CONTRA LOS PROBLEMAS DE LA ADOLESCENCIA, CATEQUESIS

La Conferencia Episcopal lanza una campaña con motivo del nuevo curso pastoral recordando que la formación no es solo para niños. Invita a jóvenes y adultos a los grupos parroquiales y pide discernir la vocación de catequista

Ecclesia

Para acompañar la temida edad del pavo o afrontar las sucesivas crisis de la edad, catequesis. Para todo y para todos. Con motivo del nuevo curso pastoral 2024-25, la Comisión para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la Conferencia Episcopal Española vuelve a seguir al papa Francisco en su encargo de hacer «lío» con el lanzamiento de una campaña para discernir la vocación a ser catequista y otra para motivar a los padres a que busquen formación para sus hijos en las parroquias. 

Especialmente novedoso resulta el segundo de ellos, que rompe los estereotipos de la catequesis como un curso para niños y se dirige a una etapa tan complicada como el inicio de la juventud, con posibilidad de hacer un itinerario formativo durante toda la vida. Esta campaña ofrece el testimonio de dos padres con hijos adolescentes, Carlos García y Natalia Conde, cuyas respectivas familias forman parte de la parroquia de San Pedro Bautista, en Ávila. En el vídeo, Carlos y Natalia se encuentran durante un descanso para el café, y ella le confiesa sus inquietudes con respecto a su hija, «apática todo el día» por la temida edad del pavo, situación ante la que reconoce «no saber cómo ayudarla». 

Él le da un consejo, amparado en su propia experiencia: «¿Y no habéis pensado en apuntarla a catequesis? Nosotros estuvimos en una situación muy parecida a la tuya el año pasado, las apuntamos a catequesis y lo han notado un montón». Grupo de jóvenes, responsabilidad, ayuda en las tareas domésticas, relación de chicos y chicas, o desconexión digital son algunos de sus argumentos. «Está siendo de una ayuda tremenda para nosotros», explica Carlos, quien acaba revelándole a Natalia que tanto él como su mujer se han apuntado a una catequesis de adultos.   

Los protagonistas del vídeo no son actores, aunque se interpreten a sí mismos: son testigos del efecto positivo que tiene la vida y formación parroquial en niños con edades problemáticas, así como en toda la familia. «Hemos pasado de vivir la fe de una manera individual a una vida comunitaria», sentencia Carlos. «Mis dos hijas —de 14 y 15 años— siguen en plena adolescencia y la catequesis les está ayudando mucho. Primero, en su formación integral como personas desde la fe y, segundo, sabiendo que se puede pasar muy bien en la parroquia con sus amigos, viendo pelis, o haciendo actividades deportivas o convivencias, en lugar de estar de botellón o en ambientes similares, como, lamentablemente, hay muchos chavales de su edad. Y todo ello sin tener ninguna sensación de ser bichos raros o unas “pringadas sociales”, sino simplemente de estar haciendo lo que les apetece de verdad», explica a ECCLESIA.

«Para mi hija ha supuesto algo muy positivo», afirma Natalia, tras haber puesto en práctica el consejo que recibe de Carlos en el vídeo. «Llegaba el viernes, y el viernes para mi hija era catequesis. No suponía un tipo de obligación. Era como cuando sale con sus amigos a dar un paseo, muy contenta y feliz, se lo tomaba exactamente igual. Se le notó un montón ir a la parroquia, la verdad. Creo que la clave ha sido que entre juegos, merienda y oración han comprendido el valor del respeto, del compromiso con los demás, de conocer a Jesús. Es una chica muy feliz. Como madre, me siento supercontenta de verla así y de que disfrute».

En su opinión, «todo el mérito lo tiene el padre Zazo —párroco de San Pedro Bautista— y la hermana Merce, porque tienen las puertas abiertas para todos. Sientes como cuando vas a casa de alguien que conoces. De hecho, mi hija ha ido muchas veces con amigas que no son de la Iglesia y han sido recibidas como uno más. Todo es positivo; incluso ha sido un refuerzo para la educación que nosotros le damos como padres». La hija de Natalia, nos comenta, tiene este año su Confirmación «y seguirá con la catequesis de jóvenes, porque se encuentra a gusto y feliz», revela su madre.

Tanto le cambió la vida aquel consejo en una sala de café que Natalia y su marido, al igual que en su día Carlos y su esposa, se acabaron apuntando a un grupo de catequesis de adultos, Discípulos de Jesús: «Creo que me veo en el espejo de mi hija, porque nos pasa exactamente lo mismo. Y no solamente se reduce al momento de la catequesis: hemos hecho el Camino de Santiago, hemos ido a conciertos de Hakuna, etc. Sin perder la perspectiva de que lo que nos une es conocer mejor a Jesús y acercarnos más a la Iglesia». 

Para Carlos, «la catequesis en la vida adulta ayuda a reflexionar sobre lo que de verdad importa, a enfocarte en los valores cristianos que, a menudo, olvidamos al sumergirnos en la vorágine del día a día. Pero también en las pequeñas cosas, en pasar buenos ratos con gente que comparte tus ideales y a la vez ser consciente de que hay muchas cosas en las que se puede ayudar, como, por ejemplo, en mi caso, con el granito de arena que ha supuesto para mí participar en esta campaña». Y para acabar, Carlos nos responde a una última pregunta.

—¿Cree que los jóvenes que van a catequesis pueden acabar evangelizando a sus padres? 
—Sin duda. Son un precioso nexo de unión para aquellos padres creyentes que se han alejado un poco de la Iglesia por cualquier circunstancia. Es como un efecto boomerang: tú los pones en el camino y luego son ellos mismos los que te recuerdan por qué les pusiste ahí. Yo mismo soy un claro ejemplo de ello, y conozco muchísimos casos más. Por eso, creo que tenemos que insistir a nuestros hijos en que esto no se acaba con la Primera Comunión, donde muchos niños ya pierden el contacto, o en el mejor de los casos, con la Confirmación, donde los jóvenes piensan que su formación ha terminado. Hay que animarles a continuar, porque luego son ellos los que con su entusiasmo contagiador te pueden rescatar a ti cuando andes despistado. 

Luís Rivas

Fuente: Ecclesia