Las personas que dedican parte de su tiempo a servir a su Iglesia pueden atravesar momentos de crisis que desajustan su vida... ¿qué hacer en ese caso?
PeopleImages.com - Yuri A | Shutterstock |
San Pablo fue
un gran servidor de la Iglesia naciente, y por supuesto, también atravesó por
tiempos de crisis, pero nunca perdió de vista su misión como laico:
"Porque,
si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como
necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!"
(1 Cor.
9, 16)
La misión de
la Iglesia
Jesús, el
primer evangelizador, envía a la Iglesia a cumplir con su misión, la que nos
corresponde a todos los bautizados, como lo dice la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi: "Nacida, por
consiguiente, de la misión de Jesucristo, la Iglesia es a su vez enviada por
Él".
El papel de
los laicos
Además, el Papa
Francisco dijo en su video de mayo 2018 que “los laicos están en primera
línea de la vida de la Iglesia”. Y muchos de ellos trabajan en las parroquias
como agentes de alguna pastoral determinada.
Por supuesto,
atender al llamado de Dios para realizar un apostolado tiene sus momentos
difíciles, de modo que no siempre se queda un buen sabor de boca cuando surgen
las dificultades y llega el deseo de renunciar. ¿Qué se puede hacer en ese
momento?
1. Tomar las
cosas con calma
En primera
instancia, hay que respirar profundo y dejar que se apacigüen los ánimos,
porque tomar una decisión estando enojados puede resultar contraproducente.
Todos tenemos errores y exabruptos, así que no te extrañe que eso ocurra
también en la Iglesia.
Es aconsejable
pedir un tiempo para pensar, y cuando se ha restablecido la calma, repasar los
acontecimientos y hablar con la persona, si se ha tenido un contrapunteo; o
bien, pedir al párroco una cita para exponerle tu sentir. Seguramente
encontrarán la solución sin ofenderse.
2. Escribir lo
bueno y lo malo
Si la crisis es
interna, primero hay que pedir
al Espíritu Santo que ilumine tu mente y corazón. En seguida, haz dos
columnas en una hoja:
En la
izquierda, anota las experiencias buenas, las satisfacciones que te ha dejado
tu apostolado, los progresos espirituales que has alcanzado desde que sirves en
la Iglesia y todo el bien que has recibido.
Luego, en la
derecha, escribe todo lo malo que venga a tu memoria. Una vez terminada esta
tabla, lee y repasa todo. Da gracias a Dios por ello y pídele que te ayude a
decidir qué hacer. Seguramente vencerá lo bueno.
3. Poner el
problema en manos de María
Nadie mejor que
la Virgen santísima para enfrentar una crisis. El rezo del santo rosario te
traerá paz y te ayudará a discernir sobre la dificultad que te está
desajustando la vida.
En cada
misterio, dile a tu Madre del cielo que te guíe para que encuentres la
solución. Ella da respuesta inmediata, porque nadie que se acoge a su
protección ha sido abandonado.
Y confíate a
Dios como María, e imitándola, dile: "Yo soy la esclava del Señor, que se
cumpla en mí lo que has dicho" (Lc 1,
38)
Las crisis
pasan y te fortalecen, no pierdas la esperanza porque vas por camino seguro,
¡sigue adelante!
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia