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Rob Croes, director ejecutivo |
San Juan Pablo
II no sólo nos contagió de su alegría y sencillez, sino que nos dejó grandes
enseñanzas que nos ayudan a vivir según el plan que Dios tiene sobre nosotros.
Especialmente nos ayuda a comprender nuestra naturaleza humana y el valor que
tenemos como hijos de Dios. Nuestro fin principal: amar y ser amados.
En su
encíclica Evangelium Vitae nos comparte desde el
principio el valor de la vida:
El hombre está
llamado a una plenitud de vida que supera con mucho las dimensiones de su
existencia terrena, porque consiste en participar de la vida misma de Dios. La
altura de esta vocación sobrenatural revela la grandeza y el valor inestimable
de la vida humana también en su fase temporal.
La cultura
de la cosificación
En los últimos
años, la cultura occidental ha intentado convencernos de que las personas son
valoradas por lo que pueden ofrecer en términos prácticos. Se utiliza a la
persona humana como un objeto, y esto conduce a la deshumanización.
Esto afecta a
nuestras relaciones humanas, volviéndolas superficiales y desechables, pues
interactuamos con los demás solo para conseguir un bien personal. En concreto,
las relaciones de pareja y la vida familiar son las más afectadas.
La teología
del cuerpo
San Juan Pablo
II contrasta esta cultura con su Teología del Cuerpo , que enfatiza la dignidad de cada
ser humano y la importancia del amor verdadero. Promueve una visión de las
relaciones interpersonales basada en el respeto, la entrega y la autenticidad.
Y enseña que el cuerpo humano es un vehículo de amor y comunicación profunda.
Aquí hay 4
ideas de San Juan Pablo II en su Teología del Cuerpo que nos llevarán a amar
verdaderamente y a contrarrestar la cultura de la cosificación.
1. Dignidad
humana
San Juan Pablo
II nos enseña que la dignidad humana es “un valor
evangélico que no se puede despreciar sin ofender gravemente al Creador. Esta
dignidad se vulnera a nivel individual cuando no se tienen en cuenta valores
como la libertad, el derecho a profesar la propia religión, la integridad
física y mental, el derecho a los bienes esenciales, a la vida”.
La Teología del
Cuerpo presenta una visión integral del ser humano, donde cada persona es un
don y no un mero objeto, en contraste con la cultura de la cosificación, que
reduce a las personas a su valor funcional.
2. Amor y
entrega
En lugar de
buscar relaciones basadas en el interés propio, la Teología del Cuerpo promueve
el amor como un acto de entrega total.
Esta es una
gran invitación a entregarnos a los demás, considerando ese principio que
mencionamos antes, pero que aquí cobra gran significado, pues hemos sido
creados para amar y ser amados.
El verdadero
amor se expresa en la libertad; amar significa elegir libremente a otra persona
y comprometerse con ella.
3. La
verdadera sexualidad
San Juan Pablo
II nos invita a comprender que la sexualidad no es un intercambio utilitario,
sino una expresión de amor que implica compromiso y responsabilidad. Sólo así
encontraremos verdaderamente el amor auténtico, vivido con una sexualidad
debidamente ordenada, sin cosificar a la persona ni lucrarse o beneficiarse de
ella.
Mientras la cultura de la cosificación nos lleva a deshumanizar a las personas, este gran santo y Papa nos llama a buscar cambiar nuestra mentalidad y adoptar una cultura que celebre la dignidad y el amor auténtico.
Karen Hutch
Fuente: Aleteia