Llevar el Evangelio se hace concreto ahí, en el compromiso cristiano con los más necesitados; y ahí está la verdadera evangelización
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En la audiencia
a los participantes en el tercer encuentro de “Iglesias Hospital de Campaña”,
Francisco les agradeció su compromiso con los refugiados, los pobres y los sin
techo, y subrayó los tres principios rectores de su acción: anunciar a Cristo
con la acogida, reparar las desigualdades y sembrar esperanza
Asistir a los
vulnerables “es siempre un privilegio”, una oportunidad “para tocar la carne de
Cristo”, y permite llevar el Evangelio “en el compromiso cristiano con los más
necesitados”. Así lo subrayó el Papa Francisco en su audiencia a los
participantes en el tercer encuentro de Iglesias Hospital de Campaña, promovido
por la asociación Mensajeros de la Paz, del padre Ángel García Rodríguez.
Reunido con
ellos en el Salón del Consistorio, recordó que los tres principios para que las
iglesias sean como un hospital de campaña son “anunciar a Cristo”, “reparar las
desigualdades” y “sembrar esperanza”. Recordando a un sacerdote feliz de tener
1.200 fieles en misa en un barrio de 250.000, añadió:
Tenemos que
ser conscientes de que a la iglesia viene poca gente. Tenemos que ir a
buscarla.
Los pobres
también anuncian a Cristo acogiendo a los migrantes
En primer
lugar, en español, el Papa explicó que para anunciar a Cristo “como el que
siempre camina” con los más vulnerables, dado que Él primero “se hizo pobre”,
es fundamental “dar testimonio de acogida a estos hermanos y hermanas más con
gestos que con palabras” e “ir a visitarlos”, para seguir “viendo en cada uno
de ellos el rostro de Cristo”.
A mí me
hacen bien anécdotas de gente pobre, de la España, del sur de Italia, que
anuncia a Cristo como puede en medio de una inmigración musulmana, por ejemplo.
Y lo anuncia con los gestos, con la acogida, con el acompañamiento, con la
promoción del migrante.
Los
migrantes son los hijos que no queremos tener
Dejando a un
lado el discurso preparado, Francisco insistió en la importancia de acoger a
Cristo en los pobres y en los migrantes.
Subrayo lo
de los migrantes porque sea en Italia que en España es una de las realidades -
no quiero decir un problema - una de las realidades, ¿no? Y, por otro lado,
demos gracias que vienen los migrantes porque el nivel de edad que tenemos es
un poquito escandaloso. Creo que en Italia es 46 años la media de edad. No
tienen hijos. Ah, eso sí, todos tienen un perrito o un gato, pero no tienen
hijos. Y los migrantes vienen, y bueno, de alguna manera, son los hijos que no
queremos tener. Piensen un poquito en esto.
Reparar las
desigualdades entre ricos y pobres
Es necesario
entonces, continuó el Pontífice, “restablecer el tejido social reparando las
desigualdades”, porque “nadie puede quedarse indiferente ante el sufrimiento de
los demás”.
Con el
apostolado de ustedes, denuncien a la sociedad la desigualdad, a veces tan
grande, entre ricos y pobres, entre patriotas y extranjeros, y no es lo que
Dios quiere de la humanidad y, en justicia, estas cosas requieren ser
resueltas.
Niños
explotados y ancianos descartados
Saliendo aún
del texto escrito, el Pontífice hizo hincapié también en las desigualdades que
existen con los niños y los ancianos:
A los viejos
se los descarta, se los manda a cuarteles de invierno como si nada tuvieran que
aportar en este momento a la sociedad. Y piensen en los chicos, cuando los
chicos se los usa para ciertos trabajos y después se los abandona. Hay chicos
que se los usa para ir a recoger en los basurales cosas que puedan ser vendidas
después. En un país donde hay un fruto muy delicado que se llama arándano, que
para cosecharlo hace falta mucha delicadeza, usan a los chicos con hambre para
cosechar el arándano y los explotan.
“Una
pregunta que nos tenemos que hacer: ¿Qué pasa con los chicos? ¿qué pasa con los
ancianos? Los ancianos son fuente de sabiduría, y estamos asistiendo al
escándalo de guardarlos en el ropero de un geriátrico.”
Gracias por
sembrar esperanza entre quienes huyen de la guerra
Por último, el
Pontífice reiteró que es necesario sembrar esperanza en cada persona que acogen
ya sea porque no tiene casa, porque es un refugiado, porque forma parte de una
familia en estado de vulnerabilidad, porque es víctima de la guerra, o por
cualquier otro motivo que lo vuelve marginado de la sociedad.
La guerra es
una cosa muy dura, muy dura. Es una realidad que mata, destruye… ocuparnos de
esa gente. Una cosa que yo veo cuando vienen grupos de chicos ucranianos que
están deportados acá: no sonríen. La guerra les robó la sonrisa. Por eso, todo
el trabajo que hacen con los refugiados es muy importante.
Tocar en los
pobres la carne de Cristo
Y recordó que
el Antiguo Testamento siempre pide cuidar “de la viuda, el huérfano y el
extranjero, el migrante, el que está refugiado”. “En cada persona que acogen
-añadió-, en cada persona que tiene una vulnerabilidad, siembren esperanza”.
Aunque estos
hermanos muchas veces vivan abrumados ante un panorama que pudiera asemejarse a
un “callejón sin salida” - cuántos “callejones sin salida” encontramos hoy día,
¡cuántos! -, recuérdenles que la esperanza cristiana es más grande que
cualquier situación - esto no es fácil decírselo a un herido de guerra, no es
fácil, pero hay que decirlo porque la esperanza tiene su fundamento en el
Señor, no en el hombre. Una cosa es el optimismo, que es bueno, pero otra cosa
es la esperanza. Totalmente distinto.
La invitación
final del Papa Francisco a quienes en la Iglesia están comprometidos con los
más vulnerables, fue a no dejar nunca de descubrir que eso es un privilegio,
“porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
Cada vez que
tenemos la ocasión de acercarnos a ellos, brindarles nuestra ayuda, es la
oportunidad que tenemos de tocar la carne de Cristo, porque llevar el Evangelio
no es una cosa abstracta, una ideología, que se reduce a un adoctrinamiento.
No, la cosa no va por ahí, sino que llevar el Evangelio se hace concreto ahí,
en el compromiso cristiano con los más necesitados; y ahí está la verdadera
evangelización.
Incluso los
ateos pueden servir a Jesús en los pobres
Continuar, fue
su exhortación final, contagiando esperanza, misericordia y amor a otras
personas para que, “convencidas ellas también de esta verdad, puedan sumarse a
colaborar en el servicio de los más pobres”. Para aclarar aún más lo que quiso
decir, el Papa añadió:
“Ah, Padre,
¿entonces los tenemos que bautizar antes que vengan a colaborar al servicio de
los más pobres o los que tenemos que mandar a confesarse para que estén en
gracia de Dios?” No, cualquiera: ateo, no ateo, cualquiera, de esta religión o
de la otra. Servir, y servir a los más pobres. Entre los más pobres está Jesús.
Están sirviendo a Jesús, aunque no crean en Él. Todos, todos, todos, todos
metidos en la bolsa del servicio, todos metidos en el compromiso por los demás.
III encuentro de las
“Iglesias Hospitales de Campaña”
El tercer
encuentro de las “Iglesias Hospitales de Campaña” comenzó este domingo en Roma,
en la Casa San Juan de Ávila, reuniendo a unas cincuenta personas de diferentes
asociaciones de España (Madrid y Barcelona), Italia, Jordania, México y
Argentina. El tema es “La Iglesia sinodal y los hospitales de campaña de las
Iglesias al servicio de la humanidad”. Los otros encuentros se organizaron en
Madrid y Barcelona. Entre los primeros promotores se encuentra la Asociación
Mensajeros de la Paz, fundada por el Padre Ángel García Rodríguez (hoy 87 años)
en 1962, una organización no gubernamental internacional, con sede en Madrid
(España), que trabaja en más de 50 países a favor de la promoción humana y
social de los grupos más desfavorecidos de la sociedad, adaptándose a las
diferentes realidades sociales.
Alessandro Di Bussolo - Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News