ANA, RESPONSABLE DEL REFUGIO PROVIDA: ABORTÉ Y PUEDO HABLAR DE LO MALO QUE ES

“Lo mejor que puedes tener es el amor que le das tú a tus hijos, el amor que nace dentro de ti cuando tienes un hijo”

Crédito: N. C. / ACI Prensa

Dator es el primer negocio acreditado en España para la práctica del aborto. A escasos 50 pasos de su puerta, en diagonal, desde hace tres años se abrió el Refugio Provida, una iniciativa de la plataforma Derecho a Vivir. 

El pasado 28 de diciembre, se estrenó el documental El genocidio silenciosoen el que se da a conocer la labor desarrollada en este lugar desde el que se ofrece ayuda a las madres que están en riesgo de aborto y que cada día acuden a Dator. 

Ana Díaz, madre de varios hijos, es responsable del Refugio Provida desde hace dos años, aunque antes estuvo ayudando como voluntaria. Y ha tenido la valentía de reconocer por primera vez en este documental que abortó en su juventud. 

“Yo tengo, desgraciadamente, las dos experiencias. Puedo hablar de lo malo que es abortar y de lo bueno que es tener hijos” explica con sencillez en conversación con ACI Prensa, en el propio local entre decenas de peluches infantiles, paneles informativos sobre el desarrollo de la vida y material de ayuda. 

“Aborté a los 20 años y la verdad es que lo pasé fatal”, resume al ser preguntada por su motivación para realizar este trabajo. “Lo hice un poco a lo loco, sin saber lo que estaba haciendo y me gustaría que nadie lo hiciera”.

De hecho, es esta experiencia la que le da fuerza para decirle a las mujeres que están a punto de abortar: “va a ser muy malo para ti, vas a quedar mal, no vas a poder seguir tu vida como si nada”.

Al mismo tiempo, trata de expresar que la maternidad “es el mejor regalo” y que la vida va a ser mucho mejor con sus hijos. “Lo mejor que puedes tener es el amor que le das tú a tus hijos, el amor que nace dentro de ti cuando tienes un hijo”, añade. 

Hasta el estreno de la película, pocos eran los que conocían la historia de Ana, también entre sus familiares, con quienes ha tenido que hablar. 

“Ha servido para bien. Yo creo que ahora me entienden mejor”, describe, a pesar de que reconoce que aún le cuesta compartir su experiencia: “Da vergüenza y es difícil, pero lo hago porque creo que va a ayudar a otras mamás a no hacerlo. Con que ayude a una persona a vivir, pues ya merecerá la pena”. 

Consecuencia del aborto: un vacío enorme

Ana no es ajena a las consecuencias del aborto, más allá de la muerte provocada del hijo en desarrollo prenatal, “un vacío enorme dentro de ti”, que es posible superar: “Todo pasa por el perdón de Dios”, afirma. 

Tras el estreno del documental, no han sido pocos los que han llamado a Ana para dar ánimos y agradecer su labor, incluidas madres que han pasado por el trauma del aborto: “Creo que Dios del mal saca bien y yo creo que lo está haciendo conmigo”.

Ana denuncia que el aborto se vende “como una liberación”, aunque la experiencia le dice que “acabas destruido”. Por eso se pregunta “cómo va a acabar esta sociedad si esto no se para”. 

“Creo que la culpa la tenemos las mismas mujeres, que no nos atrevemos a decirlo, ya no digo en público, sino entre nuestro círculo”, reflexiona al respecto de quienes han pasado pro el trauma del aborto y, pese a sus consecuencias, callan por la presión social.

Agresividad de los abortistas

La labor que desarrollan en ocasiones resulta especialmente difícil y hasta desagradable. No en vano, el Refugio Provida, desde su inauguración, ha sido objeto de numerosos actos vandálicos contra los rótulos exteriores y no es infrecuente un cierto nivel de agresividad —“nos escupen, nos tiran cosas”— contra Ana y los voluntarios del refugio: “Me han dicho de todo. No les contesto”.

Esta actitud contrasta con el relato defendido por parte de plataformas proaborto y desde el Gobierno en el que la labor de los voluntarios provida es equiparada al delito de acoso. 

Ana logra entablar conversaciones cada día con seis o siete chicas embarazadas que se plantean abortar. Otras, no les hablan o rechazan el folleto que se les ofrece. “No acosamos a nadie. Nunca he tenido un problema”, asegura, ni ha recibido una denuncia formal por acoso. 

“Intento amablemente decirles que las quiero ayudar, que quiero dar una información. La mayoría de las veces me dan las gracias, aunque no quieran la información”, resume. 

Una familia de voluntarios y madres rescatadas

En el Refugio Provida, que se sostiene gracias a donativos, colaboran unos 35 voluntarios entre los que hay desde amas de casa hasta abogados o psicólogos. 

Unos acuden al local a clasificar ropa y otros enseres que se dan a las madres en dificultad y otros hacen seguimiento de los casos, muchas veces de forma telefónica desde sus casas. 

En conexión con otros grupos de apoyo a las madres que se enfrentan a la crisis de un embarazo inesperado, les ayudan de diferentes formas con comida, ropa, asistencia médica, ayuda legal, formación o búsqueda de empleo. 

De tanto en tanto, organizan desayunos en los que voluntarios y madres que escaparon del aborto, junto a sus hijos, se encuentran y comparten experiencias. 

“Intentamos que sea un sitio de encuentro, que las mamás puedan venir cuando quieran a tomar un café conmigo, que me cuenten qué le ha dicho su madre sobre el embarazo, un apoyo emocional… que sea un sitio abierto para ellas”, resume Ana.

En los últimos dos años, Ana calcula que se habrán logrado rescatar a 50 madres y a sus hijos. “Parecen muchas, pero no son tantas” porque cada día entran en Dator 15 o 20, calcula. 

La mayoría de las que se dejan ayudar proviene de países hispanoamericanos. “En España tienen el celebro lavado de que esto [el aborto] es un derecho y que es algo bueno”, subraya. 

Por Nicolás de Cárdenas

Fuente: ACI Prensa