El número de creyentes supera ya al de miembros del Partido, lo que ha encendido todas las alarmas del Gobierno totalitario
Iglesia de san José en Pekín. Dominio público |
En primer
lugar, para ellos, el ente llamado «Pueblo» representa una sola idea, una uniformidad impuesta que
impide la variedad de acción y de pensamiento. Para ellos, conceptos como
«patria», y «soberanía» representan una unidad
monolítica bajo el partido y la ideología única, y cualquier elemento
que se salga de esa ecuación, automáticamente pone en peligro los intereses de
una estructura piramidal que se sostiene a
sangre y fuego.
La
actual fijación de los comunistas chinos con el cristianismo no se circunscribe
exclusivamente a esta religión, sino a cualquier creencia espiritual,
intelectual, e incluso emocional, que pueda apartar al PCCh (Partido Comunista
Chino) del centro de la vida de los
chinos. La guerra cultural de Mao
Zedong fue un crisol sangriento que
destruyó millones de vidas en nombre del dogma creado por este
«líder». Para aquellos que han caído en los artificios de una «nueva China», se
debe tener en cuenta que Mao Zedong, el fundador de la «República Popular
China», sigue más presente que nunca en la figura de Xi
Jinping.
Según reporta
la opositora y periodista de origen chino Jennifer Zeng, los movimientos contra
el cristianismo en China comenzaron a fraguarse aproximadamente en el 2019, año
en que se realizó una de las tantas reuniones internas del PCCh. Para más
exactitud, el 22 de abril de 2019, tuvo lugar una «formación especial»,
oficiada por la Oficina de Gestión de Radio Hebi en la provincia China de
Henan, formación que tuvo por título: «El gran daño del cristianismo a la
seguridad de la nación china».
Dicho encuentro
comienza exponiendo que el cristianismo supera en miembros al partido
comunista. Según estimaciones del 2024, los miembros del PCCh son
aproximadamente 100 millones, y otras estimaciones colocan a los cristianos en
130 millones, aunque esta cifra no es oficial, porque resulta peligroso
declararse cristiano en China. Las cifras que reconoce el PCCh hablan de
aproximadamente unos 70 millones de protestantes y 12 millones de católicos.
Con lo cual, la capacidad de viralidad y convertibilidad del cristianismo en
China amenaza el pensamiento monolítico del partido único. Generalmente, cuando
este tipo de estructuras autoritarias reconocen algún tipo de fallo en un
sistema que ellos aseguran es perfecto, es porque el problema es mayúsculo en
comparación con lo que están reconociendo, con lo cual estas cifras podrían
estar alrededor de los 140-150 millones de cristianos.
En el encuentro formativo, se destacó con preocupación la amplísima cobertura y aceptación social
que tiene el cristianismo y lo que ellos denominan «agresiva influencia y apoyo de entidades provenientes del extranjero». Se
ponía, por tanto, de manifiesto que estos índices positivos de conversión
representan grandes riesgos ideológicos, o lo que es lo mismo, que disuade a los ciudadanos
de los objetivos del Partido, algo que evidentemente es inaceptable.
En el gigante asiático, «la Iglesia
patriótica católica china» es la organización que controla la práctica del
catolicismo, y este «catolicismo» chino, evidentemente no está en
correspondencia con el Vaticano en asuntos clave como el nombramiento
de obispos, cuestión que resulta contraria a los lineamientos del PCCh, que
solo permite al partido elegir cargos para cualquier órgano de representación
de la ciudadanía. Nadie fuera de ese marco de hierro puede
hacerlo.
También los protestantes
En el caso del «protestantismo» chino,
el Partido Único no pierde la oportunidad de tener bajo un control férreo a las
distintas denominaciones cristianas, a las cuales subyuga mediante el
«Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías». Para los protestantes, esta es
sí o sí, la «organización oficial», y las congregaciones bajo este sujeto de
control, deben adherirse a las directrices del Estado.
Es importante recordar que entes como «pueblo», «patria» y
«soberanía», son propiedad exclusiva del Partido Comunista que, según ellos,
«es dirigido por los designios del pueblo».
El
cristianismo «reglado» en China significa que todos los centros religiosos
deben estar registrados y supervisados por el Estado, lo que obliga a un control estricto de los mensajes religiosos.
Los sermones e instrucciones tienen que, de forma inequívoca, alinearse con las
políticas y «valores» del Partido Comunista.
Multas y cárcel
Las
iglesias domésticas o no registradas son perseguidas, y sus miembros pueden
enfrentar sanciones, que van desde
las multas hasta penas de cárcel. En China, la iniciativa privada de
crear, por ejemplo, un grupo de oración, tiene un sinfín de consecuencias negativas para aquellos
que quieran hacer el uso del fundamental derecho a la libertad religiosa.
En este sentido
de las actividades no autorizadas, según reporta Jennifer Zeng, el día 19 de
diciembre de 2024, en un grupo de la aplicación WeChat –que es el equivalente
chino de la aplicación WhatsApp–, amigos y familiares habían quedado en una
vivienda particular para celebrar la Navidad en la localidad de Chengdu, en
Sichuan. Treinta minutos después, aparecieron en la puerta de la vivienda del
organizador del encuentro elementos uniformados de la Policía Comunitaria del
PCCh, acompañados de miembros del MSS chino –el equivalente al KGB soviético–,
quienes registraban en video, mientras el ciudadano reclamaba, porque le
impedían de forma autoritaria, celebrar la reunión familiar y de amigos.
La reunión
formativa del año 2019 fue una de las tantas formaciones que se impartieron en
China durante esa época para abordar lo que ellos consideran una amenaza para
el Partido Único. En la actualidad, los efectos de aquellas formaciones se
están manifestando en una persecución sin cuartel al cristianismo no reglado en
China. Según Open Doors US, organización que investiga la persecución de
cristianos en el mundo, 10.000 iglesias en China fueron clausuradas por el
Partido Comunista Chino.
Sayde Chaling-Chong García
Fuente: El Debate