Jesús Moliné Labarta, de 86
años, obispo emérito de Chiclayo (Perú), es aragonés y ha sido misionero la
mayor parte de su vida en este país sudamericano, desde 1965 en Piura, y desde
1997 como obispo de Chiclayo, en la
costa peruana.
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Jesús Moliné con Robert Prevost al ser homenajeados en Perú en 2023. Dominio público |
Un Papa de tender puentes
"Al cumplir los 75 años, él fue mi sucesor. Allí nos
conocimos, conversábamos y fui de los
que le impusieron las manos en la consagración episcopal", comenta
Moliné.
El obispo emérito recuerda con cariño la diócesis que
compartió con el nuevo Papa. "La sociedad
chiclayana es muy acogedora, se le conoce como 'la ciudad de la amistad'.
Es gente sencilla, con afán de ir para adelante, es una ciudad en la costa
donde está el mayor desarrollo del Perú", relata.
Sobre su sucesor, Moliné ya adelanta
que "es acogedor, simpático,
inteligente, y un hombre de diálogo, de tender puentes".
Entre los retos de su papado, el obispo español desea
"una continuidad con Francisco y, como habló de la unidad, ir recomponiendo un poquito la unidad de la
Iglesia, que está un poco desflecada. Y lo va hacer, porque lo sabe
hacer", asegura.
A Moliné le gusta que sea un Papa
misionero como él: "Me pareció
extraordinario, porque habló de evangelización, y él va a promover esa
tarea de la Iglesia que es tan necesaria".
Y, sobre la primera aparición del Papa León XIV, concluye: "Me pareció muy buena, él estaba muy emocionado,
y en el saludo que dirige a Chiclayo también estuvo muy bien".
Juan
Cadarso
Fuente:
ReL