El pasado 3 de diciembre, fiesta de san Francisco Javier, el papa Francisco hacía pública la aceptación de mi renuncia como obispo de Segovia y nombraba al nuevo obispo en la persona de Mons. Jesús Vidal Chamorro, en la actualidad obispo auxiliar de Madrid.
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Mons. Jesús Vidal. Foto: Archidiócesis de Madrid (Josele Martín) Dominio público |
El
papa Francisco me nombraba el mismo día Administrador Apostólico de esta «sede vacante». Se denomina así a la sede que,
aunque tiene obispo, éste no ha tomado posesión de su oficio. En este tiempo, me
corresponde cuidar del gobierno de la diócesis hasta la entrada del nuevo
pastor.
La
importancia de la sucesión apostólica en una diócesis trasciende lo meramente
sociológico: uno se va y otro llega. Sólo desde la eclesiología se entiende qué
significa el título de «sucesor
de los apóstoles»
dado al obispo. El obispo no es un gerente, un moderador que coordina diversas tareas
o un simple líder. Es un pastor al estilo de Cristo. Por la ordenación
episcopal queda inserto en la cadena de la tradición que se remonta a Cristo y
al colegio apostólico. Se convierte en testigo veraz de la fe que sustenta la
Iglesia y, por esta razón, en garante de la tradición y de la unidad de la
Iglesia.
La
colegialidad episcopal le hace ser, bajo la autoridad del sucesor de Pedro, corresponsable
de la Iglesia universal y, de modo directo e inmediato, pastor de su propia
diócesis. La sucesión apostólica no solo garantiza las cuatro notas de la
Iglesia —una, santa, católica y apostólica— sino que posibilita a la diócesis
vivir la comunión con todas las iglesias.
La
Diócesis de Segovia se alegra con la llegada de un nuevo pastor, a quien
acogeremos como se acoge a Cristo que lo envía. La presencia del obispo acrecienta
la certeza de que el Señor Jesús vive presente en su iglesia, la guía,
fortalece y consuela en momentos de abatimiento. Sabemos que los tiempos actuales
no son fáciles para la Iglesia, pero también sabemos que la «esperanza no defrauda» como enseña la bula papal del Jubileo
de 2025, porque el amor de Dios es más fuerte que cualquier debilidad, fracaso
y pecado.
Como
Administrador Apostólico de esta Iglesia a la que he tenido el honor de servir,
os exhorto a todos los cristianos a recibir al nuevo obispo con entrañable
afecto, con sincera colaboración y con la alegría de quien viene para
acompañaros como hermano y guiaros como padre hacia la meta que es Cristo. Es una
ocasión preciosa para que la Iglesia de Segovia tome conciencia de que, sin la
aportación generosa de cada uno al bien común del Pueblo de Dios, no brillará
la armonía de todos los carismas y ministerios que conforman la Iglesia bajo la
acción del Espíritu. El obispo no está sobre la Iglesia, está en ella y al
frente de ella por voluntad de Cristo y, por ser siervo de Cristo, es siervo de
todos los miembros de su Cuerpo.
¡Bienvenido,
querido hermano Jesús! Si el Señor ha puesto esta Iglesia suya en tus manos es
porque ha confiado en ti y sabe que la cuidarás con la preocupación de que
siempre permanezca unida a quien es el «gran
pastor de las ovejas»
(Heb 13,20). A él te confiamos con la certeza de que nunca te faltará su
compañía en esta andadura que pronto iniciarás entre estas gentes herederas de
una tradición de siglos de la que se sienten orgullosas y esperanzadas con tu
venida de obispo y pastor dispuesto a dar la vida por ellas.
+ César Franco
Obispo de Segovia.
Fuente: Diócesis de Segovia