Lluvia
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Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Leti nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estos días ha
llovido mucho y la hierba ha crecido mucho. Así que ayer por la tarde salí a la
huerta a pasar el cortacésped. Poco a poco se empezó a nublar, pero pensé que
no llovería.
Disfruté de mi
tarde en el jardín, dando gracias al Señor por esta huerta que nos regala, por
poder disfrutar de tantos árboles, de tantos pájaros, de la maravilla de la
naturaleza.
De repente,
empecé a sentir unas pocas gotas de agua en la mano, pensé: “Esto pasa”. Pero
no. Cada vez empezó a llover más fuerte. Podía irme rápido, medio mojada, o
disfrutar bajo la lluvia.
Y decidí
quedarme y mojarme, disfrutando del agua que caía del cielo. Mirar hacia arriba
y ver esas nubes grises descargando agua, y ese olor a hierba mojada.
En la oración
le daba gracias al Señor, porque cada día nos da la oportunidad de disfrutar y
ser felices con las cosas pequeñas. En ellas está el Señor muy grande.
Solo que nos
suele pasar al revés: queremos cosas grandes, y allí no descubrimos al Señor,
porque normalmente se antepone nuestro ego a Él. En cambio, en lo sencillo, en
lo pequeño, el alma descubre la grandeza de todo un Dios encarnado.
Dios es
infinito, es inmenso, es todopoderoso… y, a la vez, se ha hecho carne, se ha
hecho un niño, y ha muerto y resucitado por ti y por mí.
Y, por si esto
fuera poco, se ha quedado en la Eucaristía para siempre con nosotros. Esta es
la grandeza de nuestro Dios: inmenso y accesible.
Pero a veces
tenemos la tentación de querer ser como Dios, y ahí sí que nos frustramos.
Porque nuestra realidad es la de hombres limitados, profundamente amados por el
Señor, pero limitados.
Y nuestra
felicidad no está en hacer cosas grandes, sino en dejar que el Señor sea grande
en nosotros. Y desde ahí sí que realizará obras grandes.
Hoy, el reto
del amor es dar un paseo dando gracias al Señor y disfrutando de todo lo que te
regala.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
04 julio 2025
Fuente: Dominicas de Lerma