con la ayuda de 148 sacerdotes en activo, de los cuales menos de la mitad fueron ordenados en Denver y apenas un 14 % nacieron en Colorado. Más de un tercio de las parroquias cuentan solo con un presbítero, y la diócesis depende en buena medida del apoyo de sacerdotes venidos de otras partes del país y del extranjero.

Este contexto hace aún más llamativa la cifra de este año: 23 nuevos seminaristas han ingresado, prácticamente el doble que el curso anterior. Para Wallace, el crecimiento se debe a la oración y al trabajo conjunto de familias, parroquias y colegios: «Algo que me llama la atención es lo abiertos que son estos jóvenes y lo sinceros que son a la hora de descubrir para qué los creó Dios», dijo.

Wallace subraya que el auge vocacional no es fruto de un esfuerzo aislado, sino de un trabajo en cadena dentro de toda la Iglesia. «Cuando vas a cosechar, hay una persona que siembra la semilla, otra que la cultiva y otra que cosecha y recoge», explicó. En su opinión, eso mismo está ocurriendo en Denver: sacerdotes, familias, escuelas, grupos juveniles y comunidades parroquiales han contribuido, cada uno a su modo, a preparar el terreno donde hoy empiezan a brotar nuevas vocaciones. Y los propios jóvenes lo reconocen con sorpresa y gratitud: «Dicen: «¡Guau! Alguien más vio en mí lo que yo presentía que podía ser cierto», explica este sacerdote.

«Un don puro»

Monseñor Samuel Aquila, arzobispo de Denver, expresó públicamente su gratitud a los fieles: «Gracias al testimonio de mis hermanos sacerdotes y a la oración de los fieles, hemos recibido más de 900 nombres de jóvenes que podrían ser buenos, felices y santos sacerdotes en el norte de Colorado».

En sus palabras, el sacerdocio es «un don puro», y pidió a la Iglesia local sostener en la oración a quienes se encuentran en discernimiento: «Rezo para que estos 900 hombres —y muchos más— se acerquen a Cristo y respondan con fidelidad, generosidad y valentía».

María Rabell García Corresponsal en Roma y El Vaticano

Fuente: El Debate