El director, consciente de lo que implicaba el papel, le hizo una advertencia que resultó ser un presagio de lo que vendría
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Jim Caviezel, en su interpretación de Jesús de Nazaret en La Pasión de Cristo |
Cuando Mel
Gibson ofreció a Jim Caviezel el papel de Jesús
de Nazaret en La Pasión de Cristo, no solo le
estaba ofreciendo un papel cinematográfico, sino un verdadero desafío que
marcaría su vida para siempre. El actor católico, que entonces tenía 51 años,
aceptó sin dudar, pero el director no tardó en darle una dura advertencia que,
con el tiempo, resultó ser profética. «Quiero que seas consciente de lo que vas
a hacer. Puede que no vuelvas a trabajar», le dijo Gibson a Caviezel en
una llamada telefónica que, en ese momento, parecía una exageración. Sin
embargo, a lo largo de los años, esa advertencia se haría realidad. «¿De
verdad quieres hacer esto? Si haces esta película, puede que nunca vuelvas a
trabajar en esta ciudad». La propuesta sonaba como una condena, pero
él, impulsado por su fe y el reto, aceptó, aun sabiendo que el tormento que le
esperaba no sería solo espiritual, sino físico y emocional.
La película se
estrenó en 2004 y, mientras muchos elogiaron la valentía de Mel Gibson por
mostrar, sin tapujos, el dolor del Mesías, otros consideraron que las imágenes
del filme eran excesivamente crudas. Mientras el mundo discutía sobre la
película, Caviezel vivía su propio infierno detrás de las
cámaras. El rodaje fue una auténtica prueba de resistencia.
Según contó en
una entrevista para CBN, el actor sufrió en carne propia los
dolores de su personaje. «Hasta me cayó un rayo cuando estábamos
filmando las escenas en la cruz», recordó con una mezcla de asombro y
tragedia. Ese instante fue solo el principio de lo que sería una pesadilla de
dolor físico, donde las lesiones fueron continuas y la tensión emocional se
incrementaba día tras día.
Lo que Mel
Gibson no le dijo al estadounidense, y que sin duda fue lo más
aterrador de todo, fue el sufrimiento psicológico que el actor sufriría al
tomar ese rol. «Mel, esto es en lo que yo creo. Todos tenemos que
llevar una cruz. Yo tengo que llevar mi propia cruz. Si no llevamos
nuestras propias cruces, vamos a ser aplastados por su peso. Así que, vamos a
hacerlo», le dijo el intérprete al director, una declaración de fe que
reflejaba su compromiso con el papel, pero también la angustia interna que
empezaba a experimentar.
El filme se
convirtió en un éxito mundial, pero el precio personal para Caviezel fue
alto. A fin de cuentas, la advertencia de Gibson no fue una
simple exageración: hacer esta película le costó más de lo que cualquier actor
podría imaginar. «Este papel me cambió la vida, y no solo en la
pantalla», dijo en una entrevista, dejando claro que, a pesar del éxito, el
precio que pagó fue enorme.
Una
verdadera prueba de resistencia física y mental
En una entrevista, Caviezel recordó que las horas interminables de maquillaje comenzaban a las dos de la mañana y se extendían hasta las diez de la mañana, un proceso que, si bien era una parte esencial para lograr el realismo de la película, no era precisamente un spa de lujo. Después de eso, venía lo «divertido»: colgado en la cruz, durante días y días, en una postura incómoda que lo hacía sentir como si estuviera colgado de un árbol, pero con el añadido del frío extremo, que le provocaba hipotermia. Y como si eso no fuera suficiente, uno de sus hombros se dislocó durante una de las escenas.
Rosa Torres
Fuente: El Debate