El cardenal Marc Ouellet profundiza sobre los riesgos y oportunidades de una Iglesia sinodal
Cardenal Marc Ouellet. (Vatican Media). Dominio público |
Riesgos y oportunidades de una Iglesia sinodal
Quizá la pista principal del contenido, y en cierto sentido, de la
intención de este libro radique en su subtítulo: “Riesgos y oportunidades de
una Iglesia sinodal”.
La percepción quizá generalizada en no poca parte del pueblo
cristiano es que hay que seguir profundizando en el concepto de sinodalidad.
Tarea de los teólogos.
Profundizar significa no sólo
definir, clarificar, sino relacionar este concepto con otros que son patrimonio
de la teología y del pensamiento cristiano.
Para entender este proceso de la sinodalidad en la Iglesia da la impresión que son relevantes las perspectivas del abordaje. La clásica en la que insiste el Papa Francisco está basada en los conceptos de participación, comunión y misión, temas fundantes del camino sinodal.
Palabra, sacramento y carisma
El cardenal Ouellet, religioso
sulpiciano, ofrece aquí otra perspectiva, que es complementaria a la anterior,
la de la Palabra, el sacramento y el carisma.
Hay que confesar que los capítulos del libro se construyen también
a partir de conferencias, o artículos, que el cardenal Ouellet ha ido haciendo
públicos en los últimos años de su magisterio como Prefecto o como teólogo.
Por lo tanto se percibe, en cierta media, que nos encontramos ante
una memoria de la evolución de las temáticas y de los tiempos de la Iglesia.
Ocurre por ejemplo en sus reflexiones a propósito del Sínodo sobre
la Palabra de Dios aquí recogidas, un Sínodo que tenía la impronta de otra de
las personalidades que más aparecen y marcan el contenido de esta propuesta, la
teología de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI.
Desde el minuto uno, el cardenal Ouellet plantea ya la cuestión
del libro: “Así que estamos ocupados y preocupados en trasformar o reformar esta
Iglesia según las necesidades de los tiempos, según las
críticas de nuestros adversarios y nuestros propios modelos, escribió von
Balthasar en su tiempo, “pero ¿no estaremos perdiendo de vista el único modelo
perfecto, el arquetipo? ¿No deberíamos en nuestras reformas, mantener
constantemente la mirada fija en María, no para multiplicar en nuestra Iglesia
fiestas, devociones marianas, ni mucho menos definiciones, sino simplemente
para conocer nosotros mismos lo que son realmente la Iglesia, el espíritu
eclesial, el comportamiento eclesial?”.
De ahí que, en esta forma descriptiva de teología, en la que hay una serie de conceptos no sólo sobre los que se articulan las reflexiones sino sobre los que se profundiza, encontremos no pocas respuestas a nuestras inquietudes sobre la marcha de la Iglesia, sobre los horizontes de su comprensión.
Fundamentos teológicos de la sinodalidad
De ahí que, dividido el libro en tres partes, Palabra, Sacramento
y Carisma, se aborden cuestiones claves como los fundamentos teológicos de la
sinodalidad, la relación entre el Espíritu Santo y la sacramentalidad de la
Iglesia, la distinción y comunión entre el sacerdocio de los bautizados y el
sacerdocio de los ministros, la reforma de la Curia Romana, la cuestión de la
potestad de orden y la potestad de jurisdicción, la belleza del ser cristiano y
de la pertenencia eclesial, las relaciones entre comunión y sinodalidad o la
propuesta de un gobierno eclesial más abierto al Espíritu Santo, entre otros
muchos temas de interés.
Apuntaría que la presencia y la comprensión de lo que tiene que ver con el carisma juega un papel fundamental en este libro. Lo digo por quienes ahora le están dando vuelta a este concepto en la aplicación a determinadas instituciones.
Coherencia con la Palabra de Dios
Está claro que se han dado en el libro prioridad a las cuestiones
dogmáticas. Y éste es su gran valor. Sobre todo para asentar una lógica,
también carismática, de comprensión de la Iglesia, dado que, según dice nuestro
autor, “es importante en el estado actual de la investigación “ser creativos”
pero no sin brújula, procurando que nuestras propuestas provengan del
Espíritu Santo y sean coherentes con la Palabra de Dios, ya que el
Espíritu actúa siempre en concierto y en perfecta armonía con Cristo”.
Fuente: ReligiónConfidencial