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La oración del Papa por Pascale Rafic, junto al grupo de peregrinos que la acompañaba (@Vatican Media). Dominio público |
Nos recuerda con fuerza que nuestra fe en Jesucristo
debe ser parte de nuestra identidad y que seguimos adelante a pesar de estas
dolorosas experiencias.
La repentina muerte de su compañera de peregrinación nos trae a todos una tristeza muy humana y comprensible, y es un poderoso recordatorio de que no tenemos control sobre nuestras vidas. Pero, al igual que Marta y María con su hermano Lázaro, aprendemos que Jesús es vida y resurrección.
Esta es la fuente última de nuestra esperanza, incluso en este
Año Jubilar de la Esperanza: «Nuestra esperanza está en Jesucristo resucitado».
Estas son las palabras espontáneas, en inglés, con las que el Papa León XIV se
dirigió con emoción a los jóvenes egipcios y sus compañeros, reunidos en el
pequeño salón del Aula Pablo VI alrededor del mediodía. Con ellos, había
llegado Pascale Rafic, de 18 años, fallecida, anoche, tras sufrir una afección
cardíaca, durante su participación en el Jubileo de los Jóvenes.
Fe en Jesús para
seguir adelante a pesar del dolor
Organizados
en círculo en el pequeño salón, los jóvenes, aún conmocionados por la pérdida
de su amiga, escuchan al Papa, acompañado por Mons. Jean-Marie Chami, Obispo
titular de Tarso y Obispo auxiliar de la Iglesia Patriarcal de Antioquía de los
Greco-Melquitas para Egipto, Sudán y Sudán del Sur, quien guía la peregrinación.
León XIV se solidariza con ellos y con su tristeza, lo cual es comprensible,
«sobre todo estando tan lejos de casa y en una ocasión como esta en la que nos
reunimos verdaderamente para celebrar nuestra fe con alegría».
De alguna manera, al
celebrar este año jubilar de esperanza, recordamos con mucha fuerza cuánto
nuestra fe en Jesucristo debe ser parte de quiénes somos, de cómo vivimos, de
cómo nos valoramos y respetamos unos a otros y, sobre todo, de cómo seguimos
avanzando a pesar de experiencias tan dolorosas.
La esperanza de
quienes vieron a Jesús resucitar de entre los muertos
El
Pontífice recuerda entonces que «San Agustín nos dice que cuando alguien muere,
es muy humano y natural llorar y sufrir, sentir la pérdida de un ser querido».
Pero también nos dice «no llorar como los paganos, porque hemos visto a
Jesucristo morir en la cruz y resucitar».
Es Cristo
resucitado, continúa el Papa León XIV, quien «nos llama a todos a renovar
nuestra fe, nos llama a todos a ser amigos, hermanos y hermanas los unos de los
otros, a sostenernos mutuamente, y dice: también vosotros debéis ser testigos
de ese mensaje evangélico».
Dolor por la pérdida,
consuelo y nueva esperanza
Y para todos ustedes,
esto les ha tocado de una manera muy personal y directa hoy. Por eso, en este
dolor que experimentan por la pérdida de su amiga, tenemos la oportunidad de
reunirnos, orar, renovar nuestra fe y pedirle a Dios el descanso eterno para
nuestra hermana, pero también el consuelo y el fortalecimiento de nuestra fe,
para que se renueve en la esperanza. Como Iglesia, como hermanos y hermanas,
nos hemos reunido por este motivo.
La oración
final del Papa, antes de bendecir a todos los presentes en la pequeña sala, es
una petición al Señor "para que esté con nosotros, para que esté con todos
vosotros mientras vivís estos días de peregrinación en el año del Jubileo de la
Esperanza, y para que todos seáis protegidos por el amor y la gracia de
Dios".
Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News