Muchachos que quizá no habían dado problemas en la infancia, pueden entrar en la adolescencia en comportamientos dañinos de forma estable
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Foto de Gabriella Clare Marino en Unsplash |
BJ Foster es un
padre de familia con experiencia en el trabajo con adolescentes que
escribe en AllProDad una web especializada en
paternidad, específicamente en la de los varones padres. Una y otra vez, la web
invita a los padres a detenerse un momento y revisar qué están haciendo bien,
qué pueden mejorar y qué peligros acechan a los hijos. Muchachos que
quizá no habían dado problemas en la infancia, pueden entrar en la adolescencia
en comportamientos dañinos de forma estable.
BJ Foster
avisa: “Si ves que tus hijos empiezan a comportarse mal de forma estable, estas
podrían ser las razones, las 7 cosas que llevan a los chicos por el mal
camino”.
1. No se
sienten amados por sus padres
“No hay nada
que haga que un chico se sienta más solo y perdido que no saberse amado
incondicionalmente por sus padres. Deja un dolor profundo y tratan de hacer
algo para aliviarlo. Pueden intentar adormecerlo con drogas, alcohol o
violencia. En cualquier caso, esa emoción seguirá dañando y si no se sana de
alguna forma continuará latiendo con fuerza”.
2. No
reciben una atención positiva
Los chicos piden
atención y harán cualquier cosa por conseguirla, y si no consiguen
atención buena buscarán al menos atención mala (haciendo cosas malas que
escandalicen o indignen a los mayores) porque no hay nada peor que no recibir
atención de los demás. Sin atención, sienten que la vida no tiene significado ni
valor.
3. Sienten
que no encajan
Los
adolescentes a menudo se sienten diferentes, extraños y aislados. Eso
les puede crear ansiedad, ira y baja autoestima. Los chicos en esta
situación pueden tender a aislarse aún más, llegando a la depresión y un riesgo
de autolesión. Pueden actuar exageradamente de forma similar a cuando sienten
que no les quieren sus padres. Y podrían integrarse en un grupo de amigos que
sean mala influencia para ellos.
4. Su grupo
de amigos son un mal modelo
La gente que
nos rodea nos moldea, y eso, que es cierto para todos, lo es más para los niños
y adolescentes. Si siguen saliendo con amigos que son una mala
influencia, pronto pasarán a hacer las cosas malas que les ven hacer a
ellos.
5. Sus
padres dan mal ejemplo
Más influyentes
que los amigos son los padres. A un joven le afecta lo que los amigos
dicen, pero le afecta más lo que ve hacer (no decir) a sus padres. Además,
si los padres se implican en un comportamiento irresponsable, los chavales van
a sentir que viven en un entorno inestable. Sin cimientos firmes y sin
estructura, se sentirán como plumas llevadas por el viento. Puesto que
nadie les pone fronteras reales, entrarán en territorios peligrosos.
6. Los
padres son inconsistentes en sus reglas o son agobiantemente estrictos
Los
adolescentes necesitan límites, pero han de ser claros y tener consecuencias
prácticas. Si rompen una regla y no se les penaliza de alguna forma,
pensarán que las reglas no son importantes, no son reales, y volverán a sentir
esa inestabilidad.
El otro extremo
es el de los padres que no muestran ninguna comprensión por el chaval y todo lo
reducen a reglas y normas y penalizaciones. El hijo piensa que cada vez
que le hablan es para regañarle o sermonearle, y que nunca se le escucha.
Eso produce en él acritud y rebelión.
7. Los
chicos no saben como gestionar la presión
Los estudios
pueden producir mucha presión en los chicos, igual que las relaciones, las
presiones en actividades como el deporte, las expectativas de los padres, de
otros adultos... y hay varias formas poco saludables en las que pueden
intentar adormecer esa presión. Pueden ser las drogas, el alcohol, los
desórdenes alimenticios (anorexia, bulimia), las relaciones sexuales y la
pornografía o las autolesiones cortándose o causándose quemaduras.
Un padre debe
estar alerta ante posibles señales de que esto esté sucediendo.
“Proporciónale un
ambiente seguro y escúchale mucho”, exhorta BJ Foster. “Necesitan tu guía
amable. Actúa pronto y a menudo. Y asegúrate de que tu hijo sepa que
tus acciones vienen motivadas por tu amor por él”.
P. J. G.
Fuente: ReligiónenLibertad