Cuidemos de no convertir nuestras aportaciones en puntos que defender o agendas que imponer”, instó el Papa Francisco a los participantes de la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad, que comienza este 2 de octubre.
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El Papa Francisco en la Misa de inauguración de la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad | Crédito: Daniel Ibáñez/ EWTN News |
¿Qué es el Sínodo de la Sinodalidad para el Papa
Francisco?
En
primer lugar, el Pontífice definió el Sínodo como “un viaje en el que el Señor
pone en nuestras manos la historia, los sueños y las esperanzas de un gran
Pueblo de hermanas y hermanos esparcidos por el mundo, animados por
nuestra misma fe, impulsados por el mismo deseo de santidad para que, con ellos
y por ellos, tratemos de comprender qué camino seguir para llegar adonde Él
quiere llevarnos”.
En
este sentido, destacó que se trata de un camino para “acercarse con respeto y
atención, en la oración y a la luz de la Palabra de Dios, a todas las
aportaciones recopiladas a lo largo de estos tres años de intenso trabajo”.
Con
la ayuda y la fuerza del Espíritu Santo, continuó el Papa Francisco , se trata
de “escuchar y comprender las voces, es decir, las ideas, las expectativas, las
propuestas, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia”.
Remarcó,
como en ocasiones pasadas, que no se trata de “una asamblea parlamentaria”,
sino “un lugar de escucha en la comunión”.
“Crear armonía en la diversidad”
Para
que esto suceda, invitó a los participantes a liberarse de aquello que, “en
nosotros y entre nosotros, puede impedir a la caridad del Espíritu crear
armonía en la diversidad”.
“Cuidemos de no
convertir nuestras aportaciones en puntos que defender o agendas que imponer,
sino ofrezcámoslas como dones para compartir, dispuestos incluso a sacrificar
lo que es particular, si ello puede servir para hacer surgir, juntos, algo
nuevo según el plan de Dios”, añadió.
De lo
contrario, advirtió el Papa Francisco, “acabaremos encerrándonos en diálogos
entre sordos, donde cada uno trata de ‘llevar agua a su molino’ sin escuchar a
los demás y, sobre todo, sin escuchar la voz del Señor”.
Subrayó que
“las soluciones a los problemas que se nos plantean no las tenemos nosotros”,
sino el Señor, e invitó a los participantes “fuertes y bien preparados” a
ayudar a los demás.
También instó a
tener “un corazón abierto y capaz de dialogar” y reiteró que “lo que importa y
es fundamental es la armonía”, que se logra gracias al Espíritu Santo.
“Todos, aquí,
se sentirán libres de expresarse tanto más espontánea y libremente cuanto
más perciban a su alrededor la presencia de amigos que los quieren y
respetan, los aprecian y desean escuchar lo que tienen que decir”, añadió.
Además, afirmó
que “abrazar, proteger y cuidar forma parte de la naturaleza misma de la
Iglesia, que es por su misma vocación lugar de acogida y encuentro”.
También destacó
que el Sínodo, “dada su importancia”, en cierto sentido nos pide ser
“grandes” ―de mente, de corazón, de mirada―, “porque las cuestiones a tratar
son grandes y delicadas, y los escenarios en que se sitúan son amplios,
universales”.
A modo de
conclusión, el Papa Francisco señaló que “los ángeles son como un telescopio
del amor del Padre”.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI