![]() |
Dominicas de Lerma |
El otro día un amigo comentaba que,
cuando eres niño, el verano se hace larguísimo; pero, con el paso de los años,
se acaba sin apenas darnos cuenta.
Y es verdad: ya estamos a mitad de
agosto. Nuestro cerebro mide el tiempo en proporción a los años que hemos
vivido: para un niño, un verano supone gran parte de su vida; para un adulto,
apenas una pequeña fracción. Además, el niño vive rodeado de descubrimientos y
aventuras, sin rutina. Su estado natural es el “aquí y ahora”.
En cambio, las preocupaciones y el
pensar en lo que viene hacen que a los adultos, el presente se nos escape sin
que lo notemos.
Mientras reflexionaba sobre esto, miraba
el Evangelio que tengo en mi sitio de oración.
“Sed como niños”: Jesús nos lo pide desde su significado más profundo, y Él lo
vivió así. Treinta años de vida oculta y tres de vida pública… Podrían haberse
pasado rápido, pero fueron suficientes para cambiar vidas, sanar corazones y
dar Su vida por ti y por mí con su muerte y resurrección. Años después,
seguimos viviendo de esos tres años.
Jesús vivía cada momento, saboreaba cada
circunstancia porque lo hacía con y desde la confianza y el Amor. El Amor da
valor a cada instante, lo hace único y lo libra de la rutina; la confianza
permite dejar todo en Sus manos y vivir confiados sabiendo que Jesús se ocupa
de todo.
Leer el Evangelio ayuda descubrir como
todo un Dios da valor a cada momento, a cada persona y desde ahí nos marca el
camino.
Los niños ven insectos maravillosos,
formas en las nubes, personas increíbles... ¿Intentamos volver a verlo? Aún
quedan días de verano. Cada día es un don para saborear.
Hoy, el reto del Amor es que al terminar
el día des gracias por tres momentos que hayas vivido en plenitud, con ojos de
niño. Pídele al Señor el don de estar en el aquí y el ahora, dejando tus
preocupaciones en Sus manos y dejándote sorprender por Él.
¡Feliz día!
14 agosto 2025
Fuente: Dominicas de Lerma