Quiero lanzarme por todo el mundo predicando una cruzada de amor. Quiero conquistar hogar por hogar para el Sagrado Corazón de Jesús
Dominio público |
- ¿Qué te ha pasado, hijo mío? Me han dicho que vienes de Francia...
- Sí, Santo Padre. Vengo de la capilla de las apariciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María. Contraje la tuberculosis, y, desahuciado de los médicos, fui a la Capilla a pedir al Sagrado Corazón la gracia de una santa muerte.
Nada más me arrodillé, sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo. Me sentí curado de repente. Vi que el Sagrado Corazón quería algo de mí. Y he trazado mi plan.
- Santo Padre, vengo a pedir su autorización y su bendición para la empresa que
quiero iniciar.
- ¿De qué se trata, pues?
- Quiero lanzarme por todo el mundo predicando una cruzada de amor. Quiero
conquistar hogar por hogar para el Sagrado Corazón de Jesús.
Entronizar su imagen en todos los hogares, para que delante de ella se
consagren a Él, para que ante ella le recen y le desagravien, para que
Jesucristo sea el Rey de la familia. ¿Me lo permite, Santo Padre?
San Pío X era bastante bromista, y seguía cortando las hojas del libro, en
aparente distracción. Ahora, sin decir palabra, mueve la cabeza con signo
negativo. El Padre Mateo se extraña, y empieza a acongojarse:
- Santo Padre, pero si se trata de... ¿No me lo permite?
- ¡No, hijo mío, no!, sigue ahora el Papa, dirigiéndole una mirada escrutadora
y cariñosa, y pronunciando lentamente cada palabra: ¡No te lo permito! Te lo
mando, ¿entiendes?... Tienes mandato del Papa, no permiso. ¡Vete, con mi
bendición!
A partir de este momento, empezaba la campaña de la Entronización del Corazón
de Jesús en los hogares. Fue una llamarada que prendió en todo el mundo. Desde
entonces, la imagen o el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús ha presidido la
vida de innumerables hogares cristianos. Jesucristo, el Rey de Amor, desde su
imagen bendita ha acogido súplicas innumerables, ha enjugado torrentes de
lágrimas y ha estimulado heroísmos sin cuento.
¿Habrá pasado a la historia esta práctica tan bella? Sobre todo, y aunque
prescindamos de la imagen del Sagrado Corazón, ¿dejará de ser Jesucristo el Rey
de cada familia?...
Hoy la familia constituye la preocupación mayor de la Iglesia y de toda la
sociedad en general.
Porque vemos cómo el matrimonio se tambalea, muchas veces apenas contraído.
El divorcio está a las puertas de muchas parejas todavía jóvenes.
Los hijos no encuentran en la casa el ambiente en que desarrollarse sanamente,
lo mismo en el orden físico que en el intelectual y el moral.
Partimos siempre del presupuesto de que la familia es la célula primera de la
sociedad. Si esa célula se deteriora viene el temido cáncer, del que de dicen
que no es otra cosa sino una célula del cuerpo mal desarrollada.
Esto que pasa en el orden físico, y de ahí tantas muertes producidas por el
cáncer, pasa igual en el orden social. El día en que hayamos encontrado el
remedio contra esa célula que ya nace mal o ha empezado a deformarse, ese día
habremos acabado con la mayor plaga moral que está asolando al mundo.
Todos queremos poner remedio a las situaciones dolorosas de la familia.
Y todos nos empeñamos cada uno con nuestro esfuerzo y con nuestra mucha
voluntad en hacer que cada casa llegue a ser un pedacito de cielo.
¿Podemos soñar, desde un principio, en algún medio para evitar los males que se
han echado encima de las familias?
¿Podemos soñar en un medio para atraer sobre los hogares todos los bienes?..
¡Pues, claro que sí! Nosotros no nos cansaremos de repetirlo en nuestros
mensajes sobre la familia. Este medio es Jesucristo.
Empecemos por meter a Jesucristo en el hogar.
Que Cristo se sienta invitado a él como en la boda de Caná.
Que se meta en la casa con la libertad con que entraba en la de los amigos de
Betania.
Que viva en ella como en propia casa, igual que en la suya de Nazaret... Pronto
en ese hogar se notará la presencia del divino Huésped y Rey de sus moradores.
En el seno de esa familia habrá paz, habrá amor, habrá alegría, habrá
honestidad, habrá trabajo, habrá ahorro, habrá esperanza, habrá resignación en
la prueba, habrá prosperidad de toda clase.
Jesucristo, Rey universal, ¿no es Rey especialmente de la familia?... Acogido
amorosamente en el hogar, con Él entrarán en la casa todos los bienes....
Fuente: Catholic.net