Muchos de nosotros fuimos bautizados con el nombre de un santo en particular, aunque no siempre sepamos mucho sobre ese santo
Dominio público |
La mayoría de
las familias católicas han mantenido la tradición de poner a sus hijos el
nombre de un santo en particular. Esta tradición se elogia en el Catecismo de
la Iglesia Católica:
"El
sacramento del Bautismo se confiere 'en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo'. En el Bautismo, el nombre del Señor santifica al hombre, y el
cristiano recibe su nombre en la Iglesia. Puede ser el nombre de un santo, es
decir, de un discípulo que ha vivido una vida de fidelidad ejemplar al Señor.
El santo patrón proporciona un modelo de caridad; tenemos asegurada su
intercesión. El 'nombre de bautismo' también puede expresar un misterio
cristiano o una virtud cristiana".
CIC 2156
Sin embargo, no
siempre sabemos mucho sobre el santo que nos da nombre, a menos que se trate de
un santo común como la Santísima Virgen María o san Francisco de Asís.
Investigación
sobre nuestro santo de bautismo
San Francisco
de Sales sugiere encarecidamente conocer a tu santo de bautismo en su Introducción a la vida
devota:
"Harás
bien en elegir para ti algún santo en particular, cuya vida debas estudiar e
imitar especialmente, y cuyas oraciones puedan ser ofrecidas más
particularmente en tu favor. El santo que lleva tu propio nombre de bautismo te
sería naturalmente asignado".
Una dificultad
con la que nos podemos encontrarnos es que puede que nuestros padres no
tuvieran en mente un santo concreto. Podrían habernos llamado
"Margarita" o "Tomás", pero en realidad hay docenas y
docenas de santos con el mismo nombre.
En estos casos,
simplemente tendremos que elegir a uno para investigar y acercarnos a él,
intentando por todos los medios imitar su ejemplo.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia