CÓMO MANEJAR LAS CRISIS CUANDO ERES SERVIDOR EN LA IGLESIA

Las personas que dedican parte de su tiempo a servir a su Iglesia pueden atravesar momentos de crisis que desajustan su vida... ¿qué hacer en ese caso?

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San Pablo fue un gran servidor de la Iglesia naciente, y por supuesto, también atravesó por tiempos de crisis, pero nunca perdió de vista su misión como laico:

"Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!"

(1 Cor. 9, 16)

La misión de la Iglesia

Jesús, el primer evangelizador, envía a la Iglesia a cumplir con su misión, la que nos corresponde a todos los bautizados, como lo dice la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi: "Nacida, por consiguiente, de la misión de Jesucristo, la Iglesia es a su vez enviada por Él".

El papel de los laicos

Además, el Papa Francisco dijo en su video de mayo 2018 que “los laicos están en primera línea de la vida de la Iglesia”. Y muchos de ellos trabajan en las parroquias como agentes de alguna pastoral determinada.

Por supuesto, atender al llamado de Dios para realizar un apostolado tiene sus momentos difíciles, de modo que no siempre se queda un buen sabor de boca cuando surgen las dificultades y llega el deseo de renunciar. ¿Qué se puede hacer en ese momento?

1. Tomar las cosas con calma

En primera instancia, hay que respirar profundo y dejar que se apacigüen los ánimos, porque tomar una decisión estando enojados puede resultar contraproducente. Todos tenemos errores y exabruptos, así que no te extrañe que eso ocurra también en la Iglesia.

Es aconsejable pedir un tiempo para pensar, y cuando se ha restablecido la calma, repasar los acontecimientos y hablar con la persona, si se ha tenido un contrapunteo; o bien, pedir al párroco una cita para exponerle tu sentir. Seguramente encontrarán la solución sin ofenderse.

2. Escribir lo bueno y lo malo

Si la crisis es interna, primero hay que pedir al Espíritu Santo que ilumine tu mente y corazón. En seguida, haz dos columnas en una hoja:

En la izquierda, anota las experiencias buenas, las satisfacciones que te ha dejado tu apostolado, los progresos espirituales que has alcanzado desde que sirves en la Iglesia y todo el bien que has recibido.

Luego, en la derecha, escribe todo lo malo que venga a tu memoria. Una vez terminada esta tabla, lee y repasa todo. Da gracias a Dios por ello y pídele que te ayude a decidir qué hacer. Seguramente vencerá lo bueno.

3. Poner el problema en manos de María

Nadie mejor que la Virgen santísima para enfrentar una crisis. El rezo del santo rosario te traerá paz y te ayudará a discernir sobre la dificultad que te está desajustando la vida.

En cada misterio, dile a tu Madre del cielo que te guíe para que encuentres la solución. Ella da respuesta inmediata, porque nadie que se acoge a su protección ha sido abandonado.

Y confíate a Dios como María, e imitándola, dile: "Yo soy la esclava del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho" (Lc 1, 38)

Las crisis pasan y te fortalecen, no pierdas la esperanza porque vas por camino seguro, ¡sigue adelante!

Mónica Muñoz

Fuente: Aleteia