Ser profesor puede ser una profesión deprimente, porque todo lo que uno hace parece chocar contra un muro
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No es fácil ser
profesor en el mundo actual, especialmente cuando los niños pequeños viven una
vida distraída y siempre quieren entretenerse.
Como docente,
puede resultar tentador darse por vencido y abandonar el trabajo.
En verdad, la
única manera de ser un educador eficaz es fomentar la virtud de la
esperanza.
Esperanza
El Papa
Benedicto XVI expresó su preocupación por el estado de la educación en
una carta que escribió a la Diócesis de Roma en 2008 :
Educar... nunca
ha sido una tarea fácil y hoy parece ser cada vez más difícil. Lo saben bien
los padres, los profesores, los sacerdotes y todos los que tienen
responsabilidades educativas directas. Por eso se habla de una gran
" emergencia educativa ", confirmada por los
fracasos que encontramos con demasiada frecuencia en nuestros esfuerzos por
formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar sentido a
su propia vida.
La buena
noticia que compartió el Papa Benedicto XVI fue que, cualesquiera que sean las
dificultades que enfrentemos, no son insuperables:
No tengáis
miedo. Ninguna de estas dificultades es insuperable. Son como la otra
cara de la moneda de ese don grande y precioso que es nuestra libertad, con la
responsabilidad que la acompaña.
Por encima de
todo, el Papa Benedicto XVI instó a los educadores a fomentar la virtud de la
esperanza en sus vidas:
El alma de la
educación, como de toda la vida, no puede ser otra cosa que una
esperanza segura . Hoy nuestra esperanza está amenazada por muchos
aspectos y corremos el riesgo de convertirnos, como los antiguos paganos, en
personas «sin esperanza y sin Dios en el mundo», como escribe el apóstol Pablo
a los cristianos de Éfeso (Ef 2, 12). La dificultad más profunda para un
auténtico proyecto educativo consiste precisamente en esto: en que en la raíz
de la crisis de la educación se encuentra una crisis de confianza en la
vida.
Luego termina
su carta recordando a todos los educadores que deben permanecer firmes y
confiar en Dios:
No puedo, por
tanto, terminar esta Carta sin una cálida invitación a poner nuestra esperanza
en Dios. Sólo Él es la esperanza que resiste a toda desilusión ;
sólo su amor no puede ser destruido por la muerte; sólo su justicia y su
misericordia pueden curar las injusticias y recompensar el sufrimiento
experimentado.
La esperanza
puede ayudarnos a afrontar cualquier tormenta, sabiendo que no tenemos el
control y que las semillas que plantamos darán fruto a su debido tiempo.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia