Conocer sobre el origen de las indulgencias nos recuerda el gran regalo que tenemos para reconciliarnos con Dios
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La Iglesia
católica siempre ha incentivado a los fieles a buscar el perdón de Dios a
través de las indulgencias, que nos permiten obtener la absolución y llegar a
tener la gracia que permite una íntima comunión con el creador.
"Es
necesario para la plena remisión y reparación de los pecados no solo restaurar
la amistad con Dios por medio de una sincera conversión de la mente, y expiar
la ofensa infligida a su sabiduría y bondad, sino también restaurar plenamente
todos los bienes personales, sociales y los relativos al orden universal,
destruidos o perturbados por el pecado".
San Pablo VI
en su libro Indulgentiarum Doctrina
El autor Louis de Wohl, en su libro Fundada sobre roca,
menciona los orígenes de esta práctica que, desde que se instituyó, ha ayudado
a millones de cristianos a reconciliarse con Cristo.
Origen de
las indulgencias
Desde los
primeros años de la Iglesia, los cristianos han buscado la penitencia por sus
pecados. Ellos querían obtener la reconciliación con Dios por medio de actos
que fueran lo suficientemente equivalentes a la falta que habían realizado. Sin
embargo, para que la persona que cometía el pecado fuera admitida nuevamente en
la Iglesia, tenía que hacer una penitencia severa y de forma pública.
La Iglesia
tomaba medidas drásticas con el objetivo de que la persona no padeciera las
penas en el purgatorio. Pero, en ese tiempo, que fue de mucha persecución a los cristianos, no había
la suficiente valentía para permanecer fiel a estos actos penitenciales.
Debido a ello,
incluso había malas prácticas. Las autoridades les querían facilitar esos actos
con ofrendas anticlericales, como dar gloria al Emperador.
"Bastaba
con que arrojasen unos cuantos granos de incienso en un brasero que había
delante de la estatua del Emperador en señal de que reconocían su 'divinidad'.
[Esto era] un grave pecado de idolatría y de apostasía. Los que lo hacían
quedaban excomulgados inmediatamente".
Mártires al
rescate de los cristianos
Es importante
destacar la belleza y humildad de los cristianos prisioneros de la cárcel de
Mamertina, que querían ofrecer sus sufrimientos por sus hermanos más débiles en
la fe. Estos prisioneros iban a ser arrojados a los leones del circo, una
práctica muy frecuente en la antigua Roma para castigar a los seguidores de
Cristo.
Antes de su
muerte, escribieron a los presbíteros de la comunidad romana una carta en donde
pedían que, con su sacrificio, le dieran el perdón a los cristianos
excomulgados.
Los
presbíteros, al recibirla, consideraron que “la heroica muerte de los mártires,
unida a los méritos de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo,
constituía un tesoro que la Iglesia podía usar en beneficio de otros”, destaca
el autor.
Esto era una
gran bendición para los hermanos arrepentidos que habían incurrido en apostasía
por debilidad. Ahora podían ser nuevamente parte de la Iglesia.
Relación con
la Biblia y Magisterio
Los
presbíteros, al reunirse y tomar esta decisión, se basaron en lo que dicen las
cartas de san Pablo a los Corintios:
"En
realidad, quien tiene el perdón de ustedes, tiene también el mío, pues lo que
yo he perdonado -si es que perdoné algo- ha sido por ustedes en atención a
Cristo". (2 Cor 2, 10)
Y así,
siguiendo las palabras de este apóstol de Cristo, las autoridades eclesiásticas
de la Iglesia vieron el fin de las indulgencias plenarias como una forma de
redimirse:
"La
concesión de las indulgencias consiste no solo en ayudar a los fieles a lavar
las penas debidas, sino también incitarlos a realizar obras de piedad,
penitencia y caridad, especialmente aquellas que contribuyen al incremento de
la fe y del bien común".
San Pablo VI
Yohana Rodríguez
Fuente: Aleteia