¿POR QUÉ SAN JUAN XXIII ERA CONOCIDO COMO EL “PAPA BUENO”?

San Juan XXIII tuvo un apodo característico, pues era conocido como el "Papa bueno", pero pocos saben la razón por la que se ganó este bello sobrenombre

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San Juan XXIII fue el "Papa bueno", lo que indicaba uno de los rasgos característicos de su personalidad. Pero hay anécdotas que confirman que este bello sobrenombre estuvo muy bien aplicado.

1. Excelente sentido del humor

Una característica de las personas que calificamos como buenas es el buen humor. En situaciones difíciles sacan a relucir su genialidad y amortiguan el impacto de una palabra imprudente o un hecho comprometedor.

Una anécdota publicada en el libro Ingenio y sabiduría de Juan, el Papa bueno, cuenta sobre la visita del Papa al Hospital del Espíritu Santo, en Roma. Al ingresar en el edificio, le presentaron a la hermana que dirigía el hospital.

—Santo Padre —dijo ella—, soy la superiora del Espíritu Santo.

—Es usted muy afortunada —respondió el Papa, encantado—. ¡Yo soy solo el Vicario de Cristo!

2. Acercamiento a otras confesiones religiosas

Su biografía, Diario de un alma, da cuenta de los acercamientos ecuménicos con otras Iglesias cristianas, recibiendo durante su pontificado al arzobispo anglicano de Canterbury, a la reina Isabel II y a su esposo, al moderador de la Iglesia presbiteriana de Escocia, Archibald C. Craig y al presidente de la Iglesia episcopaliana de Estados Unidos.

Además, creó el Secretariado para la Unión de los Cristianos fue, sin duda, un paso importantísimo en favor del ecumenismo.

3. Reconocimiento por los hermanos judíos

Un inusitado gesto de fraternidad fue su relación con el judaísmo. La mayor muestra de su reconocimiento por los hermanos judíos fue cuando suprimió, en los oficios del Viernes Santo de 1959, el adjetivo perfidis atribuido a ellos: pro perfidis Iudeis (pérfidos judíos).

Este simple hecho suscitó en el corazón de los judíos nuevas esperanzas para una era de comprensión y tolerancia.

4. Trabajo por la paz

El 11 de abril de 1963, Juan XXIII publicó su famosa encíclica, Pacem in terris, que estaba dirigida no solo a los obispos, al clero y a los fieles católicos, sino también, y por primera vez, a todos los hombres de buena voluntad, invitando a afrontar, con un espíritu de colaboración, los problemas cruciales del hambre, de la justicia y de la paz.

En reconocimiento por su actividad a favor de la fraternidad entre los hombres y los pueblos y sus intervenciones en el plano diplomático, le fue otorgado el premio por la paz de la fundación Stefano Valzan.

El Papa bueno donó el monto económico - ciento cincuenta millones de liras - a la Fundación Premio Internacional de la Paz Juan XXIII.

5. Amor, respeto y obediencia

Su amor por Dios y las personas siempre estaban presentes en su trato con todos. Para él era fundamental el respeto y la sencillez, a ejemplo de Cristo. Y ante todo, la obediencia.

Los últimos años de su vida sufrió mucho por sus enfermedades, pero no dejó de cumplir con sus compromisos. Su Diario menciona que:

"Tras una larga y penosa agonía, murió el 3 de junio de 1963. Ningún Papa ha sido tan llorado al morir: multitud de banderas ondearon a media asta, entre ellas la de la ONU y la del Palacio primado anglicano; la jerarquía de las distintas iglesias cristianas, así como del judaísmo, el islam y el budismo, hicieron sentidas declaraciones; el luto fue generalizado en Italia".

El papa Juan XXIII fue beatificado el 3 de septiembre de 2000 por el san Juan Pablo II y canonizado por el Papa Francisco el 27 de abril de 2014 .

San Juan XXIII, ¡ruega por nosotros!

Mónica Muñoz

Fuente: Aleteia