¿CON QUÉ FRECUENCIA TE DETIENES Y PERMITES QUE DIOS TE MIRE CON AMOR?

Generalmente nos preocupamos de cuántos rosarios podemos rezar en un día y no nos detenemos a dejar simplemente que Dios nos mire con su mirada amorosa

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Al buscar soluciones sobre cómo acercarnos a Dios, es común encontrar una serie de libros y artículos que ofrecen una gran cantidad de oraciones y devociones.

Puede parecer que la única manera de hacerse notar ante Dios es intensificar su vida de oración con más rosarios y letanías.

Sin embargo, la mayoría de los santos a lo largo de la historia ofrecerían una imagen muy diferente de la vida espiritual.

En lugar de rezar oraciones formuladas desde el amanecer hasta el anochecer, muchos santos sugieren simplemente dejar que Dios te ame.

La mirada amorosa de Dios

Esto es lo que sugiere San Francisco de Sales en su Introducción a la vida devota :

Éste es un asunto, querida hija, sobre el cual estoy muy ansiosa por llamar tu atención, porque en él reside uno de los medios más seguros de progreso espiritual . Esfuérzate, tan a menudo como puedas durante el día, por ponerte en la presencia de Dios .

Luego sugiere más específicamente que dejemos que Dios nos mire con su mirada:

Considera lo que Dios hace y lo que tú estás haciendo; verás Sus ojos siempre fijos en ti con Amor incomparable . “Oh Dios mío”, exclamarás, “¿por qué no puedo estar siempre mirándote, así como Tú me miras a mí ? ¿Por qué pienso tan poco en Ti? Oh alma mía, tu único lugar de descanso es Dios, y sin embargo, ¿cuántas veces vagas?”

San Francisco de Sales recomienda esta práctica a lo largo del día:

Ten la seguridad, pues, de que mientras te ocupas externamente de tus negocios y de tus deberes sociales, te retiras con frecuencia a la soledad de tu propio corazón. Esa soledad no tiene por qué verse obstaculizada de ninguna manera por las multitudes que te rodean: ellas rodean tu cuerpo, no tu alma, y ​​tu corazón permanece solo en la Única Presencia de Dios.

No tenemos que ser monje o monja para experimentar la mirada amorosa de Dios.

Lo único que tenemos que hacer es abrirnos a Él y hacer espacio para ese encuentro diario.

Si bien rezar cinco rosarios al día es digno de elogio, también necesitamos reservar tiempo en nuestro día para sentarnos y escuchar a Dios y sentir su amor en nuestro corazón.

Philip Kosloski

Fuente: Aleteia