LEÓN XIV RECONOCE EL MARTIRIO DE 124 MÁRTIRES ESPAÑOLES

Podrán ser beatificados dos grupos diferentes de mártires de la diócesis de Jaén asesinados por odio a la fe entre 1936 y 1938.

Foto: Diócesis de Jaén. Dominio público
Ha reconocido también el martirio de 50 mártires de diversos lugares muertos entre 1944 y 1945 y un milagro que permitirá la beatificación de un sacerdote español

El Papa León XIV ha aprobado este viernes el reconocimiento del martirio de 124 mártires españoles. En audiencia con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, ha autorizado la promulgación del decreto de dos grupos diferentes originarios de la diócesis de Jaén. 

El primero es el que encabeza Manuel Izquierdo Izquierdo, sacerdote diocesano, y 58 compañeros asesinados entre 1936 y 1938. El segundo, el de Antonio Montañés Chiquero y 64 compañeros de la misma diócesis. En este caso los mataron entre 1936 y 1937 pero también en distintos lugares de la geografía española.

Rafael Higueras, postulador de ambos grupos en Jaén, explica que en la diócesis se prepararon como una sola causa. «En Roma lo dividieron por la cantidad tan grande». Esto no ha impedido un exhaustivo análisis: «Ya aquí excluimos a dos o tres personas» que en un principio se incluyeron en el listado de posibles mártires. «Se vio que la causa de su muerte eran familiares», más que el odio a la fe. También en Roma se ha excluido a otra.

Por otro lado, desde el Dicasterio para las Causas de los Santos plantearon dudas sobre otras seis o siete. «Pero con las respuestas que les dimos desde aquí» siguieron adelante, explica Higueras.

También laicos

El postulador explica además que Manuel Izquierdo Izquierdo es el que da nombre al grupo por ser el más mayor, con 92 años. «El más joven era un muchacho de Acción Católica, de 24». En efecto, no todos los mártires eran sacerdotes. «Esta por ejemplo un matrimonio, el de la hermana del obispo Manuel Basulto —ya beatificado junto a su vicario general— y su marido. «Vivían con ellos y los detuvieron juntos. Solo tuvieron compasión del padre del obispo, por lo anciano que era. Lo dejaron al cuidado de una hija del matrimonio que era monja; aunque iba sin hábito, claro».

Entre los laicos mártires también hay una viuda, cuñada de un sacerdote que vivía con él y con sus padres. Y otro joven de Acción Católica al que mataron junto a su padre, si bien este quedó fuera de la causa por falta de documentación.

Dentro del grupo de sacerdotes, «uno murió solo unos días después de su ordenación», explica Higueras. «Otro fue igual que el padre Kolbe: vio pasar en un grupo de detenidos a un padre de familia que iba llorando y le dijo: “Quítate que me pongo yo”. El hombre se salvó».

Masacrados en Madrid

En líneas generales, explica el jienense, los mártires fueron detenidos en pueblos donde había autoridades partidarias del bando republicano y más beligerantes. Apunta también que «mueren muchos más de Baeza, ciudad pequeña pero que tenía muchas parroquias y donde había seminario, que de la ciudad de Jaén».

El decreto menciona además que fueron asesinados en distintos lugares en parte porque hay un pequeño grupo de Cazorla, que en la época pertenecía a la archidiócesis de Toledo aunque al iniciarse la causa ya se había integrado en Jaén. Pero sobre todo por un grupo que fue murió en una «masacre impresionante» en Madrid.

«Los llevaban allí en un tren que había salido de Córdoba para descongestionar las cárceles andaluzas». Pero antes de llegar una turba impidió el avance del tren, lo desvió al Pozo del Tío Raimundo y lo asaltaron. «Los machacaron».

El cura Valera

Sin salir de nuestro país, el Santo Padre reconoce el martirio por intercesión del venerable Salvador Valera Parra (1816-1889), sacerdote diocesano originario de Huércal-Overa (Almería) y muerto allí mismo. En la diócesis se le conoce cariñosamente como «el cura Valera».

Ordenado sacerdote a los 23 años en la diócesis de Cartagena, su primer destino es Alhama de Murcia, donde vivió en un granero anejo a la parroquia. En 1851 pide ser destinado a su pueblo natal, donde durante 13 años se ganó el cariño de todos. Después, fue enviado en contra de su voluntad a la parroquia de Cartagena, la más grande de la diócesis. Luego el general Prim quiso llevárselo a Madrid.

Pero el cura Valera solo quería volver a Huércal-Overa. Allí pasó sus últimos 21 años. Y vivió las virtudes cristianas de tal manera, que su obispo en una ocasión llegó a dar a un grupo de sacerdotes recién ordenados, como única recomendación, «que os miréis en el espejo que tengo en Huercal-Overa, en el cura Salvador Valera Parra».

Mártires en la Alemania nazi

Por otro lado, se reconoce el martirio durante la Segunda Guerra Mundial de 50 mártires franceses asesinados en Alemania entre 1944 y 1945. Se trata de Raymond Cayré, presbítero diocesano; Gérard-Martin Cendrier, religioso profeso de la Orden de los Frailes Menores; Roger Vallée, seminarista; Jean Mestre, laico, y 46 compañeros.

A partir de junio de 1940, recogen medios vaticanos, el régimen de Vichy envió un gran número de ciudadanos franceses a trabajar en Alemania y reemplazar a los alemanes comprometidos en el frente. Muchos sacerdotes, religiosos y laicos los siguieron de incógnito para atenderlos espiritualmente. Debido al apostolado que realizaron, fueron arrestados, torturados y asesinados en campos de concentración, o bien murieron a causa de las condiciones de la detención.

María Martínez López

Fuente: Alfa y Omega