Muchos piensan que si quieren ser cristianos, tienen que ser personas sombrías y criticonas que reprimen todos sus deseos para estar perpetuamente tristes
![]() |
adriaticfoto/Shutterstock |
La idea errónea
más extendida sobre los cristianos es que son tristes y melancólicos, que nunca
se divierten y siempre siguen normas estrictas.
Desde este
punto de vista, el cristianismo es un obstáculo primordial para vivir una vida
alegre. Sin embargo, la vida de los santos muestra claramente que esta visión
es falsa, ya que la práctica correcta del cristianismo conduce a la alegría, no
a la tristeza.
Dulce, alegre y
adorable
San Francisco de Sales comenta este punto de
vista mundano en su libro Introducción a la vida devota:
"El mundo
desprecia la verdadera devoción, pintando a las personas devotas con un aspecto
sombrío y melancólico, y afirmando que la religión las hace lúgubres y
desagradables".
Si bien es
cierto que algunos cristianos pueden reflejar esta disposición, no se aplica a
todos los cristianos, especialmente a aquellos que son capaces de dejar que la
gracia de Dios fluya libremente en sus vidas.
San Francisco
de Sales explica que la verdadera devoción conduce a un tipo de vida muy
diferente:
"El Espíritu Santo nos dice a través de sus
santos, y nuestro Señor nos lo ha dicho con sus propios labios, que una vida
devota es muy dulce, muy feliz y muy amable".
Cristianos
capaces de dar significado al sufrimiento
Vivir la vida
de un santo no significa que tu vida estará desprovista de dolor o tristeza,
sino que serás capaz de ver el significado del sufrimiento y alegrarte en él:
"Mira una
abeja que revolotea sobre el tomillo de la montaña; los jugos que recoge son
amargos, pero la abeja los convierte todos en miel, y así le dice al mundano,
que aunque el alma devota encuentra hierbas amargas a lo largo de su camino de
devoción, todas se convierten en dulzura y placer a medida que las pisa; y los
mártires han contado el fuego, la espada y el potro pero como flores perfumadas
a causa de su devoción.
Cuando estamos
más plenamente unidos a la voluntad de Dios, somos capaces de ver la belleza en
las penas de la vida y de rebosar alegría en medio de ella.
Por eso los
santos se llenaban de gran felicidad cuando eran brutalmente martirizados. Eran
capaces de reconocer la mano de Dios en todas las cosas y se llenaban de
alegría al sufrir en unión con Jesucristo.
Vivir una vida
cristiana puede no ser fácil, pero no tiene por qué ser triste o sombrío.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia