LA FAMILIA DE LA CRUZ BLANCA CELEBRA 50 AÑOS «ATENDIENDO A LOS NECESITADOS COMO DIOS MANDA»

La congregación nació cuando un joven voluntario de hospital de 25 años creó una casa para que los enfermos incurables «pudieran tener una familia»

Foto: Franciscanos de la Cruz Blanca. Dominio público
«Hace 50 años nacía para la Iglesia y para el mundo la congregación de los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca, para poder atender a los necesitados como Dios manda», explica Luis Miguel Martell, superior de esta realidad eclesial que durante estos meses está celebrando el 50 aniversario de su aprobación canónica.

Todo comenzó en 1963, cuando un joven voluntario en un hospital llamado Isidoro Lezcano abrió la Casa Familiar Betania en el Monte Hacho de la ciudad de Ceuta. Con solo 25 años, tenía un solo deseo: atender a los enfermos incurables que no tenían un hogar y crear con ellos una familia. Esa realidad fue creciendo hasta crear los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca, que recibieron el impulso de la Iglesia en Tánger el 27 de marzo de 1975, de la mano de quien entonces era arzobispo de la diócesis, Carlos Amigo Vallejo.

Varias décadas después, la Familia Cruz Blanca cuenta hoy con 32 Casas Familiares y 16 centros en los que atiende a más de 22.000 personas tanto en España como en Marruecos, Venezuela y Argentina. Son personas con discapacidad, salud mental y trastornos de conducta; mayores en situación de dependencia; niños, niñas, adolescentes y jóvenes vulnerables; personas sin hogar y en situación de exclusión social; migrantes en tránsito; víctimas de trata de seres humanos y de explotación sexual; y diferentes personas en situación de necesidad de ayuda humanitaria.

«Cruz Blanca es una familia, un espacio de convivencia plural y variado en el que comparten vida personas asistidas junto con profesionales, voluntarios y hermanos», explica la congregación en un comunicado. Se trata de «personas con necesidades y personas dispuestas a compartir lo que tienen», propiciando el espacio necesario «en el que cada uno pueda desarrollarse y crecer».

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Fuente: Alfa y Omega