Durante el viaje apostólico del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea, el Santo Padre reflexionó sobre los profundos sacrificios realizados por los primeros misioneros y mártires católicos en la región, que se aventuraron profundamente en las selvas tropicales inexploradas para llevar el Evangelio a “los confines de la Tierra”.
![]() |
Dos niños, uno de ellos con una estatua del beato Pedro To Rot. Dominio público |
“Los
misioneros llegaron a este país a mediados del siglo XIX y los primeros pasos
de su labor no fueron fáciles, de hecho algunos intentos fracasaron. Pero no se
rindieron”, dijo Francisco.
“Con
gran fe y celo apostólico siguieron predicando el Evangelio y sirviendo a sus
hermanos y hermanas, recomenzando muchas veces donde habían fracasado”, dijo,
destacando cómo los misioneros, “comenzando y recomenzando”, sentaron
valientemente los cimientos de la Iglesia Católica en Papúa Nueva Guinea.
El
cristianismo fue introducido en Papúa Nueva Guinea por misioneros maristas, que
llegaron a la isla Woodlark en 1847, sólo para verse obligados a retirarse al
año siguiente. Cinco años más tarde, les siguieron misioneros del Pontificio
Instituto de las Misiones Extranjeras, pero también ellos se vieron obligados a
marcharse después de tres años de trabajo en la isla. La primera Misa sería
celebrada en Papúa Nueva Guinea más de 30 años después, el 4 de julio de 1885,
por misioneros franceses en la isla de Yule.
El
legado de estos misioneros incluye tanto a aquellos que hicieron el máximo
sacrificio por su fe como a aquellos cuyas vidas de virtudes heroicas están
siendo reconocidas a través del proceso de beatificación de la Iglesia.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, 197 católicos fueron ejecutados durante la invasión
japonesa de Papúa Nueva Guinea en 1942 y 1943, según investigadores de la
Universidad de Papúa Nueva Guinea.
En
la brutal ocupación se perdieron muchas vidas, incluidas las de los misioneros
que mantuvieron firmemente su fe frente a la opresión. El principal candidato
para ser el primer santo nativo de Papúa Nueva Guinea fue uno de los
martirizados durante la ocupación japonesa.
He
aquí una mirada más de cerca a tres personas notables que dieron forma a la
misión católica en Papúa Nueva Guinea:
Beato Giovanni Battista Mazzucconi (Italia)
El
P. Giovanni Battista Mazzucconi, misionero italiano, fue uno de los primeros
mártires de la Iglesia Católica en Papúa Nueva Guinea.
Nacido
el 1 de marzo de 1826 en Italia, Mazzucconi fue ordenado sacerdote en mayo de
1850 y entró en el Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras.
Llegó a Australia en marzo de 1852, antes de
embarcarse en su misión en la isla Woodlark en la provincia de Milne Bay. A
pesar de sus esfuerzos por sumergirse en la cultura local y sus luchas
iniciales con la enfermedad, Mazzucconi permaneció dedicado a su misión.
Trágicamente, el 7 de septiembre de 1855, fue emboscado y asesinado por los
lugareños mientras intentaba continuar su trabajo. Fue beatificado en 1984 por
haber sido asesinado “in odium fidei” (por odio a la
fe), y su canonización está a la espera de la confirmación de un milagro.
El
Papa Francisco alentó la
devoción a Mazzucconi al dirigirse a los aproximadamente
35.000 católicos reunidos para su Misa en el estadio de Port Moresby.
“En
este camino los acompaña el beato Juan Mazzucconi que, entre tantos
inconvenientes y hostilidades, trajo a Cristo en medio de ustedes, para que
ninguno quedara sordo frente al alegre mensaje de salvación, y a todos se les
pudiera soltar la lengua para cantar el amor de Dios. Que así sea, hoy, también
para ustedes”, dijo el Papa.
Beato
Pedro To Rot (Papúa Nueva Guinea)
El Beato Pedro To Rot, oriundo de la
provincia de Nueva Bretaña en Papúa Nueva Guinea, es célebre por su fe
inquebrantable y su valentía al defender las verdades de la enseñanza de la
Iglesia.
Nacido
en 1912, To Rot sirvió como catequista en su pueblo, asumiendo la
responsabilidad de catequizar después de que el sacerdote local fuera capturado
por el ejército japonés. Durante la ocupación japonesa, que impuso leyes
estrictas contra la práctica religiosa, To Rot fue un valiente defensor de los
valores cristianos, incluida la santidad del matrimonio. Su negativa a cumplir
con las normas japonesas que restringían la práctica religiosa llevó a su
arresto y encarcelamiento en un campo de trabajos manuales.
En
1945 fue ejecutado por inyección letal. Beatificado en 1995 por el Papa Juan
Pablo II, el legado de To Rot es un testimonio de su pureza de fe y su
compromiso con su comunidad en circunstancias extremas.
En
el encuentro del Papa Francisco con los católicos en la remota Diócesis de
Vanimo, en la costa norte de Papúa Nueva Guinea, el Santo Padre recordó el
testimonio de To Rot.
“Nos
lo ha testimoniado, con sus palabras y su ejemplo, el beato Pedro To Rot
―esposo, padre, catequista y mártir de esta tierra―, que entregó su propia vida
por defender la unidad de la familia de aquello que quería socavarle sus
cimientos”, dijo el Papa.
Venerable
Mons. Alain de Boismenu (Francia)
El
obispo Alain Marie Guynot de Boismenu, nacido el 27 de diciembre de 1870 en
Francia, es recordado como una figura fundamental en la misión de la Iglesia
Católica en Papúa Nueva Guinea.
Ordenado
sacerdote y miembro de los Misioneros del Sagrado Corazón, Boismenu llegó a
Papúa Nueva Guinea en 1897. Fue nombrado Vicario Apostólico de Papúa en 1908,
cargo que ocupó hasta su jubilación en 1945.
Durante
su mandato, amplió significativamente el alcance de la Iglesia, estableciendo
nuevas misiones, escuelas y centros de formación para catequistas. También
fundó las Siervas del Señor, una congregación religiosa para mujeres.
Aunque
no es un mártir, el proceso de beatificación de Boismenu basado en sus virtudes
heroicas se inició en 1984, y fue declarado
Venerable por el Papa Francisco en 2014. Su dedicación al
cuidado pastoral y a la educación dejó una huella indeleble en la región.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI
Prensa. Publicado originalmente en CNA.
Por Courtney
Mares
Fuente: ACI