¿QUÉ TAN IMPORTANTE ES EL TESTIMONIO PARA QUE OTROS CREAN?

Escuchamos que algunas personas se cambian de religión porque vieron algo que no les gustó y, lamentablemente, es el mal testimonio lo que los desalienta

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Cambiar de religión, dejar de creer, alejarse de la Iglesia son algunas actitudes que toman muchas personas cuando ven comportamientos que no les gustan en la iglesia a la que acuden. Lamentablemente, esto tiene que ver con que un mal testimonio termina por desalentar a los cristianos neófitos en su progreso espiritual.

El signo del cristiano

Es tan importante el testimonio de los cristianos que el mismo Jesús lo dejó como mandato a sus discípulos:

"Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros" (Jn 13, 34).

Porque sería el signo distintivo con el cual serían reconocidos:

"En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros" (Jn 13, 35).

El mal ejemplo cunde

Bajo la premisa de que Dios dio al hombre el libre albedrío para decidir entre el bien y el mal, existen personas que defienden su postura dañina y se niegan a cambiar, aunque esto les traiga consecuencias negativas.

Olvidan que su comportamiento es observado por los demás, y, entre ellos, están los niños y personas más sensibles que pueden ser influenciadas por su testimonio, ya sea porque son mayores que ellos, por tener cierta jerarquía o por alguna forma de admiración -como sucede con quienes tienen fama y se convierten en "ídolos" de la juventud.

Ellos y su mal ejemplo pueden desviar a otros del buen camino. Y la responsabilidad no es poca. Nuevamente el Señor Jesús se refiere a los que escandalicen:

"Después dijo a sus discípulos: 'Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños'" (Lc 17, 1-2).

Esforzarse en dar buen testimonio

Claro que cuesta -¡y mucho!- dar buen ejemplo, sobre todo si tenemos que luchar contra nuestras debilidades de temperamento o contra un vicio o defecto de carácter. Todos tenemos un "talón de Aquiles", pero es necesario que pongamos todo lo que esté en nuestras manos y pidamos a Dios que todo lo demás lo suplan su providencia y su misericordia.

Por eso, san Pablo dice a Tito:

"Exhorta también a los jóvenes a ser moderados en todo, dándoles tú mismo ejemplo de buena conducta, en lo que se refiere a la pureza de doctrina, a la dignidad, a la enseñanza correcta e inobjetable. De esa manera, el adversario quedará confundido, porque no tendrá nada que reprocharnos" (Tito 2, 6-8).

Actuemos, entonces, como dice san Juan poniendo cada uno su propio nombre en la siguiente recomendación:

"Querido hermano, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace el bien pertenece a Dios, pero el que hace al mal no ha visto a Dios" (3 Jn, 11).

Que Dios nos ayude a perseverar.

Mónica Muñoz

Fuente: Aleteia