El hecho que el Pontífice conozca el Valle de los Caídos ha sido percibido por algunos como una puerta de esperanza para el futuro del conjunto monumental
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El Papa León
XIV lleva en su cruz pectoral, entre otras, una reliquia de un obispo mártir
agustino, Mons. Anselmo Polanco, que fue asesinado durante la Guerra Civil
Española, conflicto que dio origen al Valle de los Caídos, construido para
rezar por la paz y la reconciliación.
Además de
portar fragmentos de huesos de San Agustín y de su madre, Santa Mónica, y del
venerable agustino Giuseppe Bartolomeo Menochio, la cruz del Pontífice tiene
dos reliquias de obispos agustinos españoles: Santo Tomás de Villanueva,
Arzobispo de Valencia y reformador de la Iglesia en los siglos XV y XVI, y
Mons. Anselmo Polanco, Obispo de Teruel.
Mons. Polanco
nació en 1881 en una pequeña localidad de Palencia, al norte de España, y se
formó en el Real Colegio Seminario de Valladolid. A los 15 años recibió el
hábito agustiniano, una de las órdenes mendicantes junto a trinitarios,
franciscanos, dominicos, carmelitas, mercedarios y servitas.
Tras formarse
en Alemania, fue nombrado prior de la provincia agustiniana de Filipinas. En
1935 fue nombrado Obispo de Teruel y Administrador Apostólico de la Diócesis de
Albarracín.
Al iniciarse la
Guerra Civil Española en julio de 1936, tras meses de actos de persecución
contra los católicos por parte del Gobierno de la II República, y a pesar de
tener la opción de abandonar la diócesis, decide permanecer.
Entre diciembre
de 1937 y febrero de 1938 ocurre en terrenos de su jurisdicción eclesiástica la
Batalla de Teruel, en la que fallecieron cerca de 40.000 soldados de los dos
bandos.
El 1 de enero
de 1938, Mons. Polanco celebró su última Eucaristía en el Seminario de Teruel y
ocho días después es arrestado, permaneciendo prisionero de las fuerzas
republicanas durante 13 meses.
El 7 de febrero
de 1939, cuando quedaban menos de dos meses para que terminara la guerra, fue
maniatado y llevado en un camión junto a otros prisioneros hasta el barranco de
Can Tretze, donde fue fusilado.
El Beato
Anselmo Polanco se convirtió así en el decimotercer prelado español asesinado
durante esos años de persecución religiosa. Fue beatificado el 1 de octubre de
1995 por San Juan Pablo II y sus restos reposan en la Catedral de Teruel junto
a los de su vicario general, también mártir, Felipe Ripoll.
Una visita
con jóvenes al Valle de los Caídos
En el año 2003
tuvo lugar en el Centro de Congresos Fray Luis de León situado en Guadarrama,
localidad de la sierra de Madrid y muy cerca del Valle de los Caídos, el
Encuentro Internacional de Jóvenes Agustinianos bajo el lema “Juntos para
hacer, de estos tiempos, tiempos mejores”, al que acudió el prior general, el
P. Robert Prevost, hoy León XIV.
Este hecho es
destacado como parte de la historia
de la Federación Agustiniana Española en su sitio web. Durante
esos días de verano, una de las actividades programadas fue una visita al Valle
de los Caídos, el complejo monumental construido tras la Guerra Civil Española
donde poder orar por la paz y la reconciliación entre los españoles.
En la basílica
pontificia excavada en la roca, sobre la que se eleva la cruz más grande del
mundo, están enterrados miles de combatientes de ambos bandos entre los que se
encuentran numerosos mártires.
El futuro Papa
León XIV acudió con varias decenas de jóvenes agustinianos, con quienes se tomó
una foto en las escalinatas que llevan hasta la puerta de entrada de la
basílica. Así, se le puede ver con camisa blanca, en la primera fila rodeado de
jóvenes que lucen unas camisetas azules.
El hecho que el
Pontífice conozca el Valle de los Caídos ha sido percibido por algunos como una
puerta de esperanza para el futuro del conjunto monumental, sobre todo cuando
el Gobierno de España ha puesto en marcha un polémico proceso de
“resignificación” de su naturaleza.
Un acuerdo
entre el Ejecutivo español y la Santa Sede, en el que ha participado como
mediador el Cardenal José Cobo, para llevar a cabo estas modificaciones, ha
despertado el rechazo
de una parte de los fieles españoles.
Cuando se
conocieron las especificaciones del concurso público para llevar adelante el
proyecto, que incluiría modificaciones
incluso en la Capilla del Santísimo, los prelados aseguraron que “los
términos del acuerdo realizado entre el Gobierno y la Santa Sede son generales
y nunca
se han detenido en los detalles o particularidades del mismo”.
Por Nicolás de
Cárdenas
Fuente: ACI Prensa